Poètes

Figuera Aymerich, Ángela

Escritora. Bilbao, 1902 - Madrid, 1984.

Ángela Figuera Aimerich nació en la calle Espartero de Bilbao el 30 de octubre de 1902. Su padre, Jesús Ángel Figuera Figuera, nació en Cuba, en un pueblo de La Habana llamado Nueva Paz, pero su familia procedía de Valencia. Estudió ingeniería en Cuba y en Barcelona, donde conocería a la futura madre de Ángela: Amelia Aymerich Sánchez, hija de un matrimonio de artesanos de Alcira. Tras casarse, Jesús Ángel logró una cátedra en el colegio de ingenieros de Bilbao, por lo que se fueron a vivir a la capital vizcaína, donde nacería Ángela.

Era la mayor de nueve hermanos, algo repercutió tanto en su vida diaria como en su trayectoria profesional. De hecho, dada la delicada salud de su madre, hubo de suplir en muchas ocasiones esa figura y cargó con la responsabilidad de cuidar de la familia. Esta experiencia influyó en su modo de ver el mundo, en tanto que mujer y también madre.

En sus comienzos como escritora, fue importante la influencia de la poesía de Juan Ramón Jiménez y Antonio Machado, ya que escribía sobre la misma temática. En sus textos recogía a menudo sucesos cotidianos.

Poco a poco, comenzó a escribir desde un punto de vista femenino, algo que se iría en uno de los ejes de su poesía. Se preocupó por el papel que desempeñaba la mujer en la sociedad; como madre y esposa, recurrió a menudo a sus propias vivencias. Sin embargo, en este sentido, dejó a un lado cualquier tópico e idealización sobre las mujeres y ofreció una visión íntima de la parte humana de la persona. Buscaba así expresar la admiración y el respeto hacia la persona más allá del género y de las diferencias de clase. Considera a la mujer como sujeto activo para el cambio de la sociedad.

Durante un tiempo, Ángela realizó lo que se conoce como "poesía desarraigada", una corriente de características existencialistas. Después de esta etapa, comenzó a escribir poesía social junto con poetas como Gabriel Aresti, Blas de Otero o Gabriel Celaya. Sin embargo, al contrario de éstos, ella no pensaba que la poesía pudiera cambiar la realidad o la sociedad, pero sí que podría serle útil a la gente para acercarse al ser humano y estar a su lado. Mediante una escritura sin artificios escribía para que su mensaje llegase a la gente. Su poesía también ha sido considerada como existencialismo solidario.

De niña, estudió en la escuela cristiana Sacre Coeur, donde aprendió a leer y a escribir. Durante esos años aprendió francés, algo que le ayudó a acercarse a la literatura francesa. Por otro lado, en su casa trataron de inculcarle conocimientos de arte, literatura, y de cultura en general. De hecho, tenían una gran biblioteca gracias a la cual, desde pequeña pudo conocer los grandes clásicos de la literatura universal. En este contexto, pronto nacería su afición por las letras. Los cuentos que escribía para sus hermanos pequeños fueron sus primeros pasos en la escritura.

Durante la adolescencia leyó y escribió abundantemente. En sus cuadernos inéditos surgirían los primeros indicios de las inquietudes que trataría posteriormente. Escribió bastante más de lo que guardó, tal y como refiere su marido en Datos biográficos y recuerdos de Angela Figuera, aún sin publicar:

"Como Ángela siempre tuvo mucha imaginación y versificaba con extraordinaria facilidad le escribía y contaba a Diego infinidad de cuentos que no se han conservado, lamentablemente, porque siempre ha tenido la manía de romper lo que, más tarde, ya no le gustaba".

Su juventud, la pasó en el País Vasco, donde llevó una vida tranquila. Por ello, es escasa en su obra la presencia de su lugar de nacimiento. Aparecerá sobre todo en los poemas escritos durante aquellos años, textos que la propia autora destruyó por creerlos faltos de valor. Algunos de los que guardó se los regaló a su marido escritos en un cuaderno como regalo de bodas. En ellos habla con nostalgia sobre Bilbao y Bizkaia, trayendo su infancia a la memoria.

Así se dirige a Pablo Neruda en el poema Unas palabras a Pablo Neruda en 1974:

"Mi corazón quiso nacerallá en Vizcaya, bajo un cielorubio y azul si el sol quería."

