Concept

Biribilketa - Pasacalles - Kalejira

Los cuadernos de partituras de tamborileros más antiguos proceden de finales del siglo XIX, y en ellos no encontramos el término biribilketa, pero sí, y además de forma abundante, contradanzas en 6/8. En palabras de Iztueta a aquellos músicos no les gustaba el nombre de tamborilero sino otros como primer silbo, segundo, músico mayor y de ese tipo, y preferían los nombres en castellano y los usos de la música erudita. Que esto ocurriera también con el repertorio y por tanto prefirieran el término contradanza es de entender entonces, especialmente si tenemos en cuenta que nuestra danza no tenía, al parecer, una denominación muy clara. Como ocurre con la mayoría de melodías para txistu de esa época, los cromatismos y los tonos con dos o tres alteraciones son abundantes, apareciendo muchas veces también las notas más altas. Como en este ejemplo, tomado del cuaderno de Fernando Ansorena, la figuración y la rítmica son muy simples:

La revista Txistulari ha publicado tres repertorios de finales del siglo XIX y comienzos del XX. El primero es el de Fernando Ansorena Izagirre (Ansorena Miner 1996), y tiene la fecha de 1885: en ese repertorio aparecen un total de seiscientas treinta piezas. De ellas, treinta y ocho son contradanzas escritas en 6/8, lo que supone el 6% del repertorio total. Atendiendo a su número, ocupan el sexto puesto entre los géneros, tras valses y habaneras -los más abundantes con diferencia-, zortzikos en 6/8, contrapases y contradanzas en 2/4. En los otros dos cuadernos, más tardíos, (Ansorena Miner 1990; Apezetxea Aguirre 1991) en general el porcentajes es del 8,3 siendo el quinto género en cuanto a número, tras los zortzikos en 5/8, valses, habaneras y contradanzas en 2/4.

Azcue en su cancionero (1919) no utiliza tampoco el término biribilketa, sino el castellano marcha. Cosa curiosa, ya que la tendencia de este autor, como en general la del renacimiento cultural vasco, era la de utilizar términos en vascuence. Debemos de suponer, por tanto, que o no conocía el nombre o no le pareció adecuado. Bajo ese nombre de marcha encontramos trece melodías, tres de ellas en compás de 2/4. Una de ellas es de la Dantzari-dantza de la Merindad de Durango, la misma que Sabino Arana tomó para hacer el himno Gora ta gora Euzkadi. Por otro lado, aparecen otras dos melodías bajo el título de pasacalles, una de ellas un zortziko en 5/8 y la otra en compás de 6/8 pero más lento, con la indicación andante mosso. También presenta una karrika-dantza, asimismo en compás de 5/8.

Quizás por utilizar temas sacados del cancionero de Azkue, el compositor Pablo Sorozabal no utilizó tampoco el término biribilketa para componer tres obras maestras del género. Siendo además un buen exponente de lo que ocurre en este momento no conviene tomarlo como una mera anécdota. El Orfeón Donostiarra hacía por aquellas fechas un concierto especial en el Boulevard todos los años. Para terminarlo de modo espectacular cantaban varias jotas, que tenían un enorme éxito popular: ¡¡Navarra!!, de Apolinar Brull; ¡Siempre p'alante!, de Joaquín Larregla; y sobre todo ¡Viva Aragón!, de Pedro Fernández de Retana. En ese momento el director del Orfeón, Secundino Esnaola, pensó que esas piezas deberían de ser sustituidas por otra que fuera euskaldun, y el encargo recayó en Pablo Sorozabal. En 1925 se estrenó Kalez kale, obra brillante donde se unen los dos principales iconos musicales vascos del momento, los coros y los txistus, conformando una agrupación que no podía ser más euskaldun. Como tuvo un éxito tan arrollador, desde entonces el Orfeón decidió terminar con ella todos sus conciertos. Con el paso del tiempo, Sorozabal compuso un segundo y un tercer kalez-kale (Ansorena Miranda 1997). Este último, para txistus y trompas, será seguramente en este momento la biribilketa más famosa, con el título de Marcha de Deva.

La primera aparición de la palabra Biribilketa la encontramos en el Diccionario General Vasco de Koldo Mitxelena (1992). En el libro de Bitor Garitaonaindia Usandizaga. Bere bizitza ta eres-egikuntza, publicado en San Sebastián en 1920, aparece la frase Festara deritzaion biribilketa alaitsuekin. El origen de la palabra tiene que ver seguramente con el término biribil, que hace relación a algo redondo, y por tanto a corro, pero cuando menos no tenía mucha tradición entonces. En 1745 el Diccionario Trilingüe de Larramendi, por ejemplo, no menciona esa palabra, y para traducir passacalle utiliza el término calegiracoa. Más de cien años más tarde, en 1883, José Francisco de Aizkibel tampoco hace mención al término, pero trae en cambio como equivalente a pasacalle kale-jirakoa. Además incluía también la voz karrika-dantza como cierto baile vascongado.

En 1928 aparece en el primer número de la revista Txistulari, boletín de la Asociación de Txistularis del País Vasco, la partitura de la marcha ligera en 6/8 llamada Baztan (la partitura que hemos visto, más concretamente) firmada por el padre Olazarán de Estella y bajo el nombre de biribilketa. Por si acaso, el capuchino le añadió un subtítulo, el de pasakalles, con la peculiar forma de escribir de esa época. Con todo, está claro el éxito de esa nomenclatura: es de pensar que la marcha vasca debiera de tener un nombre vasco y por ello se acogiera con ganas, pero este tipo de cosas no siempre suceden aunque se intenten con energía. Parece, por ejemplo, que el mismo padre Olazarán intentó llamar también a los arin-arin purrusaldas pero sin el mismo éxito. Claro que, a diferencia del otro caso, el término también estaba en vascuence. El capuchino, por otro lado, en su método de txistu (1970), puso el nombre de biribilketas (marchas) a las piezas de este género.

En la primera época de la revista Txistulari, publicada entre 1928 y 1936, aparecen un total de veinte biribilketas, siendo el tercer género en número de representantes tras fandangos y arin-arin. El éxito del término biribilketa puede medirse en que ningún otro término equivalente aparezca ni una sola vez. Y esto quiere decir algo si tenemos en cuenta que la Asociación de Txistularis tuvo en esta época más de una directiva, y en ocasiones bastante diferentes entre sí.