Aprovechándome de las características comunes de diáspora expuestas por Cohen, he podido reconocer estas comunidades vascas como auténtica diáspora. Su dispersión hacia muchos países a lo largo del tiempo ha sido traumática y forzada, como fue en el siglo diecinueve el caso de los exilios de los veteranos de la Guerra Carlista y en el siglo veinte los de la era política de Franco. Además, también ha sido el resultado de una elección, como lo demuestran marineros, militares, clérigos y comerciales vascos inmigrantes en la diáspora imperial española hacia las Américas o Filipinas. Los vascos partieron de su patria en busca de negocio y para establecer redes comerciales que proporcionaran información y mayores posibilidades de éxito.
El conocimiento y la memoria colectiva compartida de una singular historia nacionalista vasca provocan una sensación de persecución y de continuos intentos de dominación por parte de Castilla. Para los vascos su "edad de oro" incluye la defensa ante invasores como los romanos y los moros; la autonomía frente a Castilla; la superioridad en la marinería; la sociedad democrática y colectiva regulada por los fueros, leyes forales; y un estilo de vida rural donde la cultura vasca y el lenguaje se han conservado. Esta memoria colectiva es parte de cada comunidad de la diáspora vasca independientemente de lo reciente o antigua, o de lo grande o pequeña que sea la comunidad en cuestión. Esto fomenta el mantenimiento de la etnicidad y la conciencia de diáspora. Los vascos sienten que tienen una responsabilidad hacia sus antecesores y hacia el "mantenimiento, restauración, seguridad y prosperidad" (Cohen 1997:26) de Euskal Herria, aun cuando raramente actúan políticamente respecto a estos sentimientos. La idealización común de una patria inmaculada con una imagen mental de un baserri (caserío) congelada en el tiempo, a menudo da lugar a erróneas interpretaciones como les ocurre a las generaciones de vascos que "regresan" a su patria o la visitan por primera vez. Muchos quedan impresionados al descubrir que sus parientes tienen nuevos y modernos coches, los últimos electrodomésticos europeos, ordenadores y videos. Los vascos pertenecientes a la diáspora tienen una imagen anticuada del País Vasco. Además, ninguna cultura es estática, guste o no, el aumento del contacto con la gente e instituciones de la patria educan y actualizan el conocimiento de la realidad de Euskal Herria por parte de la diáspora vasca. En otras diásporas, por ejemplo por la creación del estado de Israel, Croacia, la democracia en Polonia y Ucrania, la reestructuración política de sus patrias ha minado su idea de ellos mismos como grupo étnico superior- al margen de corrupción e ineficiencia política. Habrá problemas en la comunidad autónoma vasca como los hay en cualquier otra administración y los vascos de la diáspora se enfrentarán a la paradoja de no ser capaces de echar la culpa de todos lo males a "los españoles".
Los especialistas en diásporas incluyen la idea de un "regreso a la patria" como otra característica común de las diásporas. Muchos inmigrantes abandonaron el País Vasco creyendo que volverían después de hacer fortuna pero se trataba de planes individuales, no existiendo ningún "movimiento colectivo de regreso" de los vascos a su patria- hasta la ola de exilios de la Guerra Civil Española (1936-1939). Previamente, los emigrantes habían optado por dejar Euskal Herria, aunque empujados por las dificultades económicas y las reparaciones de la guerra y se habían movido como individuos o familias. Los exilios de la Guerra Civil provocaron la evacuación de 150,000 vascos al mismo tiempo traumática e involuntariamente. Su regreso dependía de la retirada de Franco y de la restauración de la democracia en España y, lamentablemente, se convirtió en otro mito a medida que iban transcurriendo las décadas y esta gente y sus familias se iban asentando económicamente en sus nuevos países anfitriones. Actualmente no existe ninguna evidencia de un movimiento permanente de regreso colectivo al País Vasco. La mayoría de los exiliados que vivieron lo suficiente como para regresar lo hicieron poco a poco después de la muerte de Franco, en 1975, hasta principios de los 90. Sin embargo, aunque nunca lo cumplirán, algunos continúan hablando del día en que volverán a Euskal Herria. La mayoría de los vascos no tiene ninguna intención ya que viven vidas de éxito y provecho en sus países anfitriones. La idea de "regreso" no necesita ser permanente y el estudio ha demostrado que gran número de los encuestados han visitado y/ o visitan regularmente su patria. Los vascos en Uruguay fueron los que menos habían visitado su patria con el 37% que había vivido o visitado Euskal Herria y en los otros cinco países, el 66% de los de Argentina, el 83% de los de Estados Unidos, el 90% de los de Australia, el 93% de los de Perú y el 100% de los de Bélgica habían vivido o visitado su patria. Éste es su "regreso" individualizado.
