Villes

ELGETA

Se ha hallado en su término o en el que actualmente constituye Bergara, vestigios neolíticos tales como un hacha pulimentada encontrada en Ubera, y dos galgales dolménicos hincados en las cercanías de la cumbre de Irutontorreta. La villa de Elgeta fue fundada en los campos de Maya por mandato del rey D. Alfonso XI. Para que tuviese efecto, despachó su privilegio rodado de carta-puebla en Valladolid a 13 de setiembre de 1335, expresando que hacía esta fundación para su hijo y primer heredero el infante D. Pedro. Por su tenor eximió a todos los labradores que viniesen allí a poblar y morar de la martiniega, infurción, fonsado, servicio o servicios, ayuda o ayudas y de todos los demás pechos correspondientes a su magestad por tiempo de diez años. Solamente reservó para sí la moneda forera, cuando acaeciese exigir de siete en siete años. A los hijosdalgo que viniesen a poblar y morar al mismo lugar les hizo además libres del pago de todo pecho por toda su vida. Finalmente otorgó a todos los pobladores de Elgeta los fueros que tenían los de Vitoria y Mondragón, y la facultad de comprar y adquirir lo que pudiesen de los vecinos de alrededor, aprovechándose de ello como de cosa propia. Este privilegio fue confirmado por D. Enrique II en las Cortes de Toro el 15 de setiembre de 1371, por D. Juan I en las de Burgos a 20 de agosto de 1379, por D. Enrique III en las de Madrid a 15 de diciembre de 1393, por D. Juan II en Alcalá de Henares a 6 de abril de 1408, por D. Enrique IV en Segovia a 15 de abril de 1471, y por los reyes católicos en Zaragoza a 13 de diciembre de 1493. A pesar de haberse expedido la mencionada carta-puebla, parece que los pobladores de esta villa hallaron algunas dificultades para su debido cumplimiento. Así es que hicieron presente al rey que no tenían término en que pudiesen mantener ni criar sus ganados, ni hacer las demás cosas necesarias, sin las cuales no podían ir a poblar y morar allí. En su consecuencia el mismo rey D. Alonso, por otro privilegio librado en Guadalajara el 20 de agosto de 1338 mandó a su merino mayor en Gipuzkoa, D. Ladrón de Guevara, que les señalase el término conveniente donde pudiesen poblar, mantener los ganados, labrar las tierras y plantar las viñas y frutales. El alcalde de Elgeta, Juan García de Galarraga, requirió el cumplimiento de este privilegio a Alvaro, hijo de Beltrán de Oñate, merino en Gipuzkoa por D. Ladrón de Guevara, justicia por el rey. Consta que dicho merino, constituido el día 26 de agosto de 1339 en el cementerio de la iglesia de Santa María de Elgeta, mandó que esta villa tuviese por término y jurisdicción todos los terrenos y montes comprendidos dentro de los limites que señaló. Tales son los nombrados Larrasole, sel de Asurza, agua de Arreta, mojones de Iraegi, mojón de Arrolaraz, mojón de Idoizarraga, Egoarribia de Yuso, sel de Ansola, río Ego arriba hasta Berengarate, Laueremengia, agua de Epela, Larrasole. Esta demarcación se hizo ante Juan Ibáñez, escribano público de la villa de Mondragón. Todavía hubo alguna oposición a que se observase esta determinación, como también para que algunos vecinos que moraban en los caseríos de la jurisdicción acudiesen a los llamamientos del concejo a ordenar la hacienda del mismo. Fue por lo tanto preciso recurrir nuevamente a la autoridad del rey D. Enrique II; quien en las Cortes de Toro a 15 de setiembre de 1371 libró una real cédula, mandando que todos los habitantes de la jurisdicción respetasen la demarcación que se había hecho de ella, y se sometiesen a su juzgado. Confirmóse esta determinación por D. Juan I en las Cortes de Burgos a 10 de agosto de 1379, y por D. Juan