El casco histórico de la población se halla formado por el recinto de la villa medieval y los arrabales de la Magdalena, San Agustín y Enparan.
De este modo, en Elizkale se sitúa la iglesia parroquial de San Sebastián de Soreasu, Monumento Nacional de Euskadi, justo en el borde exterior del recinto original, de cuya fortificación formaría parte. Iglesia monástica perteneciente a los templarios en origen, posteriormente les sería concedida a los habitantes del lugar mediante el documento fundacional otorgado por Fernando VI de Castilla en 1311, surgiendo la villa de Salvatierra de Iraurgi, que venía a sustituir al documento que el año anterior había dado origen a Garmendia de Iraurgi.
En 1517 se paga a Domingo de Eizaguirre, maestro cantero, por su viaje a Burgos para tratar sobre la traza de la iglesia con varios maestros del oficio. Con todo, la primera obra documentada es la capilla del obispo Zurbano, que entre 1517 y 1520 efectuaría Pedro de Eizaguirre. A partir de 1541 adquiere protagonismo Domingo de Olózaga, quien en 1557 presentaría una nueva traza, sustituyendo, por lo que a la dirección de las obras se refiere, a Miguel de Bolívar Pedro de Mendiola poco después, en 1563. Antes, en 1562 se había aceptado el nuevo diseño efectuado por Juan de Lizarazu. Siguiendo ese proyecto Mendiola debía hacer las tres capillas del crucero, subir las paredes de la sacristía y cerrar otras dos capillas o tramos. Pero algo después, en 1568, se decidió hacer nueva la iglesia, siguiendo para ello el diseño otorgado por Martín de Armendia, quien asume la obra junto a su hermano Pedro.
Tras diferentes vicisitudes, es en 1587 cuando se da por finalizado el altar mayor, habiéndose erigido además dos pilares. Ya en el siglo XVII, en 1655 más concretamente, se publicaba un memorial con las obras a efectuar para otorgar su fisonomía actual al edificio, seis columnas, el coro y sus correspondientes bóvedas. Un año más tarde Juan de Ansola se compromete a ello, pero poco después formaliza un acuerdo de compañía con Martín de Garatechea, de modo que es el último el que se encarga de las mencionadas labores. Aunque en 1670 Simón de la Pedrosa y Juan de Setién Agüero examinan lo efectuado, sería finalmente Miguel de Abaria quien en 1677 evaluaría la obra. Posteriormente, en 1699, se solicitó licencia al obispado de Pamplona para remodelar la capilla en la cual se sitúa la pila bautismal en que fue bautizado San Ignacio, bajo el coro, firmando en 1701 Martín de Zaldúa el contrato para efectuar la obra por él trazada, conservándose sus diseños, tarea que finalizara en 1707. Aunque la sillería de coro se inició en 1716, tras su interrupción, el propio Zaldúa prepararía en 1724 un nuevo diseño, también conservado, concretándolo José de Urbaneta. Finalmente, en 1771 Francisco de Ibero realizaría el pórtico según diseño de Ventura Rodríguez.
Nos hallamos ante otra de las iglesias destacables en la provincia, una iglesia columnaria de tres naves con planta de salón rectangular, cabecera poligonal y coro en alto a los pies. En su interior, las capillas del obispo Zurbano y la de Alcega mantienen aún las formas góticas, destacando sobremanera las bóvedas efectuadas en el siglo XVI según el diseño de Armendia, las cuales encontrarían continuidad después en el siguiente siglo. Además, el pórtico lateral resulta un complemento adecuado, dotando de magnificencia y monumentalidad a la entrada.
Precisamente en la capilla de San Martín, del obispo Martín de Zurbano, hallamos algunas de las realizaciones más destacadas de esta iglesia parroquial. Así, en 1521 se colocaría el retablo en la capilla, siendo los autores del mismo Juan de París y su yerno Antonio Pigmel. Si bien en la actualidad no se conserva la mazonería, las diferentes imágenes ilustran bien a las claras el momento en el cual fueron efectuadas, dado el fuerte ascendiente gótico que muestran, aunque cabe reseñar, desde un punto de vista temático de raigambre renacentista, la presencia de diferentes sibilas.
