Al acaecer, la muerte de Franco (20 noviembre), las dos ramas de ETA se hallan otra vez en cuadro. Los PM contabilizan 500 miembros y simpatizantes encarcelados y 60 casas "quemadas".
Para reestructurarse amplían la dirección, en la que entra Apalategui, y plantean la urgencia de recoger la herencia política de la organización mediante la creación de un partido revolucionario abertzale que aglutine a militantes y allegados a la misma, algunos de los cuales (ex Frente Cultural de ETA) se hallan ya, desde 1974, agrupados en EAS (Euskal Alderdi Sozialista, luego EHAS y HASI) y otros (Frente Obrero de ETA) en LAIA, todos ellos en la KAS creada en 1975.
Se plantea la disyuntiva entre la creación de un partido marxista-leninista ortodoxo o un partido de masas, socialista no leninista. El indulto real del 26 de noviembre del mismo año, aunque raquítico, parece abrir las puertas a una liberalización del régimen. Pero la guerra de ETA contra las fuerzas de orden continúa y se inaugura una nueva modalidad de operación, el secuestro con extorsión monetaria, mediante el de José Luis Arrasate el 13 de enero de 1976.
Y mientras la Embajada española en París ofrece un total de 848 pasaportes, la muerte del industrial Berazadi (abril 1976) por el comando bereziak atrae sobre la organización una amplia condena.
ETA comienza a aislarse de una población que intenta la transición pacífica a la democracia parlamentaria, transición también entorpecida por unas fuerzas de orden desgobernadas (Vitoria 1976) y la actuación sincontrol alguno de las fuerzas de la extrema derecha (Montejurra) amén del aparato burocrático franquista aún intacto.
Sin embargo es indudable que algo empieza a cambiar en el verano de 1976. El 11 de junio tiene lugar la primera presentación pública de un partido aún no legalizado: ESB. En el mismo militan una buena porción de ex militantes de ETA entre los cuales su mismo fundador, Txillardegi. El 3 de julio la primera manifestación autorizada del postfranquismo recoge en San Sebastián a cerca de 100.000 personas que protestan contra los atentados de la extrema derecha. Cinco días después, otras tantas personas se manifiestan en Bilbao reclamando la amnistía denontzat (para todos). Por los cuatro costados del país se eleva este clamor y se conmemora el primer centenario de la abolición de los Fueros vascos que tuvo lugar el 21 de julio de hace cien años. El 30 de julio llega la primera amnistía que excluye "los casos en que hubiera muerte y peligro para la vida, los atentados y los delitos monetarios", es decir a la inmensa mayoría de los militantes de ETA. A la oleada de protestas por la exclusión de "los vascos" de la amnistía, se suma la indignación producida por la desaparición de Moreno Bergareche en Hendaya, acto que se atribuye entonces a la extrema derecha. La muerte de Zabala en las fiestas de Fuenterrabía sume a Euskadi en una huelga general (8 setiembre) que dura tres días.
Para reestructurarse amplían la dirección, en la que entra Apalategui, y plantean la urgencia de recoger la herencia política de la organización mediante la creación de un partido revolucionario abertzale que aglutine a militantes y allegados a la misma, algunos de los cuales (ex Frente Cultural de ETA) se hallan ya, desde 1974, agrupados en EAS (Euskal Alderdi Sozialista, luego EHAS y HASI) y otros (Frente Obrero de ETA) en LAIA, todos ellos en la KAS creada en 1975.
Se plantea la disyuntiva entre la creación de un partido marxista-leninista ortodoxo o un partido de masas, socialista no leninista. El indulto real del 26 de noviembre del mismo año, aunque raquítico, parece abrir las puertas a una liberalización del régimen. Pero la guerra de ETA contra las fuerzas de orden continúa y se inaugura una nueva modalidad de operación, el secuestro con extorsión monetaria, mediante el de José Luis Arrasate el 13 de enero de 1976.
Y mientras la Embajada española en París ofrece un total de 848 pasaportes, la muerte del industrial Berazadi (abril 1976) por el comando bereziak atrae sobre la organización una amplia condena.
ETA comienza a aislarse de una población que intenta la transición pacífica a la democracia parlamentaria, transición también entorpecida por unas fuerzas de orden desgobernadas (Vitoria 1976) y la actuación sincontrol alguno de las fuerzas de la extrema derecha (Montejurra) amén del aparato burocrático franquista aún intacto.
Sin embargo es indudable que algo empieza a cambiar en el verano de 1976. El 11 de junio tiene lugar la primera presentación pública de un partido aún no legalizado: ESB. En el mismo militan una buena porción de ex militantes de ETA entre los cuales su mismo fundador, Txillardegi. El 3 de julio la primera manifestación autorizada del postfranquismo recoge en San Sebastián a cerca de 100.000 personas que protestan contra los atentados de la extrema derecha. Cinco días después, otras tantas personas se manifiestan en Bilbao reclamando la amnistía denontzat (para todos). Por los cuatro costados del país se eleva este clamor y se conmemora el primer centenario de la abolición de los Fueros vascos que tuvo lugar el 21 de julio de hace cien años. El 30 de julio llega la primera amnistía que excluye "los casos en que hubiera muerte y peligro para la vida, los atentados y los delitos monetarios", es decir a la inmensa mayoría de los militantes de ETA. A la oleada de protestas por la exclusión de "los vascos" de la amnistía, se suma la indignación producida por la desaparición de Moreno Bergareche en Hendaya, acto que se atribuye entonces a la extrema derecha. La muerte de Zabala en las fiestas de Fuenterrabía sume a Euskadi en una huelga general (8 setiembre) que dura tres días.