II en Alcalá de Henares a 6 de abril de 1408. Como la villa de Elgeta fue fundada al fuero de Vitoria, interesaba a sus habitantes obtener una confirmación explícita y particular de las exenciones y franquezas de que gozaban los de la misma ciudad. Conteníanse éstas en un privilegio dado por D. Sancho el Sabio, rey de Navarra, en Estella en el mes de setiembre de 1181; que es su carta de nueva población con el fuero de Logroño, con las modificaciones que expresa, sacando pues un traslado auténtico de él del archivo de dicha ciudad, lo presentaron a los Reyes Católicos con la pretensión de su confirmación, que la prestaron en Sevilla el 2 de enero de 1491. "E agora por vos Pedro de Ibarra, cuya es la casa de Elgeta, nuestro criado, en nombre del concejo, alcaldes, regidores, oficiales é hombres buenos fijosdalgo de la dicha villa de Elgeta nos fue suplicado é pedido por merced que les mandásemos confirmar é aprobar las dichas cartas de privilegios dados por fuero á la dicha ciudad de Vitoria é los otros que suso van encorporados é las mercedes en ellos é en cada uno de ellos contenidas, ó como la nuestra merced fuese. E nos los sobredichos rey D. Fernando é reina D.ª Isabel, por facer bien é merced al dicho concejo, alcalde, regidores, oficiales é hombres buenos fijosdalgo de la dicha villa de Elgueta tovimoslo por bien, etc." La ciudad de Vitoria tenía también un privilegio concedido por el rey D. Fernando III en Burgos a 24 de diciembre de 1254 sobre la exención del pago del portazgo de sus mercaderías en todo el reino; cuya gracia, extensiva a Elgeta, fue también comprendida en la precedente confirmación de los Reyes Católicos. La otorgaron de ambos documentos la reina D.ª Juana y su hijo el rey D. Carlos por cédula librada en Valladolid a 19 de diciembre de 1522, D. Felipe II por la expedida en Madrid a 24 de enero de 1565, y D. Felipe III en Valladolid a 7 de junio de 1602, la cual conserva la villa con sus correspondientes insertos. Los vecinos y moradores de esta villa tuvieron con los de Vergara por los años de 1346 ciertas disensiones y enemistades. Por consecuencia de ellas, fueron muertos en una pelea García de Berraondo, Iñigo de Irazábal, y Ochoa Martínez de Iribe, que eran de Elgueta, por los de Vergara; y ocurrieron además, robos, quemas y otros daños de una a la otra parte. Así resulta de una escritura de perdón que el concejo de Elgeta y varios parientes de dichos muertos dieron a Pedro Ortiz de Munabe, García Pérez de Angua y a Martín Campo, alcalde y jurados de Bergara al tiempo de los expresados sucesos, así que a todo el vecindario de esta última villa, en fecha 2 de mayo de 1348, por testimonio de Fortún Ortiz, escribano de Mondragón. No obstante esta composición, antes de un siglo de su otorgamiento ocurrieron nuevas desavenencias entre ambos pueblos; pues, según dice Fr. Diego de Ayala, el día 29 de mayo de 1446 los de Bergara y Unzueta pelearon con los de Elgeta, a quienes mataron tres hombres, hicieron correr hasta su pueblo, y les cogieron muchas armas. Parece que los de Unzueta y Zaldibar tuvieron con los de Elgueta otra pelea el día 24 de junio del mismo año, según se deduce de lo escrito por García de Salazar y el citado Ayala. Aquél, sin citar la fecha, dice que en aquella sazón los primeros fueron a buscar a los segundos a su mismo pueblo; y aunque se defendieron éstos, quedaron vencidos y encerrados en la villa, resultando muertos García de Elgueta, su pariente mayor, y otros diez de los suyos. Ayala confirma este suceso en lo sustancial, aclarando el día en que tuvo lugar, que es el que queda citado, y diferenciándose tan solamente en el número de muertos