Hacia las mismas fechas se finalizaría el sepulcro del obispo, contratado en 1520 con el maestro cantero Pedro de Alcega. Es conjunto interesante, disponiéndose la figura del finado de rodillas, en posición orante ante dos ángeles. Igualmente interesantes resultan la capilla de Acharan-Arteaga y la capilla Alzaga. Mucho más tarde, en 1684, Juan de Apaeztegui y Martín de Olaizola se comprometerían a efectuar el retablo mayor de la iglesia, debiéndose a ellos la traza elegida, mientras que para la talla y adornos se aceptó la de José de Echeverría. Igualmente importante es el hecho de que en 1687 se encargó al afamado pintor Vicente Berdusán la confección de los lienzos que debía acoger el mueble. El examen de la obra se realizaría en 1692, abordándose algunas modificaciones después.
Así, en 1696 Martín de Zaldúa e Ignacio de Basozábal dieron un informe para crear un camarín y transparente, iniciándose las labores el mismo año, aunque, tras una larga interrupción, sería finalmente en 1741 cuando se finalizara este trabajo .en la actualidad esa apertura se halla cegada-, dorando a continuación Agustín Conde el mueble. Se trata de un organismo ciertamente interesante, en el cual un incendio provocaría la desaparición del lienzo que lo presidía, sustituido por una imagen de San Sebastián realizada por Julio Beobide en 1930, mientras que los del remate fueron restaurados por un pintor local. Con todo, arquitectónicamente es realización más que correcta, con una labor de talla muy apreciable.
El retablo colateral de San Ignacio fue realizado entre 1742 y 1744 por Francisco Ignacio de Azpiazu, siguiendo la traza otorgada por Ignacio de Ibero, quien además examina la obra. De la talla presente en ese mueble se encargaron Juan de Aguirre y Juan Bautista Jáuregui, siendo el autor de la escultura Tomás de Gorozollo. Además, Lucas de Camino entallaría su sagrario en 1745, decorándolo Antonio de Ballenilla, todo ello según lo dispuesto por Ignacio de Ibero.
Este mismo maestro es el responsable del otro colateral, el del lado de la epístola, encargado por la cofradía de la Vera Cruz. Otorga las condiciones en 1758, indicando, lógicamente, que su diseño arquitectónico debía reproducir el anterior. Ese mismo año inicia su construcción Juan de Aguirre, finalizando el mueble un año más tarde. Manuel Fernández de la Vega realizaría el estofado del relieve que lo corona y el dorado del retablo. Finalmente, el mismo arquitecto otorga en 1760 el diseño para los nichos que albergan las esculturas de San Miguel y San Rafael, que se sitúan a los lados de los muebles anteriores. Alberga además la parroquia un Cristo a la Columna atribuido en principio a Jerónimo de Larrea y más recientemente al propio Juan de Anchieta, efigie romanista de hacia 1570-1580 que, tras una limpieza efectuada en fecha reciente, muestra en todo su esplendor la extraordinaria calidad que posee.
Muy destacable es igualmente el Ecce Homo de Larrea, realizado en torno a 1600, que, al igual que el anterior, provienen del convento de la Purísima Concepción de la localidad. Además, se conserva igualmente un grupo de la Flagelación barroco de sentido procesional.
Ubicada enfrente del pórtico de la iglesia, la casa Antxieta, Monumento Nacional de Euskadi, es uno de los edificios más señalados de la localidad. Mandada construir por Juan de Anchieta, músico de los Reyes Católicos, hacia 1507, cuando era ya rector de la iglesia parroquial, fue objeto de un importante proceso de restauración en la segunda mitad del siglo XX, gozando desde entonces de una funcionalidad cultural.
Situado entre medianeras, su elemento más destacado es la fachada principal, efectuada con piedra sillar en su planta baja y con ladrillo en todo lo restante. El uso de este material y los motivos decorativos plasmados con él .rombos entrelazados, grecas en punto de sierra y cintas de cuadrados-, además del esquema compositivo que en su conjunto nos demuestra .el acceso propiamente dicho es algo más tardío, habiéndose supuesto que en origen sería de medio punto-, es lo que explica la gran trascendencia que en la arquitectura regional posee el edificio.
Cerca del lugar se sitúa el lavadero municipalde Abitain, construcción neoclásica de 1842 cuyo diseño debe a Mariano José de Lascurain, plasmando con sobriedad y acierto una vez más la preocupación del periodo por las necesidades públicas.
