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GANADERÍA (LA HISTORIA DE LA ACTIVIDAD GANADERA)

Propiedad y comercialización. Para completar el panorama de esta ganadería histórica o tradicional quedan solamente dos aspectos por tratar: la propiedad de los ganados y la comercialización de los productos obtenidos. Por regla general, en el caserío la propiedad y gestión de los rebaños era privada. Existe sin embargo, una excepción: Zuberoa. En esta entidad histórica se acostumbró a reunir ovejas pertenecientes a varios caseríos con el fin de trasladarlas a los pastos de montaña, donde eran vigiladas por turnos organizados entre los diferentes pastores. Esta costumbre se ha mantenido hasta nuestros días facilitando la conservación de la ganadería ovina con unas condiciones de vida más fáciles. En el medio mediterráneo, además de los rebaños concejiles y los pertenecientes a varios vecinos que se unían bajo un mayoral, existía la costumbre de reunir los rebaños para su traslado a los pastos veraniegos de Urbasa-Andía. La abundancia de estos sistemas que reúnen cabezas de ganado se explica por la dedicación que requieren las grandes parcelas para ser puestas en cultivo, apareciendo en consecuencia esta dedicación exclusiva. Como recoge A. Floristán, las reuniones de cabezas de ganado reciben nombres diferentes en la Ribera: "dula", si se trata del ganado equino de reja o labor; yeguería, las yeguas; cabrería, las cabras; y cinquena, cincuenta cabezas, bien fueran cabras u ovejas. La comercialización tradicional de los productos ganaderos tenía un carácter modesto en comparación con el volumen actual. No debemos olvidar que en un mundo predominantemente rural cada explotación mantenía el sistema autárquico antes explicado. Sólo en la segunda mitad del siglo XIX se experimenta la citada demanda de productos que generarla los cambios suscritos. Los productos, por otra parte, raramente se comercializaban en fresco hasta fines del siglo XIX. La leche de cabra o de oveja se consumía en forma de quesos o cuajadas y la de vaca se elaboraba previamente en forma de mantequilla, hábito este último que era todavía común a principios de nuestro siglo para los caseríos alejados de los centros urbanos. Los circuitos normales fueron las ferias y mercados localizados a lo largo de toda nuestra geografía y en general dispuestos en los cruces de caminos. Son los más importantes los de Salvatierra, Guernica, Durango, Alsasua, Tudela, Estella, Sangüesa, Elizondo, Tolosa, Villafranca de Ordizia, Zumárraga, Vitoria, Mauleón, Espelette, Irurzun y St. Jean Pied-de Port. Algunos de ellos todavía se mantienen en pleno funcionamiento, aunque las principales transacciones comerciales se realizan ya fuera de nuestro país. También existieron mercados ubicados fuera de los recintos urbanos, celebrándose en pleno monte y coincidiendo con las reuniones de las mestas. Tal era el caso de Aralar, Bardenas Reales, Urbasa... habiendo desaparecido en la actualidad.