Lexique

NEOLITICO

Las poblaciones de la época. Durante el Neolítico y la Primera Edad de los Metales (Calcolítico) se produjo la conformación básica de los distintos componentes étnicos de muchos pueblos de Eurasia. De aquellas épocas provienen los caracteres fundamentales de su constitución física y, en bastantes ocasiones, de su distribución territorial. En la opinión justificada de R. Riquet (1976:151) ya se puede rastrear "la trama de fondo de la antropología francesa desde el Mesolítico" con una combinación de elementos mediterranoides y alpinoides: diversos factores posteriores ("su propio género de vida, sus luchas intestinas y grupos invasores") la alterarían parcialmente, fijando sus rasgos históricos. La dinámica de conformación de todas aquellas etnias viene condicionada por diversos factores: dependientes unos de mecanismos internos al propio grupo (de carácter genético, p.e.) y otros de tensiones externas (situaciones ecológicas, culturales y sociales) con las que deben enfrentarse. De especial significado parecen ser en los milenios en que transcurren el Neolítico y la Edad del Bronce:.los cambios sustanciales en las economías de subsistencia (adopción de nuevos hábitos alimenticios derivados de las actividades pastoriles y agrícolas), en la acumulación de cosechas y reservas, en las consecuencias de las innovaciones derivadas de la mejora de los sistemas de transporte y en el consiguiente incremento de las relaciones mercantiles de intercambio;.los movimientos de poblaciones que tienden a fijar progresivamente a las diversas colectividades en aquellos parajes de cuyos recursos se hacen explotadores especializados: lo que llevará a una sedentarización de las gentes, al inicio de la territorialización de los países y a la aparición de tensiones por el control de las zonas de aprovisionamiento (pastos, filones, puntos de agua...);.la evidente alza de los índices de la vida media de los grupos de población, según se aprecia en estudios comparativos elaborados hace varias décadas por el antropólogo H. V. Vallois sobre series del Sudoeste europeo. Conforme a los restos humanos controlados, éstos serían los porcentajes por lotes de edades (de 0 a 20 años, de 21 a 60 años, y de más de 61 años de edad) entre las gentes del Paleolítico Medio (Neanderthal), del Superior, del Epipaleolítico-Mesolítico y del Calcolítico (Bronce Inicial):

  0 a 20 21 a 60 más de 60
Neanderthal
Paleolítico Superior
Mesolítico
Bronce inicial
55 %
34,3
37
25,1
45 %
65,7
61,5
68,5
0
0
1,5
7,3

Quienes han estudiado la antropología física en el Pirineo vasco llegaron, como es sabido, a definir con seguridad un tipo propio (el "pirenaico-occidental"). Las investigaciones cuidadosas de T. de Aranzadi, de R. Riquet y de J. M. Basabe han determinado, entre otras cosas, que el tipo "vasco" actual pudo estar ya conformado en el Neolítico Final y en el Calcolítico. Se puede recordar, al respecto, el informe elaborado por P. Marquer sobre una calota craneana hallada en nivel eneolítico de Atxeta, como significativo de una opinión científica compartida: "podemos afirmar que el individuo de Atxeta (Marquer 1959:415)... no estaba muy lejos de los otros de edad neolítica descubiertos en cuevas y dólmenes del País Vasco español. Pero era, sin embargo, más dolicocéfalo que los vascos actuales de Guipúzcoa, que se encuadran sin duda entre los mesocéfalos; ahora bien, las características métricas de su frente y ciertos rasgos descriptivos (forma general de la bóveda craneana, presencia del "moño", traza de las suturas, morfología de la frente) son casi similares a los que actualmente se encuentran entre los vascos de la zona española". Este tipo pirenaico-occidental convive en el territorio de Euskal Herria y zonas limítrofes con una muy amplia representación de las poblaciones mayoritarias en la Península Ibérica -los "mediterráneos gráciles") con otros componentes menores (mediterráneos robustos, braquicráneos, etc.). Los lotes de huesos humanos disponibles en nuestros museos para una determinación concreta de la composición de las poblaciones en todo el territorio no son abundantes ni bueno el estado de conservación de las evidencias recuperadas en las excavaciones. La mayoría de lo que hoy se tiene procede de yacimientos de la zona occidental de Navarra y vecinas (ámbitos del Aralar y de Urbasa: con hallazgos en sepulturas megalíticas) y de algunos lugares de Alava (al O., en la cuenca del Bayas, el dolmen de Gúrpide Sur en Cuartango, las cuevas de Gobaederra, Lechón y Arralday, y la cueva de Fuente Hoz; y en La Rioja, depósitos en sepulcros dolménicos). Con ese efectivo (y evidencias sueltas de otros lugares; ninguna aún aprovechable de Iparralde) debe de esbozarse el cuadro de las poblaciones en su evolución, con una apoyatura documental no muy firme: para el Neolítico pleno apenas se pueden emplear sino las series de Fuente Hoz; para el Calcolítico y Bronce Antiguo son las series más abundantes (de cuevas sepulcrales y de dólmenes); no teniendo otra referencia para el Bronce Final (en un conjunto de alóctonos, muy peculiar) que la de los enterrados en la cueva de Urbiola. En cuanto a lo que supera el mero análisis racial e intenta establecer otros aspectos más genéricos de los grupos humanos (como es la composición interna de los grupos, su distribución territorial o su dinámica de migraciones en tiempo y espacios) se debe reconocer que casi todo está por decidir. Algunos ensayos de demografía (como el presentado hace no mucho por F. Galilea a partir del control de las cartas de distribución de las sepulturas monumentales) habrán de ser, lógicamente, enmendados conforme vaya cambiando la entidad de los efectivos que hoy se conocen o se corrijan los módulos (de capacidad o de amplitud cronológica en el uso) empleados para establecerlos. Hallazgos muy recientes en cuevas que en su estratigrafía testimonian situaciones de cambio cultural o de ocupaciones (Marizulo, Zatoya, Fuente Hoz, Peña, Padre Areso,...) permiten augurar futuras constataciones más firmes. Las principales hipótesis formuladas hoy entre la dinámica del cambio cultural y antropológico de las civilizaciones de cazadores a las de agricultores y pastores afrontan series de datos cuya explicación coherente resulta problemática. A veces encuentran un argumento lógico en una situación de continuidad; otras sólo se explican como producto de migraciones e intercambios; suponiendo algunos claros ejemplos de procesos de aculturación. Las premisas ineludibles, hoy por hoy, para abordar el tema concreto de la conformación de las etnias en estas épocas de la Prehistoria del Sudoeste europeo son, en acuerdo de la mayoría de los antropólogos:

a) la relativa continuidad de los grupos humanos del Epipaleolítico inicial con respecto a los del Paleolítico Superior.

b) La "ruptura neta" entre las poblaciones del Epipaleolítico avanzado ("Mesolítico") y las del Neolítico pleno.