Dance

Contrapás

Por otro lado, hay una referencia muy concreta pero de gran interés en las duras oposiciones para entrar en la banda de tamborileros municipal de San Sebastián que se celebraron en 1859, estudiadas por José María Rodríguez Ibabe (1979:9-10). El primer ejercicio de las mismas consistió en la interpretación de unas obras pertenecientes a unos géneros concretos. Podemos considerar el listado de esos géneros como el de los más usuales entre los tamborileros del momento: minué, zortziko, fandango, contradanza, karrika dantza, contrapás y algún aire antiguo que tenga estudiado.

Y es que en los repertorios de los tamborileros del siglo XIX sigue apareciendo ese anacrónico contrapás dieciochesco. La revista Txistulari, órgano de la Asociación de Txistularis del País Vasco, ha publicado tres de esos repertorios de tamborileros de finales del siglo XIX y comienzos del XX. El primero es el de Fernando Ansorena Izagirre, y tiene fecha de 1885 (Ansorena Miner 1993): en ese repertorio aparecen un total de seiscientas treinta piezas. De ellas, cuarenta y cuatro son contrapases, suponiendo el 7% del repertorio total. Atendiendo a su número, ocupan el cuarto puesto entre los géneros, tras valses y habaneras -los más abundantes con diferencia-, y zortzikos en 6/8. En los otros dos cuadernos (Ansorena Miner 1990; Apezetxea Aguirre 1991), más tardíos, por contra, el número se reduce mucho, siendo el porcentaje en general del 2,4.

Por otro lado, Azcue, en su Cancionero, recopiló seis contrapases, todos ellos, como es lógico, en el apartado de danzas sin palabras. Con todo, no debía de tener el significado del término muy claro, ya que lo confunde con el zortziko en 2/4. Estos dos géneros, como ha quedado dicho, son muy parecidos, siendo la única diferencia entre ellos la del ritmo y el compás. Al parecer, seguramente más o menos en la época de Iztueta, también el zortziko txikia cantado en 2/4 adoptó las características instrumentales del estilo galante dieciochesco. Uno de esos contrapases lo recogió Azcue del cuaderno del que fuera tamborilero de Durango Carlos Bergaretxe y, aunque allí aparecía, como otros similares, con el nombre de zortziko, al lequeitiano le pareció inadecuado, y por ello le puso la etiqueta de contrapás, aunque es más bien schottish (1919:I, 378). De estos seis contrapases que aparecen en el Cancionero, otros tres son de este tipo -es decir, en mi opinión zortzikos en 2/4-, otro es un verdadero contrapás en 4/4 (p. 382, tomado también del cuaderno de Carlos Bergaretxe) y otro, el último, es un caso muy especial por ser el único que no está tomado de un repertorio de tamborileros (p. 460). Se lo cantaron a Azcue en Ciordia, y en ese ejemplo, además de utilizar el compás de 2/4, no aparecen las mencionadas características instrumentales del siglo XVIII, poniendo en serias dudas la adecuación de la etiqueta contrapás. Esta melodía, además, es conocida en toda Europa, y entre otras cosas, otra de sus versiones es una de las partes de la sorgin-dantza de Oria, que, por supuesto, no se interpreta allí como contrapás.

En las partituras de la primera época de la revista Txistulari, publicadas entre 1928 y 1936, aparecieron nueve contrapases, número más corto que el de fandangos, arin-arin, biribilketas, zortzikos, danzas y minuetos. Con todo, suponen una cantidad interesante (casi el 7%). Después de la guerra, en el primer número de la segunda época de la revista, en 1955, inmediatamente después de piezas tan emblemáticas como Agur jaunak y Alkate soinua, aparece otro de los contrapases del cancionero de Azcue (pp. 378-9). Helo aquí:

Adaptado para banda de txistularis por el famoso músico Luis Urteaga, lo que para nosotros es un zortziko en 2/4 aparece con una etiqueta curiosa: Reverencia: contrapás. Esta melodía es bastante conocida por haber sido realizada sobre ella una coreografía para chicas de gran éxito. Resulta curioso, por otra parte, que la segunda frase tenga nueve, y no ocho, compases. Sin embargo, los nombres Reverencia o Erreberentzia no tenían tradición como aplicados al contrapás. Iztueta, por ejemplo, definió Erreberentzia e incluso incluyó en el cuaderno de melodías su partitura texto incluido, pero, a diferencia de este último ejemplo, la melodía cantabile de Iztueta no tenía la tantas veces repetida influencia del estilo galante. Y no debemos olvidar que el propio Iztueta definió al contrapás como andreen dantzara deitzeko soinua, y no como Erreberentzia.

Con todo, el que fuera txistulari municipal de San Sebastián Isidro Ansorena, en el segundo curso de su método de txistu (1954: s.p.), toma expresamente reverencia como sinónimo de Andreen-Deieco-Soñua, y aplica a su partitura el título de Agurra. Reverencia (p. 18). Además de ello, muy consciente del uso protocolario del txistu, trae otros tres ejemplos de este tipo, todos ellos contrapases según nuestros criterios, y todos ellos bajo la denominación de reverencia. Por contra, el padre Olazarán (1970), en su método, más preocupado por el uso popular del txistu, no sólo no trae ejemplos de contrapás, sino que ni siquiera menciona el mismo.

Sin embargo, en las seis mil primeras páginas de partituras de la segunda época de la revista Txistulari, aparecidas entre 1955 y 1998 (Agirregomezkorta y Vesga 1998), sin contar los que aparecen en suites, rapsodias y otras obras más largas, aparecen en sus índices cincuenta y ocho contrapases -con ese nombre aparece identificada la categoría-, suponiendo un 2,6 % del repertorio total. Este número quizás no sea muy grande, pero cuando menos es curiosa su presencia al tratarse de un género, como hemos dicho, tan anacrónico. Quizás sea interesante encontrar una explicación para ello.