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CONCILIO DE TRENTO

La Contrarreforma o reforma tridentina. Llamados de las dos formas, según adopte o no el punto de vista católico el autor, el Concilio de Trento y la lenta aplicación de los decretos tridentinos, suponen una verdadera transformación en la vida de la Iglesia y en la de los países sometidos a la misma. En Vasconia, las nuevas medidas eclesiásticas -visitas pastorales, catequización, misiones, etc- se adoptan en un momento especialmente terrible: represión de la brujería a lo largo de los ss. XVI y XVII. La Iglesia opera por medio de la presión civil y también por la de su propio y específico poder: Inquisición, prédica dominical, sínodos diocesanos, visitadores apostólicos, visitas pastorales, medidas contra la ignorancia, la deshonestidad y el absentismo del clero secular, cofradías, reforma de las órdenes religiosas, catequización en lengua vernácula (Conc. Trid. Sess V, decretum II; de ahí el auge del libro ascéticomoralista en euskera: Betolaza, Materre, Capánaga, Astete, Ripalda) y en francés o castellano, embellecimiento de los templos (de ahí la revolución barroca) y la utilización de artistas como Juan de Anchieta al servicio de la indoctrinación católica. Una consecuencia de gran interés historiográfico fue la regularización de los libros de actas parroquiales: de cofradías, aniversarios y de fábrica. La «reforma» trentina fue extremadamente lenta, en especial en la diócesis de Bayona debido al tradicional galicanismo de la Corona francesa. Tampoco fue demasiado rápida al S. del Bidasoa donde, al igual que en Iparralde, los seminarios conciliares no llegaron a abrirse hasta el s. XVIII. V. SEMINARIO. Su impronta, sin embargo, fue perdurable como comenta Michelena en su Historia de la Literatura Vasca (1960): «si un hecho en la historia moderna ha tenido una profunda repercusión en Vasconia, éste es el Concilio de Trento, cuyos efectos llegaron a conformar de modo permanente casi todos los aspectos de la vida del País. Después de él y en su consecuencia va realizándose la identificación, luego familiar, de lo vasco con el catolicismo». Tras el breve período ilustrado, este «fededunismo» trentino reaparece, con nuevos bríos, de la mano del carlismo, del tradicionalismo y del aranismo para el que «solo JEL basta».