Situada al otro lado del núcleo histórico, en Enparan Kalea, el palacio Basozabal es otra de las realizaciones destacadas del periodo, datándose su construcción en el siglo XV. Si bien su fachada denota una estructuración de acusada sencillez, con un arco de medio punto enmarcado por un alfiz y la superposición de vanos decrecientes en altura, su interior resulta sorprendente, toda vez que posee un patio central, aspecto inusual en la arquitectura civil de la zona. Ese patio posee en cada planta cuatro galerías de paso y apoya en columnas pétreas de sección octogonal provistas de basas y capiteles góticos, mientras que el resto de la estructura es de madera. Interesante es también la inclusión de galerías exteriores en su parte trasera, conformando en consecuencia, junto con los elementos anteriormente señalados, un conjunto dotado de evidente atractivo.
Existen, además, en las proximidades otros edificios de interés, caso de la antigua casa consistorial, obra de principios del siglo XVI, o la casa Madrazo.
En el arrabal de la Magdalena o de Abajo, sobresalen laermita y el hospital de laMagdalena. Aunque se documenten en fecha temprana, caso de la ermita, cuya existencia se conoce desde el siglo XIV, ambas son realizaciones mucho más tardías, destacando el sentido y valor devocional que poseen, dada la presencia de San Ignacio en la zona.
Mayor interés posee, desde el punto de vista artístico, el arrabal de San Agustín o de Arriba, donde en la actualidad se ubica la plaza mayor de la localidad. Debe su nombre a la existencia de un convento de Agustinos fundado en el siglo XVI. Sobre ese convento de San Agustín se construiría en el siglo XVIII la casa consistorial de la villa, que posee planta rectangular con el característico soportal en su planta baja y la presencia del escudo en una esquina, situándose en su hall el busto de San Ignacio de Loyola, 1491-1556, debido a Julio Beobide. Todavía pervive la iglesia conventual, iniciada en torno a 1667 por Bernardo de Aramburu y Pedro de Albizu, razón por la cual sobresale en la parte central del ayuntamiento una espadaña.
Muy cerca se situaría en origen el desaparecido convento de Santo Domingo, siendo Ignacio de Ibero el tracista de algunas de las casas de esta plaza, si bien es cierto que en la actualidad se hallan muy reformadas. Prácticamente al lado de la casa consistorial se halla la casa de Altuna, edificio de principios del siglo XVII, que destaca por la utilización del ladrillo en las dos plantas superiores de su fachada principal, con una profusión decorativa que la relaciona con la casa Antxieta anteriormente comentada. Relativamente cerca, en Santiago Kalea, se encuentra Iturri Txikia, conjunto escultórico de Aitor Mendizábal datado en 1986. Además, conviene citar la intervención de Ricardo Ugarte de Zubiarrain en la fachada del Banco Central Hispano, conocida como Escultura 4, relieve mural correspondiente a 1970.
La casa torre de Enparan es el edificio más sobresaliente del arrabal al cual da nombre. Construida en 1320, en 1457, y como consecuencia de la orden real, perdió su carácter militar, siendo necesario su reconstrucción, aunque se mantiene de la época medieval su planta baja. De esta forma, el núcleo del actual edificio es de planta cuadrada y carácter macizo, rematándose esta zona con cuatro garitones circulares en sus esquinas decorados con molduras propias del siglo XV. Posteriormente, en 1760, se le añadirían sus cuerpos laterales de menor altura, conformando el edificio tal y como en la actualidad podemos apreciarlo.
Muy cerca de este edificio hallamos el convento de la Purísima Concepción, cuyo origen se halla en los años finales del siglo XV en un beaterio situado en una pequeña ermita ubicada fuera de la localidad, siendo en 1568 cuando se inicia la construcción de la clausura del conjunto que nos ocupa. Autor del diseño es Martín de Armendia, quien se encarga de la ejecución también en un primer momento, para posteriormente asumir esa responsabilidad su hermano Pedro. La muerte de éste y del anterior después hace que sean Pedro y Gracián de Egaña quienes entre 1575 y 1605 pongan fin a esa parte del conjunto, debiéndose el diseño del claustro a fray Miguel de Aramburu. Con posterioridad, en 1752 se abordan algunas modificaciones planteadas por Ignacio de Ibero. En cuanto a la iglesia, se efectúa entre 1663 y 1680, contratando la ejecución Martín de Garatechea y Juan de Ansola, si bien es el primero quien sería autor material de la misma.
