Ordres Religieux

COMPAÑÍA DE JESÚS

En el sexenio democrático (1868-1874). El 12 de octubre de 1868 el ministro Romero Ortiz decretaba la supresión de la Compañía con la consiguiente dispersión de sus miembros.

Por su parte los jesuitas vascos formaban la llamada sección cantábrica, la más pequeña en extensión, pero la más numerosa en personal, entre las cuatro en que se dividía la gran provincia de Castilla. Lo más característico de esta sección vasca sería una constante relación con Loyola, que se convertía en símbolo perfecto de los anhelos restauradores para los jesuitas. La casa de Loyola, situada en el corazón del País Vasco, cargada de gran significación religiosa y popular, quedaba inexorablemente politizada. Entre 1868 y su total restablecimiento, en 1880, los jesuitas vascos pasaron por distintos períodos: una primera estancia, que dura dos años, hasta septiembre de 1870, en que se prohibía a los capellanes, no a los sirvientes, el dormir en la casa. Después una primera expulsión (septiembre 1870-agosto 1873), a consecuencia de un fracasado movimiento carlista en Azpeitia dirigido por su párroco Agustín de Jáuregui. Por eso el colegio quedó convertido en cuartel para miqueletes o tropas liberales. Durante el recrudecimiento de la 2.ª guerra civil, los carlistas devolvían Loyola a los jesuitas, que ocupaban la casa con todos los honores durante casi tres años (agosto 1873-mayo 1876).

Carlos VII visitaba con frecuencia el santuario y parte del colegio se convertía en Hospital del ejército carlista, mientras el P. Garciarena se convertía en el alma de la presencia jesuítica por el valle del Urola y de todo el País Vasco. Así pues, a principios de 1869 encontramos a los jesuitas asentados, aunque dispersos, por una localidad de Álava (Vitoria), 12 de Gipuzkoa (Azpeitia, Azkoitia, Placencia, Zarautz, San Sebastián, Irun, Itsasondo, Astigarraga, Elgeta, Elgoibar, Zumarraga y Oñati), 6 de Bizkaia (Bilbao, Durango, Gernika, Arrasua, Mundaka y Areatza) y cuatro de Navarra (Pamplona, Mendigorría, Puente la Reina y Valtierra). En total 23 emplazamientos que a principios de 1870 quedaban reducidos a 15 por concentración de la vida comunitaria. Interesan asimismo, por los tiempos que corrían, las fundaciones de tres colegios en San Sebastián, Orduña y Villaba. En agosto del 69 el P. Manuel Demingo iniciaba el colegio donostiarra en la calle Narrica, n.° 10, que en el curso 1871 llegaría a tener 64 alumnos y prolongaría su vida hasta el 25 de julio de 1873. El de Villaba abría sus puertas para el curso 1870-1871, aunque siempre muy vigilado por las autoridades de la cercana Pamplona, pues sus alumnos eran carlistas hasta los huesos. Cerraría en diciembre de 1873. El de Orduña servía a los militares carlistas o liberales a su paso alterno por la ciudad como lugar de visitas a alumnos, hijos de amigos, a ocasión para confesar y comulgar. La marcha de la guerra repercutía de tal forma que Villaba cerraba y Orduña reducía sensiblemente su alumnado. Como compensación cerca de Bayona, en Guichón, se había abierto un pequeño colegio para emigrantes que por estas fechas se beneficiaba de la situación, alcanzando la cifra de 50 alumnos.