Después de acabar la educación primaria, estudió el bachillerato. Aunque hoy en día es común que las chicas cursen estudios secundarios, esto no era así en aquella época. Por ello, esperó dos años para empezar a la vez que su hermano. Ángela fue una de las primeras mujeres en realizar estos estudios. En esta época conoció al que posteriormente se iría en su marido, su primo Julio Figuera.

En 1924, quiso estudiar Filosofía y Letras, pero su padre prefería que estudiara una carrera con mayor salida profesional, como Odontología. Finalmente, el padre respetó la voluntad de su hija, siempre que se quedase en Bilbao. Tras estudiar por libre, acabaría la carrera en Madrid.

Dos años después de comenzar sus estudios su padre falleció y, dado que la situación económica familiar era delicada, recibió ayudas por parte de la familia de Julio para poder finalizar los estudios. En Madrid se fortaleció su relación con Julio y se prometieron.

En 1928 volvió a Bilbao y comenzó a trabajar en la empresa "Aceros Poldi". En 1930 falleció su abuela, por lo que la familia decidió trasladarse a Madrid en busca de mayores oportunidades laborales. El único que se quedó en Bilbao fue su hermano Rafael, un gran pintor, que comenzó a relacionarse con diferentes personalidades de la cultura que más adelante influirían en Ángela. Ella no volvería muchas veces a su tierra y, afincada en Madrid, trabajó en los colegios Angela Decroly y Montessory.

En 1932, se casó con Julio Figuera y ese mismo año se mudaron a Huelva. Al año siguiente consiguió una cátedra para trabajar en institutos de secundaria, en los que dio clases de lengua y literatura.

En 1935 tuvo a su primer hijo, que moriría al nacer. Este trágico suceso marcó su vida y su poesía:

"Debisteis dármelo. Yo hubiera debidotenerlo un breve tiempo entre mis brazos,pues solo para mí fue cierto, vivo..."

En julio de 1936 se encontraba en Madrid haciendo un cursillo para la cátedra, cuando tuvo lugar el alzamiento militar que daría paso a la Guerra Civil. Para entonces estaba de nuevo embaraza y en diciembre nació su único hijo, llamado Juan Ramón, en homenaje a Juan Ramón Jiménez. En el momento del parto, el bando nacional bombardeaba Madrid, tal y como ella misma relataría después en este poema:

"Y en medio del olvido refrescante,en lo mejor del conseguido sueño,surgía denso, alucinante, broncoel bélico zumbar de la escuadrilla.

Bramando, sacudiendo, despeñándose,atropellándose los ecos,iban las explosiones avanzando,cada vez más cercanas,hasta que, al fin, la muerte en torrenteraen avalancha, transcurríasobre nuestras cabezas sin refugio."

Su marido, siendo socialista, se había alistado en un batallón miliciano y luchó a favor de la república. Ángela fue evacuada a Valencia y Murcia después, donde trabajó como profesora. Más tarde, trasladaron a Julio a Murcia, donde se reuniría con la familia en 1938. Permanecieron en Molina de Segura, pero Julio fue encarcelado en la prisión de "Monteolivete" acusado de ser comunista hasta que finalizó la guerra. Por su parte, a Ángela le retiraron el título universitario por estar a favor de la república. Esto le traería graves consecuencias, ya que le echaron del trabajo y le despojaron de todos sus bienes.

Luchando por seguir adelante, fueron a Madrid, con intenciones de poder pasar desapercibidos en una gran ciudad y poder así huir de la represión. Los primeros años de la dictadura fueron muy duros. Mientras su marido padecía de paludismo, Ángela fue con su hijo a trabajar a Soria.

Poco a poco, consiguió que la situación económica volviese a su cauce. Una vez estabilizada, comenzó a escribir de nuevo. En este contexto, publicó su primer libro de poemas en 1948: Mujer de barro. Este trabajo tuvo muy buena aceptación entre los lectores, lo que le posibilitó seguir publicando. Convirtió la afición en oficio y a lo largo de las décadas siguientes desarrolló una fructífera trayectoria, con uno o más libros publicados al año.

Al año siguiente, presentó su libro Soria pura (Mensajes, 1949). Al principio se adentró en el simbolismo pero, motivada por la situación social, inició una nueva etapa que llamaría etapa preocupada; comenzó a preocuparse por los problemas sociales, tales como la falta de libertad, la pobreza o la guerra, entre otros.