Los vascos han exhibido su principal conciencia de grupo étnico prefiriéndose los unos a los otros en el comercio, trabajo y redes de cadena de inmigración desde 1500. Esta cohesión mostrada en el tiempo distingue las diásporas de recientes comunidades de inmigrantes y a pesar de que las comunidades en Bélgica y Australia son relativamente recientes comparadas con las de Sudamérica, los vascos en Perú, Uruguay y Argentina continúan manteniendo su identidad étnica tras más de seis generaciones. No perpetúan la idea de un "destino común" para todos los vascos y, cuando esto ha sido objeto de discusión en entrevistas, muchos tendían a asociar la idea con la diáspora judía y un castigo y destierro que, decían, no tenía nada que ver con su propia situación. Tampoco tenían problemas de carácter colectivo como vascos en sus sociedades anfitrionas. Para otras diásporas esta defensa de su grupo étnico hace crecer la solidaridad étnica la identificación con su etnicidad. Para las comunidades vascas los problemas aislados que se expusieron venían derivados de ser católicos en el Oeste de los Estados Unidos o de ser confundidos con italianos en Australia. Sin embargo, no se habló de discriminación colectiva en ninguno de los seis países.
La historia y experiencias compartidas con inmigrantes contribuyen al sentido de empatía y solidaridad de la diáspora vasca con otros vascos. Este compañerismo sobrepasa la única relación bilateral vasca de comunidad a patria y recientemente incorpora las relaciones de diáspora a diáspora y de diáspora a patria. Por ejemplo, los vascos en Australia comentaron sentir una conexión similar con los vascos en Bélgica, Argentina o en su patria. Lo que hace considerar el fenómeno vasco como una diáspora es su consistente compromiso en mantener lazos sentimentales, económicos, políticos, religiosos y de afinidad con su patria y entre ellos.
Habiendo analizado las nueve características comunes de la diáspora que ha dado Cohen, la única que no hace referencia a los vascos es la de "una relación problemática con las sociedades anfitrionas". Las otras ocho, como se ha resumido más arriba, sí se refieren a estas comunidades en el extranjero en diversos grados, si bien algunas han destacado más que otras, según los tiempos, en la formación de la diáspora vasca.
Estas minorías residen permanentemente en sus países anfitriones aunque de forma individual y/o a nivel institucional mantienen intercambios personales y de información con otra gente en el País Vasco. Manifiestan su solidaridad con sus congéneres vascos a través de actividades sociales, políticas y económicas; un ejemplo de ello se da en Estados unidos donde muchos votantes demócratas vascos en Idaho reconocieron saltarse sus preferencias políticas al objeto de votar a los candidatos republicanos vascos. Los resultados del estudio demuestran una lealtad dual a ambos países, el anfitrión y el País Vasco. Un total del 74% de estos vascos de la diáspora se define a sí mismos como un híbrido de País Vasco-país anfitrión o país anfitrión-País Vasco, mientras que un 18% se identifican únicamente como vascos. En la coyuntura de "vasco-americano", "vasco-argentino", o "uruguayo-vasco", el guión marca una relación no jerárquica.
Los resultados muestran que los vascos no están optando por mantener su origen étnico para conseguir beneficios económicos ni están reclamando a nivel político un reconocimiento o un tratamiento especial en cualquiera de las comunidades donde están congregados en estos países. El conservadurismo étnico en las comunidades de la diáspora vasca, en relación con otras, sigue unos argumentos sociológicos y psicológicos de pertenencia al grupo, una autosatisfacción individual y un estatus social positivo (Tajfel 1982). Este elemento de elección por individuos, denominado "opción étnica" por Mary Water (1990) está todavía por investigar en estudios sobre identidad vasca, como lo están también las variedades de identidad vasca y grados de reconocimiento y participación. Estratos de etnias vascas, desde fundamentalistas étnicos vascos hasta asistentes al festival anual de San Ignacio, similares a las "Navidades Católicas".
Las identidades transnacionales de la diáspora vasca se anudan simultáneamente al país anfitrión y a la patria. Sienten una atadura primordial a Euskal Herria pero también sienten orgullo y una conexión con sus países anfitriones. El Gobierno Vasco garantiza ordenadores y conexión a Internet para todos los centros vascos registrados de la diáspora y ello ha facilitado enormemente la intercomunicación y posibilidad de imaginar de una diáspora vasca interconectada que continúa creciendo.