Ayuntamientos. Vienen, en realidad, a constituir los solemnes Ayuntamientos vascos un apartado del grupo palaciano. Prescindiendo de que son edificios públicos, no he dudado en incluirlos en esta nota por los rasgos que tienen comunes con los palacios privados. Se caracterizan por la planta concentrada, con arcos o soportales, que generalmente ocupan toda la primera crujía; en algunos casos -Legazpia y Anzuola- tienen dos ventanas enrejadas, que corresponden a dos habitaciones que ocupan los extremos de esta crujía; en el centro de la segunda, se encuentra la escalera principal, con gruesos y torneados balaustres en los más típicos. En el piso principal, está el salón de sesiones, encima de los soportales, con un gran balcón volado -Anzuola, Legazpia, Oñate, etc.- y encima de este balcón el bien labrado escudo. La distribución es, pues, como la de los palacios, sustituyendo los arcos al portal y las distintas dependencias municipales a las que son necesarias en la vida privada. Las fachadas de unos ejemplares y otros, difieren únicamente por los detalles ornamentales, dentro de idéntica distribución de huecos y macizos. Unos están decorados con los adornos de Luis XV, otros con el barroco español y otros simplemente por platabandas. Constructivamente son iguales. En algún pueblo rural, los hospitalarios arcos han quedado reducidos a uno grande, como en Arrancudiaga; variación que hace recordar a los arcos de entrada de los caseríos. Ref. Joaquín de Yrizar, Las casas Vascas. San Sebastián, 1929.