Volvió en contadas ocasiones a Bilbao. Algunas de éstas, serían para visitar a su hermano Rafael. Éste vivía en el chalet "Munitis", en la zona del Carmelo. Eran célebres las tertulias que cada sábado se organizaban en aquella casa. Allí se reunían, junto a los hermanos Figuera, grandes personalidades de la cultura vasca de la época: Jorge Oteiza, Gabriel Aresti, Blas de Otero, Gabriel Celaya, Federiko Krutwig, Vidal de Nicolás, Gregorio San Juan, Sabina de la Cruz, Amparo Gastón, etc. En aquella época, entabló correspondencia con los escritores Gabriel Celaya y Blas de Otero, expresando sus inquietudes respecto a diferentes temas.

En 1951, la revista Índice de las artes y las letras premió su poema Destino. En 1952 empezó a trabajar en la Biblioteca Nacional de Madrid, donde ofertaban el servicio de "bibliobuses", para acercar la cultura a los barrios menos favorecidos de la ciudad. Allí escribió El grito inútil, ganador del premio Ifach. En 1953 publicó las obras Víspera de la vida y Los días duros.

Corrían los tiempos más duros del Franquismo y la censura utilizaba sus más afiladas tijeras. Ángela, era consciente de que de ninguna manera le permitirían publicar todo lo que escribía. Dada su actitud crítica frente al régimen, decidió publicar su trabajo en el extranjero, para poder enseñar su poesía en toda su desnudez.

De este modo, en 1958 publicó en Méjico Belleza cruel gracias a la editorial Torremozas. El prólogo de esta edición lo escribió León Felipe, escritor zamorano en el exilio, que alababa el libro que tenía entre sus manos.

El libro tuvo muy buena acogida, tanto entre los lectores como en la crítica y ganó varios premios. Logró el premio de poesía Nueva España que otorga La Unión de Intelectuales Españoles de Méjico. Con este libro la escritora quiso dar voz a aquellos que sufrían la represión y que vivían sin esperanzas; ponerse al lado de la persona y ayudarle en su camino para, de este modo, tender puentes entre hermanos. Criticó, sin ningún tipo de piedad, a los banqueros, ministros y generales. Construyó un puente entre los autores españoles que escribían bajo la censura y aquellos que estaban en el exilio, como León Felipe. Al mismo tiempo, entabló relación con autores sudamericanos como el chileno Pablo Neruda. Un año antes, en 1957, Ángela estuvo en París gracias a una beca para realizar un estudio bibliotecario. Allí se reunió con Neruda, quién le entregó la Carta a los poetas españoles, manuscrito dirigido a los escritores que padecían la dictadura. Autores como Neruda mostraban una ferviente actitud a favor de la República pues, muchos de ellos, habían sufrido la dictadura en sus respectivos países. En aquella tesitura, difícilmente cabría esperar un auge del pensamiento libre en España y el resurgir de la poesía.

La obra de Ángela, además de ser subversiva y rebelde, consiguió una gran aceptación por parte de escritores extranjeros de ideología progresista. Este hecho dificultó la distribución comercial de sus libros en España. Sin embargo, el resultado fue el contrario. En un principio importaron unas pocas unidades en fotocopias; la gente incluso las copiaba a mano para poder hacérselas llegar a las personas encarceladas. Con todo ello, el libro fue más leído que vendido y, a pesar de todos los obstáculos, su libro Belleza Cruel llegó a ser uno de los libros más copiados de su época.

Al cabo de tres años, en 1961, se trasladó a Avilés. Allí le esperaba su marido, que trabajaba como ingeniero en metalurgia. Ese año se publicó en Caracas (Venezuela) el libro Primera antología. Al año siguiente, publicó Toco la tierra. Letanias (Rialp, 1962), tras el cual haría una pausa en su producción literaria, poniendo fin a la periodicidad de sus publicaciones en la última década. Los años siguientes iría alejándose cada vez más del mundo de la literatura.

En 1966 visitó la Unión Soviética, y en 1969 viajó a Méjico, el primer país extranjero en el que había sido conocida su obra. Dos años después, en 1971, habiéndose retirado Julio, volvieron de nuevo a Madrid. En 1973, publicaría Antología Total, editada por Julián Marcos.

Pasaron diecisiete años de silencio hasta que, a excepción de la antología, escribiese una nueva obra. En 1979, presentó este libro, dirigido a los niños. Este sería el último libro que vería publicado: Cuentos tontos para niños listos (Cogarbur, 1979).

Enferma del corazón y los pulmones, alejada totalmente de la escritura, falleció en Madrid el 2 de abril de 1984. Dos años más tarde, se publicó Obras Completas (Hiperión, 1984), donde se recogía toda su producción literaria, y el libro de poesía infantil Canciones para todo el año (Trillas, 1984).