Concept

Sol

En un mundo sin más calefacción que el sol, y más aún en una economía agrícola, el sol es sinónimo de vida, es percibido como una fuerza benéfica que da luz y calor a los humanos y que los alimenta indirectamente a través del crecimiento de las plantas. No es extraño por tanto que existan toda clase de ritos propiciatorios, algunos de los cuales forman aún parte de nuestra vida, como las hogueras solsticiales de la noche de San Juan. Los ritos asociados al sol y al fuego en los solsticios de invierno y de verano son los más conocidos y mejor conservados, pero no significa ni mucho menos que hayan sido los únicos.

El cuento del gallo que hemos citado en la primera parte de este artículo nos sitúa frente a una posible práctica ritual, en torno a la cual no existe documentación alguna, pero cuya existencia podría suponerse en algún momento del pasado. En efecto, nada impide pensar que efectivamente una ceremonia consistente en golpear con palos una peña para despertar al sol haya podido existir en el pasado, según parece deducirse del relato de Atáun. De hecho, el golpeo firme de los palos durante las cuestaciones de Santa Águeda, en plenas fiestas de invierno y cuando mayor es el frío ambiental, recuerda inevitablemente a esos hombres que intentar despertar al sol.

Recientemente, se ha podido constatar la existencia de relatos similares en Malerreka (Alta Navarra) y en Ligi (Zuberoa), contados actualmente a modo de burla y pretextando la locura de sus protagonistas, en la que estos aparecen arrojando huevos a una peña, -según se explica modernamente-, con la intención de romperla. La imagen ya resulta de por sí sospechosa, incluso en ausencia de cualquier otro indicio, y la explicación de la locura que ataca a los protagonistas, tiene un tufillo racionalizador que no escapa al analista. Además está el dato de la significación solar del huevo, significación que incluso pertenece a nuestro contexto cultural presente, según siguen atestiguando las docenas de ellos que aún hoy día se siguen ofertando a las monjas, en petición de buen tiempo para un día señalado, como para celebrar, por ejemplo, una boda o una comunión. Eso sí, a las monjas del convento de Santa Clara, y no a otras. Recordamos aquí que Santa Clara es precisamente la denominación cristianizada de la abuela sol. Y el hecho de que el mismo relato, narrando el mismo tipo de "ataque de locura" aparezca en dos puntos tan alejados entre sí, resulta definitivo para confirmar las sospechas de racionalización y buscar una explicación alternativa a la imagen de personas que estrellan huevos contra una roca. Dichas leyendas ocultarían en realidad ritos propiciatorios en demanda de presencia solar, muy similares a los actuales, en los que se sacrificarían huevos arrojándolos contra una peña, con la diferencia que serían los pájaros y los insectos quienes los aprovecharan, en lugar de las monjas. Aunque el tema se halla aún en fase de investigación, ciertos datos parecen apuntar la posibilidad de que la significación del ritual no fuera solsticial, sino asociada a propiciar la presencia del sol en fechas primaverales muy importantes para el buen desarrollo posterior de las cosechas, presencia que, sobre todo en la vertiente atlántica del país, no siempre está asegurada.

Estos ecos lejanos que nos llegan a través de tan exiguos testimonios, nos hablan de una relación en la que, bien en fechas solsticiales, bien en casos de ausencia prolongada por tiempo nuboso, las personas realizaban ritos propiciatorios (golpeo con palos, ofrenda de huevos, y probablemente otros cuyo recuerdo se ha perdido), para conseguir la deseada presencia del sol que les alumbrara, les calentara e hiciera crecer sus cosechas.