Concept

Sector de la construcción

El parque inmobiliario sobre todo a partir de los inicios de la revolución industrial se puede clasificar en viviendas de primera y segunda residencia, construcciones industriales, comerciales y de servicios, y obra pública. La construcción se vincula a la producción de viviendas como primera necesidad, pero también como medio de producción en los sectores secundario (edificios de fábricas) y terciario (almacenes, sedes bancarias y de seguros...). La construcción no residencial depende de la industria y secundariamente del sector servicios y las infraestructuras, por lo general, del gasto de las administraciones públicas (Estado, diputaciones, ayuntamientos). El ciclo de la construcción residencial no tiene porqué coincidir con el de la construcción no residencial, aunque la correlación suele ser elevada. En el periodo 1985-1990 sobre todo se fomentó la construcción no residencial, probablemente resultado de la reconversión industrial, y entre 1996 y 2001 la residencial.

Un índice indirecto de la trayectoria de construcción es el índice de urbanización, índice que depende mucho de lo que se considere población urbana -núcleos entre 2.000 y 20.000 habitantes o entre 5.000 y 10.000-, sin confundir núcleo urbano con municipio, distinción importante en el caso de las provincias costeras del Norte de España.

Cuadro 1. Población urbana en porcentajes, indicativo del proceso de urbanización (1787-2001), y consiguientemente de la construcción de viviendas e infraestructuras.
AñoÁlavaGipuzkoaBizkaiaNavarra
178799,111,110,1
186016,410,314,613,7
190027,323,433,217,9
193033,53046,717,9
196051,154,96733
200183,976,377,158,5

Como se puede apreciar en el cuadro nº 1, a lo largo del siglo XIX el porcentaje de población urbana fue creciendo con una aceleración en la segunda mitad sobre todo en las dos provincias que se estaban industrializando -Bizkaia en especial y Gipuzkoa- sin que por ello se redujera en cifras absolutas la población no urbana. La megacefalia de Álava (Vitoria) enmascara en parte la realidad alavesa. Desde la segunda mitad de la centuria, la mayor parte de la actividad del sector de la construcción se concentró en los municipios de carácter urbano, mientras que en los núcleos rurales las edificaciones crecieron a menor ritmo y se trató en muchos casos de autoconstrucción. En los primeros años treinta del siglo XX la demografía urbana creció sobre todo en Bizkaia y con ella las necesidades de viviendas. Pero como ese crecimiento estuvo vinculado a una fuerte aceleración en el proceso de industrialización, también las edificaciones vinculadas al sector secundario y terciario aumentaron. La construcción del puerto exterior y la canalización de la ría del Nervión son dos manifestaciones de ese espectacular aumento vinculado a las obras en infraestructuras, que a su vez dependían de la actividad comercial e industrial (exportación de mineral, importación de maderas, de combustibles fósiles...). Dado que el cemento armado no se difunde hasta los años de la dictadura de Primo de Rivera, gran parte de las obras civiles, industriales y de obra pública se llevaron a cabo con técnicas tradicionales y con abundancia de cantería. El cemento armado aparece vinculado a la construcción de edificios que ya superan los cuatro pisos de altura, al romperse los límites impuestos por la mampostería y la madera y a la construcción de presas de arco para producir energía hidroeléctrica. Uno de los primeros edificios en cemento armado fue el nuevo seminario diocesano de Vitoria, aún dotado de fuertes muros en piedra.

La guerra civil y los primeros años de la autarquía frenaron la construcción residencial, pero tras 1950 se relanza la actividad constructiva tanto en su faceta industrial como de alojamiento, con vistas a proporcionar viviendas a miles de campesinos que se estaban trasladando, en condiciones muchas veces penosas, a las zonas mineras y sobre todo a las industriales. Este proceso queda reflejado en los índices de urbanización. En 1960 más de la mitad de la población del País Vasco (el 61,2 por 100) vivía en ciudades, frente a un 33 por ciento en Navarra.