El claustro, pese a sus pequeñas dimensiones, es la parte más señalada del cenobio, mientras que la iglesia es de planta de cruz latina, con bóvedas de cañón con lunetos y cúpula sobre el crucero. Todos los retablos que alberga esta iglesia fueron trazados por Ignacio de Ibero. Así, el mayor fue ejecutado entre 1737 y 1740 por Francisco Ignacio de Azpiazu, realización que debemos encuadrar dentro del barroco decorativo, como la profusa talla que lo recubre nos demuestra. Los colaterales de San Francisco y San Antonio de Padua los efectuaron Domingo de Bergareche y Juan de Aguirre entre 1751 y 1753, explicándose la utilización de columnas salomónicas por la buscada correspondencia con el retablo mayor. Finalmente, señalemos que los retablos laterales del Santo Cristo y Cristo a la columna .la imagen titular se halla en la parroquia, como ya indicábamos líneas atrás- los concretaría Martín de Arzadun entre 1765 y 1766, muebles de carácter netamente rococó, el primero de los cuales alberga una imagen atribuida a Jerónimo de Larrea.
En el término municipal de la localidad sobresale con luz propia el extraordinario Santuario de Loiola, Monumento Nacional de Euskadi. El núcleo del conjunto es la casa de Loiola, casa torre construida a fines del siglo XIV para Beltrán Yáñez de Loiola, desmochada posteriormente en 1457 y reedificada entre 1507 y 1518 muy probablemente. De planta cuadrada, el primer cuerpo de la construcción es de mampostería, mientras que los pisos superiores se disponen con ladrillo, destacando también aquí la característica decoración con bandas y dientes de sierra, completándose con garitones en las esquinas. Fue restaurada con motivo del V Centenario del nacimiento de San Ignacio.
Alrededor de ese edificio es donde se decidiría erigir el Colegio e Iglesia de la Compañía de Jesús, otorgando en 1682 la escritura fundacional la Reina Madre Mariana de Austria, viuda de Felipe V. Responsable del diseño es el arquitecto italiano Carlo Fontana, iniciándose las obras en 1688 bajo la supervisión del Hermano Johannes Begrand y la dirección de José de Laincera. Le seguiría entre 1693 y 1704 Martín de Zaldúa. Cuando Sebastián de Lecuona asume esa tarea, en 1719, las dependencias del ala izquierda estaban prácticamente finalizadas y la iglesia se había levantado hasta los arcos, alargándose la dirección del aludido maestro hasta 1733, periodo en el cual se levantaría la iglesia con sus torres y se efectuaría parte de su ornamentación interior. Entre 1733 y 1766 es Ignacio de Ibero el responsable de la construcción, para relevarle Javier Ignacio de Echeverría hasta 1767, momento en que se produce la primera expulsión de los jesuitas. Tras diferentes vicisitudes, en 1885 se decidió poner fin a la obra, lo cual se consiguió tres años más tarde bajo la dirección del arquitecto diocesano Pedro de Recondo.
Nos hallamos ante una obra cimera en la arquitectura del momento. Con un diseño prácticamente rectangular, es un edificio complejo, con la basílica de planta central como corazón del organismo, que alberga también la casa anteriormente señalada, organizándose en torno al templo el conjunto, con dos alas simétricas y las dependencias situadas tras el santuario, y con tres patios interiores que proveen de luz al conjunto. Además, la presencia de la girola en la basílica, dictada por los propios arquitectos de Loiola, supone un enriquecimiento notable de la construcción, con abundantes antecedentes en realizaciones romanas del periodo. Si bien el apartado ornamental es muy interesante, conviene citar el sotabanco del tambor de la cúpula, con relieves dedicados al fundador de la Orden. El reciente arreglo de la cúpula permite además apreciar su interior en todo su esplendor.
El retablo mayor se erigió entre 1739 y 1747, siendo el autor del diseño Ignacio de Ibero -quien también trazaría los restantes-. La utilización de materiales nobles le otorga una acusada particularidad, destacando en su interior la efigie de plata de San Ignacio, diseñada por Francisco Vergara y ejecutada por José Bauer, donación de la Compañía Guipuzcoana de Caracas. Además, en un retablo lateral se encuentra la Virgen del Patrocinio realizada por Luis Salvador Carmona, autor igualmente de las imágenes de San Estanislao de Kostka y San Luis Gonzaga, situadas en el rellano de la escalera principal.
Entre los numerosos elementos artísticos de interés que alberga el conjunto, conviene destacar la Anunciación que a fines del siglo XV ejecutaría Jean Prevost o el ciclo de pinturas dedicado a San Pablo que en 1756 efectuaría Maximilian de Haese, lienzos estos últimos situados en la sacristía y capilla del Hermano Gárate, aunque no sean más que una pequeña muestra, si bien escogida, de la riqueza artística que posee esta fundación.
