Lexique

NEOLITICO

Grupos de población y cambio cultural. Grupos de población y cambio cultural en la hipótesis explicativa de la dinámica del Neolítico. Las innovaciones culturales que afectan en Francia a las gentes del Neolítico Pleno pueden ser referidas, sin mucha dificultad, a los grupos de población de la Península Ibérica, según el análisis de R. Riquet. a) El inicio del Neolítico. Es lógico suponer que los cazadores del Epipaleolítico y los primeros agricultores y pastores del Neolítico debieron convivir en proximidad. «Durante más de un milenio, y acaso dos, neolíticos y mesolíticos fueron contemporáneos y se vieron quizá impulsados a la cohabitación pacífica o hasta a una colaboración menor. No hubo, pues -según Riquet- ni una sucesión estratigráfica ni una substitución de población». Conforme a ese planteamiento, en la línea del propuesto proceso de aculturación, se explica bastante bien lo poco que vamos conociendo de evolución in situ (por ejemplo en Zatoya) de la cultura de quienes estaban en el Pirineo Occidental en esos milenios de tránsito. Mientras que en otras partes se pudo producir un reparto de territorios, de forma que los «colonos» neolíticos ocuparan los espacios más aptos a la agricultura, en tanto que los cazadores del Epipaleolítico final continuaban en zonas más abruptas o cerradas dedicados a actividades ancestrales: tal como han analizado correctamente J. Fortea o B. Martí en el Levante español. b) El Neolítico avanzado y el Calcolítico. Los antropólogos anotan, con seguridad, una verdadera explosión demográfica en esta etapa; mientras que los arqueólogos la caracterizan por cambios culturales profundos. «Los grupos culturales se multiplican y a veces se suceden rápidamente, sobre todo en las zonas de recursos metalíferos. La búsqueda del cobre, de la plata, del oro y del plomo parecen suscitar una feroz concurrencia» (Riquet 1976:143-144). En el tercio septentrional de la Península (y en concreto en la Meseta Norte, en el Pirineo y en la Cuenca del Ebro) es ahora precisamente cuando sin duda se extienden la agricultura y el pastoreo; cuando se expanden ritos de depósito funerario en sepulturas megalíticas; o cuando se inicia la metalurgia y se difunde el complejo del vaso campaniforme. Para estudiosos sensatos de la Prehistoria de Euskal Herria es también ésta la época en que se van consolidando, en los rasgos que luego serán históricos, la lengua y la etnia vascas. c) La Edad del Bronce. Supone en Francia «un retroceso demográfico fuerte e inexplicable (¿epidemias?)... que será compensado principalmente por grupos de repobladores de Alemania Occidental y de Suiza» (Riquet 1976:143-144). La misma hipótesis de fuertes oleadas de invasores centroeuropeos (de marcada braquicránea) suele ser a menudo referida por los prehistoriadores peninsulares para justificar algunos caracteres del Bronce avanzado en el Pirineo Oriental; o, refiriendo navegaciones atlánticas, las culturas de la época en Galicia. Pero no es segura en el País Vasco. Durante algún tiempo ha sido lugar común en muchos prehistoriadores dedicados al estudio de las poblaciones de la mitad septentrional de la Península atribuir los cambios más sustanciosos (en cuanto a modos de asentamiento, a organización social y a cultura material) a los «invasores» centroeuropeos de la Edad del Hierro. Sin embargo, excavaciones de estos años últimos señalan con seguridad que a lo largo de todo el II milenio a. de C. (es decir, en el desarrollo de la Edad del Bronce) es cuando se produjo la consolidación , de las economías agrícolas y ganaderas, la sedentarización y «urbanización» de las poblaciones. Dataciones absolutas en torno a los 1600 a.de C. para un rico poblado de agricultores cerealistas (con simientes seleccionadas de trigo) en Frías de Albarracín (Teruel) o, más cerca de nosotros, las excavaciones en curso de Moncín (Borja/Zaragoza) revelan la existencia de asentamientos estables de estilo «muy moderno», con explotaciones agrícolas de cereal (trigo, cebada) y otros productos (olivo, vid) y pastoriles (de oveja, cabra, vacuno y caballar) en el Bronce Pleno y Final. Del mismo modo las últimas campañas de excavación de A. Llanos en La Hoya (Alava) demuestran la existencia de niveles de ocupación del sitio desde mediados del II Milenio, cuanto poco; lo que sugiere una evidente continuidad en los grupos de población desde varios siglos antes (no se olvide la densidad de yacimientos del Neolítico avanzado y Calcolítico), aunque cambien las modas y las técnicas.