Compositeurs

Otaño y Eguino, Nemesio (version de 1993)

Compositor y musicólogo guipuzcoano, nacido en Azkoitia en 1880 y muerto en San Sebastián en 1956. Habiendo quedado huérfano muy joven, vivió con unos tíos en Eskoriatza, comenzando sus estudios musicales en Donostia y Zumarraga, trabando amistad en esta última localidad con Esnaola. En 1894 estudió en el Colegio Preceptoría de Baliarrain, en el que compuso sus dos primeras piezas Letanías y un Zortziko, para piano; aunque sólo contaba catorce años tocaba el órgano de la parroquia de dicho lugar. En 1896 ingresó en la Compañía de Jesús, en el Noviciado de Loyola; empezó los estudios eclesiásticos y continuó los musicales. Se esforzó en renovar la composición religiosa. Cuatro años de pulsar el órgano le ayudaron a conocer las grandes obras destinadas al citado instrumento.

En 1903 se hallaba en Valladolid; recibió consejos de Arregui Garay y Vicente Goicoechea, quien le inició en los trabajos de musicología y folklore a los que se entregó con pasión. Otaño organizó y encauzó el primer Congreso de Música Religiosa que se celebró en Valladolid, en 1907; era profesor de historia de la música en el Colegio de Jesuitas vallisoletano, y autor de medio centenar de composiciones sacras editadas en publicaciones regidas por Pedrell; fundó el Boletín Diocesano de Música, precursor de la «Revista Sacro Hispana».

A los veintisiete años, en el Colegio de Oña (Burgos), terminó su carrera eclesiástica y se ordenó sacerdote. Se estableció en Comillas en 1912 y creó, en la Universidad Pontificia, la Schola Cantorum, integrada por más de cien voces; modificó los ensayos corales y la dirigió hasta 1919. Viajó mucho por el extranjero, en París se relacionó con Vicente D'Indy; mediante esos desplazamientos estudiaba las corrientes de la música europea, especialmente la religiosa.

De 1922 a 1931 residió en San Sebastián; creó el Centro Cultural Femenino y el Círculo de Caballeros y Colegio de San Ignacio, en los que organizó series de conciertos. Compuso una Suite Vasca y las obras corales La montaña, La molinera, Cantantibus Organis, Canción del carretero, Basa txoritxu, páginas que le estrenó el Orfeón Donostiarra e incluyó en su repertorio.

En 1932 se avecindó en Azkoitia. En 1937, con el concurso del Orfeón nombrado y la Orquesta Patriótica de Profesores Músicos de Zaragoza, desarrolló en distintas capitales unas interesantes conferencias; dio a conocer diversas páginas, fruto de sus investigaciones en el folklore musical militar. En 1940 lo nombraron director y profesor de folklore del Conservatorio de Madrid; activo y dinámico, le consiguió edificio propio; también le encomendaron la dirección de la Revista Musical «Ritmo», cargo que ocupó hasta 1943 y hubo de dejar por sus múltiples ocupaciones. Este año, 1943, ingresó en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

La producción del padre Otaño cabe dividirla en tres secciones: musicológica, folklórica y religiosa. A la primera pertenecen numerosos artículos sobre música religiosa, biográficos (entre éstos, unos importantes acerca de Pedrell y su obra, publicados en la Revista Musical de Bilbao) y el documentado y extenso trabajo El padre Eximeno, parte del cual utilizó como discurso de ingreso en la Real Academia citada. La segunda la constituye el gran número de canciones recopiladas en sus andanzas por varias comarcas, que armonizó y ordenó en colecciones; muestra sus desvelos folklóricos la conferencia El canto popular montañés que se halla impresa y pronunció en Santander, en 1914. La tercera sección la integra una copiosa cantidad de composiciones religiosas breves que en riquecieron los archivos musicales de catedrales, parroquias y de iglesias y capillas de conventos. Una vibrante obra religiosa de Otaño es su Marcha de San Ignacio; la cantó por primera vez el Orfeón Donostiarra, en 1944. En 1951 lo jubilaron del Conservatorio y dejó Madrid, trasladándose a San Sebastián. En 1954 asistió en Madrid al Congreso de Música Religiosa.

Ángel SAGARDIA