En las proximidades del santuario se disponen diferentes edificios relacionados con el mismo. Así ocurre con la Hospedería, edificio erigido entre 1714 y 1717 por los mismos canteros del Santuario. Su fachada muestra bien a las claras la relación apuntada, con una arquería en la planta baja y dos pisos con ventanas rectangulares, flanqueando los vanos pilastras lisas. También conviene destacar la obra de Eduardo Chillida situada junto a la escalera de acceso al Santuario. Por otro lado, el caserío Errekarte posee un pequeño museo dedicado al Hermano Beato Francisco Gárate, nacido en esa vivienda.
En cuanto a la ermita de Olatz, es un edificio datado en torno a fines del siglo XIII o principios del XIV, que alberga en su interior una imagen gótica de la Virgen.
Muy próximo a la localidad, con acceso a través de la rotonda de Landeta, donde a fines del 2002 se situó la escultura Forjando de Antonio Oteiza .autor igualmente de San Ignacio en Aranzazu, ubicado en lo jardines posteriores del Santuario de Loiola-, en el barrio de Urrestilla, hallamos la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, erigida entre 1647 y 1678 por Francisco de Aramburu y Esteban de Alzaga siguiendo las trazas dispuestas .se conserva la planta- por Miguel de Abaría. Es, tal y como ocurre con la práctica totalidad de iglesias erigidas durante esa época, un templo de cruz latina cubierto con bóvedas de cañón con lunetos, disponiéndose la torre campanario junto a los pies del edificio, concretamente en el lado del evangelio, mientras que en el otro lado se le habilitaría posteriormente un soportal de acusado sentido funcional.
Si bien su retablo mayor original fue efectuado por Juan de Apaeztegui, mueble que contaría con tres lienzos grandes de Nicolás de Bustrín, el actual es de carácter neoclásico, debiéndose su traza a Miguel Antonio Jáuregui, mientras que de la concreción de la misma se encargaría Andrés Landa.
La casa Nausikoa y el palacio de Zuazola .casa solar de Ola Jaun- son edificaciones del siglo XVIII. Así, el último de ellos dispone de planta rectangular y dos alturas, con labor de sillería en esquinales y en vanos, al igual que ocurre con su fachada principal. Entre Azpeitia y el centro urbano del barrio se sitúan igualmente algunas construcciones destacadas. Tal es el caso del caserío Larrañaga, erigido según el proyecto de Lázaro de Laincera, quien lo otorgaría en 1712, para completar los trabajos catorce años después Andrés de Iriondo. Además, el dueño del edificio era también un maestro cantero, Martín de Abaria, caracterizándose la obra por la utilización de la piedra como material único de construcción, con un complejo sistemas de bóvedas superpuestas en dos niveles, lo cual le otorga una acusada singularidad en el seno de este tipo de realizaciones.
La casa torre Antxieta conserva elementos medievales aún, ya que se compone de un edificio gótico de planta rectangular y un moderno cuerpo adosado de medidas más reducidas, igual que los conserva el caserío Antxieta, donde apreciamos ventanas geminadas y arcos apuntados, entre otros.
En Oñaz sobresale la ermita de San Juan Bautista, sencilla construcción de una sola nave que en su estado actual es producto de lo que puede considerarse una reedificación efectuada entre 1791 y 1819, situándose en sus proximidades el caserío Garin, que conserva algunos arcos apuntados, lo cual nos da fe de su antigüedad en origen. Además, el caserío Altxasu se erigiría a fines del siglo XVIII.
En Aratz-Erreka conviene citar la iglesia de San Isidro, erigida entre 1830 y 1831, siguiendo, por tanto, los principios neoclásicos. Entre los caseríos que forman el conjunto de Eizagirre destacan Eizagirre Haundi y, en menor medida, Uranga, datándose ambos en el siglo XV, aunque las reformas sufridas apenas permiten apreciar elementos propios del periodo.
En Nuarbe, la iglesia de la Santísima Trinidad es realización de fines del siglo XIX, inaugurándose en 1897, que supliría una ermita anterior, mientras que en Elosiaga la ermita de Santa Lucía y en Eizmendi la ermita de San Miguel mantienen accesos apuntados propios del gótico, mientras que el resto de sus fábricas son muy posteriores.
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ICE