La construcción residencial se concentra en aquellas provincias que están más industrializadas y que disponen además de un importante sector terciario (banca, comercio) como era el caso de Bizkaia. En el periodo 1970-2001, los efectos de la reconversión industrial, la crisis bancaria y el agotamiento de las minas quedó reflejado en un menor crecimiento de las zonas de vieja industrialización -las dos provincias costeras-, superadas por Álava, como queda patente en los datos del 2001.

Cuadro 2. Parque estimado de viviendas en núcleos urbanos (1860-1950).
Provincia186019001910192019301950
Álava4.7007.8007.8007.8009.20012.300
Gipuzkoa15.90027.50031.10037.50047.50054.300
Bizkaia14.60042.10046.10057.40072.00078.300
Navarra8.50010.90012.30012.30014.10020.000

Según los datos del "Parque estimado de viviendas en núcleos urbanos" (cuadro 2) se aprecia desde 1860 un punto de arranque distinto. El parque urbano era más importante en las dos provincias costeras que en Álava y Navarra. A lo largo del período 1860-1910, el parque crece en todos los territorios, pero en Bizkaia, la provincia más industrializada, se multiplica por tres y casi por dos en el caso de Gipuzkoa, frente a los más modestos crecimientos de Álava y Navarra. Estas diferencias se mantuvieron entre 1910 y 1950, aunque las zonas interiores acortan su retraso, probablemente en buena medida debido a que la depresión de los años treinta fue sobre todo industrial y que la política autárquica del franquismo en los cuarenta primó a las provincias agrícolas.

Cuadro 3. Viviendas familiares.
Provincia 195020011950 índice2001 índice
Álava25.500125.000100492
Gipuzkoa71.300292.100100410
Bizkaia110.200469.100100426
Navarra81.100257.600100318

El cuadro 3 refleja los cambios acontecidos en el proceso a partir de los años cincuenta, plasmado en el crecimiento de las viviendas familiares. Álava da un salto considerable hacia delante, superando en índice de crecimiento a Bizkaia y a Gipuzkoa y Navarra aunque menos dinámica, también aumenta de forma sustancial. Las cifras absolutas reflejan aún un notable desequilibrio, pero las diferencias relativas se han atenuado algo debido al asentamiento en Álava de industrias y de la sede del Gobierno Vasco.

En la Comunidad Autónoma Vasca, en 1981 la construcción representaba el 5,2 por 100 del PIB, frente a un 8 por 100 en España. En 1990 el 8 y el 9,6 por ciento respectivamente. Es un reflejo de la pérdida de peso relativo del País Vasco, pero también del desarrollo del sector turístico y de las residencias secundarias en otras partes de España. En cuanto al empleo, el sector de la construcción en 1990 empleaba al 6 por 100 y en 1990 al 7,2 en la Comunidad Autónoma, frente a un 8,6 y un 9,7 respectivamente en la media nacional.

Con la adopción del hormigón armado, la producción de cemento suele ser un buen índice de la coyuntura del sector de la construcción. El peso del cemento y de los agregados pétreos (arena y grava) y su relativo bajo precio hace que la industria cementera se halle un poco por todas partes, máxime teniendo en cuenta que las materias primas, arcilla y caliza, son muy abundantes en la naturaleza. La vinculación del sector de la construcción con el entorno, en el caso de algunos de los productos utilizados, tiene ciertas semejanzas con el pasado. Pero las nuevas construcciones han generado una demanda importante de productos metalúrgicos y químicos (cristales por ejemplo) y son grandes consumidoras de energía, tanto en su edificación como en su mantenimiento, a diferencia de las antiguas construcciones. Algo parecido ha sucedido con la mano de obra. Los maestros de obra han sido sustituidos por los arquitectos y aparejadores, generando una nueva demanda de mano de obra altamente cualificada. Mientras que hasta la adopción del hormigón armado, la construcción tenía sobre todo efecto sobre la demanda de operarios poco o medianamente cualificados y muy secundariamente sobre materias primas extralocales, a partir de los años veinte del siglo XX, la capacidad de arrastre del sector ha hecho que sus vicisitudes afecten directamente a otros muchos sectores, antes desvinculados o muy alejados de él, con efectos sobre el conjunto de la economía notables.