Politiques et Fonctions Publiques

Madoz e Ibáñez, Pascual (version de 1989)

El bienio progresista; La ley Madoz. Los diez años de mandato del partido moderado pusieron de manifiesto la falta de unidad de la derecha liberal. Era necesaria una revolución, o, por ser más preciso, las revoluciones de 1854. La Gaceta de Madrid del día 8 de agosto de 1854 publicaba el nombramiento de Madoz como gobernador civil de Barcelona. Se encontraba en Lérida cuando recibió la noticia de su nombramiento. El 10 de agosto hizo su entrada en la Ciudad Condal, donde permaneció hasta el 22 de octubre. La situación conflictiva entre obreros y patronos y el cólera fueron los problemas más graves a los que tuvo que hacer frente. El Gobierno de Madrid le concede la Gran Cruz de Isabel II, a la que renuncia. Sin embargo acepta la distinción de hijo adoptivo de Barcelona. Entramos ahora en el período de la vida de Madoz más conocido: su paso por el Ministerio de Hacienda, durante 4 meses largos; el motivo por el que los historiadores se han ocupado de esta etapa de su carrera no es otro que la ley de desamortización de 1855. Expuso a la aprobación del ejecutivo unos puntos como condición para aceptar el cargo. Uno de ellos era la desamortización. En opinión de Madoz debía realizarse sin que fuera necesaria la aprobación de Roma ante lo que el Consejo de Ministros se pronunció afirmativamente. Tampoco hubo problemas para ponerse de acuerdo en las tres propuestas referentes al conocimiento inmediato del estado del Tesoro, a la organización del Senado y a la Ley Fundamental. Respecto a esta última, Madoz propuso que debería hacerse una Constitución «muy liberal». Cuando Madoz propuso su programa desamortizador, existían ya en España múltiples precedentes. Los decretos del bienio 1836-1837 fueron los de más amplia repercusión, antes de la ley del 1 de mayo de 1855. Asimismo, la desamortización de los bienes pertenecientes a los ayuntamientos no se planteó. Madoz es partidario de la desamortización total. «Todo el mundo sabe -decía en el Congreso- que yo llevo el pensamiento de mi desamortización a la desaparición completa de la mano muerta, de la mano mortífera (...), yo he de desamortizar los bienes del clero si puedo, los bienes de los municipios, de los establecimientos de instrucción y beneficencia». Por su parte, la iglesia había manifestado su disconformidad ante las medidas de Madoz. Los modos del ministro hicieron imposible el entendimiento, y al final acabaron rompiéndose las relaciones con la Santa Sede. En junio de 1855 Madoz presentó su dimisión y volvió a ocupar su escaño en la Cámara.