de los de Elgeta; pues supone que fueron dicho García y otros tres con muchos heridos. No se encuentra noticia de estos sucesos del año de 1446, ni en el archivo de Bergara, ni en el de Elgeta; y esto hace sospechar que su verdadera fecha corresponda al siglo anterior. El 28 de noviembre de 1794, el puesto de Elgeta, que domina las alturas de Bergara por la parte oeste de Vizcaya, es reforzado al ser advertido los intentos de las tropas francesas de entrar en Bizkaia a través de Sasiola y Elgoibar. Desde Elgeta, las tropas españolas rechazan a los franceses, obligándoles a evacuar Bergara el día 2 de diciembre. Al deber abandonar Elosua el 29 de junio de 1795, debido a la presión de las tropas francesas, el general español Crespo distribuye sus tropas en dos frentes, uno en la zona de Elgeta-Intxorta y otro en la zona de Oñate-Legazpi, llevando su cuartel general a Mondragón. Según consta en las actas del 6 de julio de 1795, la villa tuvo que vender los comunales para poder hacer frente a los innumerables gastos de esta guerra. Las calamidades prosiguen durante el período de las guerras napoleónicas; las exacciones fueron tan duras que llegó a incautarse la provincia de la plata de las iglesias de Elgeta y de Angiozar (1814). En estos momentos destacó el valor de M.ª Angela Tellería que consiguió hacer evadirse a varios oficiales encerrados en la cárcel de Durango (1808). A finales (29?) de agosto de 1839 tiene lugar en Elgueta un Consejo de Ministros y generales sobre las divergencias que había en el campo carlista con respeto a las conversaciones que se habían entablado con Espartero, preliminares al Convenio de Bergara. Maroto y D. Carlos pasan revista a las tropas guipuzcoanas, castellanas y vizcaínas que allí se encontraban y éstas aclaman a Maroto, manifestando así la voluntad de terminar la guerra con las transacciones propuestas por Espartero. D. Carlos destituye a Maroto y encomienda el mando al Conde de Negri. Pero Maroto era prácticamente dueño de la situación y la mayor parte de las tropas carlistas se entregarán en el convenio de Bergara, como proyectaba Maroto. Al final de la segunda guerra carlista, el día 13 de febrero de 1876, Elgeta fue escenario de la cruenta batalla de este nombre. El país es invadido por los ejércitos de Martínez Campos (derecha) y el de Quesada (izquierda) que ha de ocupar Bizkaia y la parte occidental de Gipuzkoa. Iniciada la invasión en día 28 de enero, Quesada avanza por San Antonio de Urquiola- Durango mientras Loma ataca la línea del Kadagua a fin de prestar socorro a Bilbao. Carasa se retira a la línea Abadiano-Elorrio y Elgeta contando con el apoyo de fuerzas del general Cavero y del brigadier Ugarte. "La lucha -relata Oyarzun- se inició en las proximidades de Abadiano, pero los carlistas se fueron retirando en dirección a Elorrio que ofrecía mejores medios de defensa. Fueron atacados por las divisiones de Loma, Alvarez Maldonado, Goyeneche y Villegas y se retiraron hasta las alturas de Elgeta (el primer pueblo de Gipuzkoa) donde intentaron ofrecer la última y desesperada resistencia, pero sin poder detener la avalancha del ejército alfonsino. Carasa, Cavero, Ugarte. Echeverría, González Granda, Solana, Iturralde y Gorordo, en una palabra, todos los generales y altos jefes que mandaban aquellas fuerzas, dieron pruebas de valor extraordinario y de desprecio a la muerte en aquella última jornada militar, en tierras de Bizkaia. El coronel Gorordo, jefe del batallón de Arratia, murió como un bravo al frente de su leales vizcaínos. Las derrotadas tropas carlistas se retiraron en buen orden a Bergara, desde donde se trasladaron a Urretxu y Zumarraga".