Lexique

TRANSPORTE

Del lomo al carro. Efectuándose la mayor parte del transporte a lomos de caballería por caminos llamados de herradura, determinadas zonas del país eran extremadamente difíciles de alcanzar. En el último cuarto del s. XVI se adoptó un nuevo tipo de carro denominado de ruedas ferradas que suscitó protestas porque destrozaba los firmes de las escasas calzadas, pero lo habitual era el transporte con recua. El arriero es ya, por estas fechas, un individuo duro, de escasa consideración social, al que se le achacan «unas costumbres que parecían desafiar la moral del resto de la sociedad» (Azpiazu, 1990: 223). Su oficio le lleva a acudir a toda Euskal Herria y a regiones más alejadas como Aragón, Castilla y Andalucía con cargas de pescado, hierro y diversas mercancías llegadas a los puertos, trayendo de retorno trigo, vino o lana hacia las poblaciones costeras. En el tráfico comarcal era corriente la participación de trajineras, mujeres transportistas que distribuían mercancías. La inseguridad en los caminos era grande debido a ciertos derechos de paso indebidos, la delincuencia y las malas condiciones meteorológicas. Una descripción de 1761, la del presbítero Joaquín Ordóñez, describe las grandes dificultades de la circulación normal: «Desde Vitoria a Bilbao y a San Sebastián se realizaba el transporte a lomo de cabalgaduras por no haber caminos por donde llevar en carretería por lo fragoso de los montes y peñascos. Todavía, 75 años más tarde (año 1761) el presbítero D. Joaquín Ordóñez, que describió con minuciosidad y exactitud los usos, costumbres, monumentos y mil detalles de la ciudad de San Sebastián, nos recuerda que se practicaban en la misma forma. He aquí la pintoresca descripción que nos hace: "Para toda esta grandeza que se ha dicho de caballeros y petimetres, claro es que hacen falta los coches, alguna comandanta general le ha tenido, pero éste y el otro que yo he visto de D. José Fagoaga, vinieron desarmados sobre una recua de machos y así volvieron porque desde Pamplona a aquí y desde Vitoria son tales los riscos que ni calesas pueden llegar aquí; vienen en litera como sucedió al Corregidor D. Juan Javier Cubero, y lo mismo sucedió a los señores Obispos, Generales y Provinciales de las Religiones, los que pueden montar a caballo desde Vitoria, donde dejan los carruajes, pero todas las madamas usan andar dos en un caballo apareadas, bien sentadas, en unas como silletas (que aquí llaman artolas) mirando ambas para adelante sin asiento de mucha conveniencia y de mucha gracia y más en buen tiempo que van en batas largas con sus quitasoles, sombrero de galón con plumas, otras con sombreros de palma o con unos gorros de terciopelo negro, que los extranjeros han traído para cuando llueve o hace mucho sol. Las artolas se arman con cuatro pilares que reciben una techumbre cerrada o cubierta de encerado, detrás y a los lados bajan los encerados y por delante una cortina con cristal...". Este mismo historiador, en otra parte del libro, al narrar la introducción de granos en San Sebastián, dice: "Aquí no se coge otro pan que maíz, pues el trigo es poco; la cebada menos, pues se vende en las Boticas; el mar abastece comúnmente de trigo y aunque valga barato en Castilla por lo lejos y malos caminos, no acostumbran a traer". La mayor parte de la costa guipuzcoana se abastecía de Francia, teniendo en cuenta que el transporte marítimo era mucho más económico.» Un cambio revolucionario sigue a la apertura, entre los ss. XVIII y XIX, de los grandes ejes de comunicación de Vasconia (apertura de Orduña, camino de coches de Salinas a Irún, etc.) y la mejora de los ya existentes (ej. Balmaseda), en especial en las zonas más montañosas. Ver COMUNICACION. También se renovaron los puentes, sustituyéndose los de madera por los de piedra. Hasta entonces el transporte llamado «de herradura» por vías impenetrables era penoso, costoso y precario dependiendo de la estación del año; una nevada, por ejemplo, podía cortar el tránsito por el túnel de San Adrián y dejar sin trigo alavés al valle del Oria. El camino real (errepide en euskara) por el que circulan carros de bueyes o mulos, galeras de caballos (correos) y coches de caballos (coches de camino, diligencias), estará abierto todo el año, salvo accidentes imprevistos, y su utilización reducirá en gran parte los costos del transporte.