Villes

Lekeitio

Parroquia dedicada a la Asunción, arciprestazgo de Lekeitio, diócesis de Bilbao, archidiócesis de Burgos. Ermitas de la Magdalena, San Juan Talako y Santa Elena. Monasterio de Santo Domingo (1538), Compañía de Jesús (1688) y Convento de Las Agustinas (1891). Ermita de Sta. Catalina de Ansoritz. Según la tradición, la iglesia tiene su origen en una imagen de la Virgen hallada en la playa en el año 730. A juzgar por el Fuero de población, el patronato debió de ser laico comprándolo D.ª María Díaz de Haro que cedería sus dos terceras partes a la villa. Posteriormente disfrutaron del tercio del diezmo los componentes de la familia Adán de Yarza. En 1503, el marino Iñigo de Artieta, durante muchos años empleado en la armada real, hace un contrato con las religiosas dominicas de dicha villa, por el cual cede 8.600 maravedís para que el convento sostuviera un capellán que diariamente celebrase a su intención. De ellos, se emplearon 2.600 en la erección de una capilla en la que él y sus sucesores fuesen sepultados (E. J. de Labayru: Historia General del Señorío de Vizcaya, t. IV, p. 13). En marzo de 1519 llegó de Roma una importante bula por la que se solucionaban todos los pleitos existentes entre las iglesias de Ispaster, Amoroto y Gizaburuaga con su iglesia matriz, Santa María de Lekeitio. Por esta bula se concedía a las iglesias filiales el derecho a tener presbiterios idóneos para la cura de almas, pila bautismal, sepulturas, etc. El cabildo de Lekeitio debía asignar con residencia perpetua a dos sacerdotes para Ispaster, dos para Amoroto y uno para Gizaburuaga. Los obispos de Salamanca y León y el deán de Calahorra fueron los encargados de que se cumpliese lo mandado. A partir de esta bula, las tres iglesias filiales quedaron constituidas en parroquias (Estanislao Jaime de Labayru: Historia General del Señorío de Vizcaya, t. IV, p. 91). En 1523 Juan Esteban de Axpe y su mujer María Pérez de Zatica construyen la ermita de Santa Elena o Santa Cruz de Lekeitio. Entre el cabildo de Santa María de Lekeitio y sus filiales, San Miguel de Ispáster y San Miguel de Ereño, se otorgó un capitulado sobre el régimen de estas parroquias, que debía ser presentado a la aprobación del obispo. Esto ocurría el 25 de septiembre de 1574 (Estanislao Jaime de Labayru: Historia Genral del Señorío de Vizcaya, t. IV, p. 417). En el año 1617 el ayuntamiento y el cabildo de Lekeitio donaron a los franciscanos la isla de San Nicolás, para que instituyeran en ella un convento. Una comunidad de la citada orden se instaló, pero hubo de abandonar la isla en el año 1650 ante la incomodidad de la vivienda y la exigüedad del terreno, habiendo enfermado numerosos religiosos. El Señorío de Vizcaya, viendo la labor de los padres de la Compañía de Jesús en su colegio de Lekeitio, acordó en el año 1633 concederles por dos años lo que la villa debía dar en los repartimientos por los gastos generales del Señorío, ya que los religiosos vivían dentro de la mayor miseria (Estanislao Jaime de Labayru: Historia General del Señorío de Vizcaya, t. VI, p. 188). En el año 1655 tuvo lugar un curioso pleito entre el cabildo eclesiástico de Lekeitio y la cofradía de mareantes de la villa. El cabildo asistía antiguamente a unas procesiones y paseos, pero había dejado de hacerlo por considerarlo irrisorio y si asistía no lo hacía con el ornato de antaño (Estanislao Jaime de Labayru: Historia General del Señorío de Vizcaya, t. V, p. 401). A comienzos del s. XVIII, el pueblo de Lekeitio formaba parte de la denominada vicaría de Lekeitio, bajo la jurisdicción de la sede episcopal de Calahorra (E. J. de Labayru: Historia General del Señorío de Vizcaya, t. VI, p. 30). En el año 1712 el rey Felipe V ratificó el privilegio que don Juan dió el 3 de noviembre de 1318 a las dominicas de Lekeitio, por el que se concedía al convento dos mil maravedís de renta anual perpetua (E. J. de Labayru: Historia General del Señorío de Vizcaya, t. V1, p. 61). Se dice que el santo dominico San Vicente Ferrer a su paso por Lekeitio estableció la práctica del rosario en estas religiosas de Santo Domingo. En el año 1745 las dominicas levantaron doce pies la altura de las paredes y tejado de su iglesia. Esta obra dio lugar a que don Ignacio de Villarreal entablara un pleito contra ellas, por considerar que él tenía derecho a la obra, ganando el litigio las religiosas (E. J. de Labayru: Historia General del Señorío de Vizcaya, t. VI, p. 256). A mediados del s. XVIII los jesuitas del colegio de Lekeitio escribieron una obra sobre hidráulica, cuyo importe lo destinaron a la construcción de su templo y cada ejemplar se tasó en cinco reales (E. J. de Labayru: Historia General del Señorío de Vizcaya, t. VI, p. 334). El cabildo de Lekeitio fue uno de los que acudió a Carlos II pidiendo que levantase el secuestro y prohibición de la presentación de beneficios, mandado en la O. R. del 20 de junio de 1760. Dicho cabildo alegó el privilegio de Doña María Díaz de Haro, señora de Vizcaya de 1325, una provisión del emperador Carlos V, dada en Madrid el 8 de mayo de 1530; igualmente, otra sentencia de concordia y número de beneficiados formada entre el cabildo eclesiástico y villa de Lekeitio y el obispo de la diócesis, D. Juan Bernal de Luco, fechada en Marquina el 5 de noviembre de 1545, en la cual se señalaba el número fijo de beneficiados para servir en Santa María y sus anejas, a saber: 10 beneficios enteros; 4 medios y 4 de cuarta en propiedad y otros 4 de cuarta también, pero amovible ad nutum, y la regla y medio de hacer las presentaciones por los 10 beneficiados de entera congrua (E. J. de Labayru: Historia General del Señorío de Vizcaya, t. VI, p. 363-364).

Ainhoa AROZAMENA AYALA