Concept

Narrativa vasca del siglo XX, o la memoria de la nación

Podemos decir que fue en la década de 1950 cuando la literatura vasca se institucionalizó como actividad autónoma dentro de la vida literaria vasca (Lasagabaster, 2005: 123-136). La narrativa vasca sintonizó con las corrientes literarias europeas del momento, y esta sintonía también se vio plasmada en el interés que las traducciones al euskera de Shakespeare, Baroja, Homero o Juan Ramón Jiménez fueron despertando. Esta tendencia se vio incrementada con la traducción, en las décadas siguientes, de obras de Hemingway, Tagore, Ionesco, Cela, Brecht, Camus, Kafka, Stevenson o Twain. La creación de la colección "Kulixka Sorta" de la Editorial Itxaropena de Zarautz en 1952, dio un empuje a la normalización del lenguaje literario vasco, puesta al día que pretendió emprender e impulsar la creación de nuevas revistas como Jakin (1956), Karmel (1950) o Anaitasuna (1953), y supondrá una importante plataforma cultural para el relanzamiento de la vida cultural vasca.

La novela vasca pasó del modelo costumbrista vigente hasta la fecha a un tipo de novela de corte existencialista con Leturiariaren egunkari ezkutua [El diario secreto de Leturia] (1957), de Jose Luis Alvarez Enparantza, Txillardegi. Es cierto que se publicaron otras novelas de tono existencial (como las de Eusebio Erkiaga o la de Sebastián Salaberria), pero ninguna tenía la novedad narrativa que traía la de Txillardegi. Al igual que A. Roquentin en La Nausée (1938), Leturia, el primer héroe problemático de la novela vasca, plasma en su diario la ausencia de sentido de la existencia humana y reflexiona en torno a los temas cruciales del existencialismo: la soledad, el fracaso, la muerte, la angustia que genera el tener que decidir. Las siguientes novelas de Txillardegi (Peru Leartzako (1960) y Elsa Scheelen (1969)) también se adscribirán a la tipología existencialista.

Por su parte, Jon Mirande, heterodoxo y nihilista, admirador de Poe y Baudelaire y lector de Nietzsche, también nos dejó una novela, Haur besoetakoa (1970) (La ahijada, traducido por E. Gil Bera, 1991), una novela psicológica que recordaba por su tema, la relación entre un hombre maduro y su jovencísima ahijada, a Lolita de Nabokov.

El activismo político contra el régimen del dictador Francisco Franco fue de la mano de un activismo cultural durante las décadas 60 y 70. Son años en los que se acometen iniciativas importantes, tales como, las campañas de alfabetización y afianzamiento de las escuelas vascas o ikastolas, la unificación de la lengua vasca (1968), la creación de nuevas editoriales que incrementan la producción en euskara (en 1965 se celebra la primera Feria del Libro Vasco en Durango), el surgimiento de la canción moderna con grupos como Ez dok amairu (1963). Se ha dicho que a la ortodoxia cultural vigente en la época, se contrapuso una heterodoxia cultural y política, impulsada por autores como el poeta bilbaíno Gabriel Aresti, el insigne filólogo Koldo Mitxelena y el escultor Jorge Oteiza.

En 1969, la publicación de la novela Egunero hasten delako [Porque comienza cada día] del escritor Ramón Saizarbitoria (1944), supuso el relevo de la poética existencialista por una novela experimental próxima al Nouveau Roman francés. Aunque durante las décadas 1960-70 se publicaron novelas de corte social (como las de Xabier Amuriza, Txomin Peillen o Xabier Gereño), o de tipo alegórico que trataron de burlar la censura franquista (como las de Anjel Lertxundi oMikel Zarate), la verdad es que fue la tendencia experimentalista la que prevaleció y realizó las aportaciones más interesantes para la renovación del género. Egunero hasten delako narra en dos planos narrativos independientes que se van alternando, la historia de una joven estudiante que quiere abortar y la conversación que tiene lugar en una estación de ferrocarril entre un personaje extraño y uno o varios interlocutores anónimos. La segunda novela de Saizarbitoria, 100 metro (1976) (Cien metros, Ed. Nuestra Cultura, 1979) no sólo confirmó las expectativas del lector de la época sino que, en gran medida, las superó. Aunque es cierto que la historia que se narraba en el plano principal de la novela, a saber, los últimos cien metros de un activista de ETAantes de ser abatido por la policía en una plaza de San Sebastián, condicionó poderosamente las lecturas que en su día se hicieron de la novela, la verdad es que el autor se anticipó a la novela vasca de la última década del siglo XX en su intento de reflexionar sobre la violencia terrorista de la banda ETA, surgida en 1959. La publicación de la tercera novela de Saizarbitoria, la metanovela Ene Jesús (¡Ay, Dios mío!, 1976), marcó el final de la fase experimental de la novela vasca.