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ARQUITECTURA NEO-VASCA

La creación del estilo neo-vasco. En una conferencia pronunciada en el XXXV Congreso de la Asociación Provincial de Arquitectos Franceses (1927), L. Colas, tras el prólogo de rigor sobre "la dulzura de su cielo (del País Vasco), la variedad de sus paisajes, la gracia de sus mujeres, el vigor de sus pelotaris, el carácter reservado y a la vez leal de sus gentes" (3), abordaba la cuestión del neo-vasco (4). Colas constata inmediatamente la difusión rápida de dicho estilo, cuya principal característica según él es "ese gusto bastante reciente por todo aquello que representa al país en el que se vive" ("lo que constituye el buen regionalismo" añade) (Colas, 1927, p. 9). A la hora de preguntarse sobre la fecha de creación del estilo neo-vasco, afirma simplemente que la villa Toki Eder de Biarritz, construida en 1896, y la villa Haitzurra de la misma localidad, construida en 1900, reflejan bien a las claras "las características principales del estilo vasco y son las primeras del género" (Ibid). Sigue la lista de arquitectos que han ilustrado en el entorno el citado movimiento arquitectónico: Godbarge, Marcel, Cazalis, Siclic, Louis y Bejamin Gomez, Anatol y Durruthy, Bertaud, Larrebat-udor, Saint-Germier, Saint-Vanne, los Soupre, Orillard, Novion, Huguenin, Rateau, Darricau, Martin, Duplantier, Giraudel, Sarrebeyroux, Adamski, Durandeau, Pawlowski-Laulhé.

De este modo, el estilo neo-vasco se constituye en la Costa Vasca a partir de formas arquitectónicas labortanas que se plasman en sus características fundamentales: la presencia de entramados en la fachada, de paredes intermedias, de un voladizo, y de un tejado a dos aguas generalmente asimétricas.

Uno de los arquitectos anteriormente mencionados, H. Godbarge, se lanza a una reflexión teórica sobre el nuevo estilo y sobre el modelo de villa típica neo-vasca (o neo-labortana) (Godbarge, 1931). En primer lugar, el autor explica que entre las "artes" vascas, la arquitectura ocupa un papel predominante (ibid., prólogo, p. VIII). Asimismo, rechaza las falsas teorías que niegan a la arquitectura vasca el calificativo de arte noble. Sin embargo, la consagración de esta forma de arte noble no es, ni puede ser totalmente consumada: "¡Oh! ¡Evidentemente, si se admite una jerarquía dentro de la producción artística y, particularmente, dentro de la producción arquitectónica, las creaciones de los artesanos u obreros vascos no pueden encontrarse al mismo nivel que las creaciones de arquitectos como Louis-Gabriel Mansard, Philibert Delorme, Bramante, Miguel Ángel o Praxiteles!". Aunque si todas las creaciones deben ser comparadas con las obras maestras de los grandes genios, habría muy pocas creaciones artísticas, y muchas menos obras maestras (ibid., pp. 50-51). Godbarge pone en entredicho los conceptos arquitectónicos obsoletos de los "clásicos" y de los "románticos", de los que piensa que asocian de manera natural la opulencia en la decoración con la idea de nobleza artística, y la sencillez de formas con la ausencia de sentido artístico. En su opinión el arte es perfectamente compatible con la sencillez, la modestia y el carácter rústico. La referencia constante al término "rústico" muestra claramente la existencia de una jerarquía social en relación con los gustos y prácticas en materia de arte, en la que el término "pintoresco" es la otra vertiente analítica de lo popular. El arte popular, relacionado con lo simple, puede ser dinamizado mediante una lógica operativa capaz de jugar con lo vacío y lo lleno, los tipos de ornamentación, la inclinación de los tejados etc. De hecho, la técnica popular elabora obras de total legitimidad en las que encontramos: "pureza de líneas, relaciones cuidadas entre los diferentes elementos constitutivos de la construcción (...), ritmo entre los vacíos y los llenos, armonía de proporciones generales y particulares en tal tejado o balcón, tal porche, una cristalera, la escalera exterior, (...) racionalismo en el empleo de materiales y elegancia en el diseño de elementos útiles que añaden a su funcionalidad el toque decorativo" (Ibid., pp. 54-55).

Purismo, relaciones cuidadas, armonía o racionalismo, constituyen categorías analíticas que responden a su vez a una finalidad descriptiva y a una perspectiva normativa. En la aplicación de dichas categorías analíticas a las formas arquitectónicas populares, el arquitecto realiza una intelectualización de la práctica popular, que él integra a sus propios proyectos. El neo-estilo aparece pues como la expresión magnificada de dichos parámetros teóricos, lo que hace surgir las diferencias entre el modelo tradicional y el modelo construido. De hecho, tal concepción arquitectónica pretende corregir socialmente las premisas de la arquitectura popular que presenta rasgos imperfectos, inacabados. Lo popular seduce por lo que es, por lo que no puede ser reproducido tal y como es; para lograr el status que se le da, hace falta que sea objeto de unas condiciones específicas que le redimirán de su peso cultural para satisfacer las normas del buen gusto.

De esta manera surge una nueva retórica arquitectónica que se opone a las prácticas de individuos de la burguesía local que, con el objeto de diferenciarse del resto, sobre todo en los pueblos del interior del País Vasco, han construido ya sean casas con tejados a cuatro aguas, ya sean casas siguiendo "las fórmulas comerciales" (Godbarge, 1931, p. 91) que uno puede encontrar en las afueras de París y cuya característica principal es la ostentación. El objetivo del neo-estilo está claramente definido: "recordar las líneas toscas de las casas locales y construir con el objetivo de alcanzar el mayor grado de lujo posible" (Ibid., pp. 91-92). El resultado es "el nacimiento y la reafirmación de obras personales, variadas, a pesar de la fuente de inspiración común a todas ellas: el caserío labortano. Ellos pensaban, en su entusiasmo de creadores de una nueva fórmula regionalista, que el interés no reside tanto en la copia sin vida y sin atractivo, sino en la reafirmación individual o en las interpretaciones diversas de un tema conocido sobre el cual es posible adornar hasta el infinito. El alma mater, la mencionada fuente de inspiración común, es la naturaleza y sus mil y una manifestaciones diferentes; para un arquitecto, y sobre todo para un arquitecto regionalista, el estudio de visu de la vivienda antigua es el que le revela en su decoración los viejos secretos que le van a alejar de los observadores instruidos, sabiendo captar la diferencia sutil entre lo que ha podido ser y lo que puede ser" (Ibid., pp. 93-94). El descubrimiento por parte del arquitecto del patrimonio arquitectónico local, produce en él una sorpresa que luego se convertirá en el origen de su fecundidad intelectual. La lógica académica se ve confrontada con otra lógica nueva, la de lo pintoresco. "lo que les choca especialmente es lo pintoresco de la disposición, y tanto más cuanto este rasgo pintoresco era inesperado en ese preciso momento arquitectónico" (Ibid.). El espectáculo de lo pintoresco cumple pues una función de catarsis, mediante la revelación de la existencia de algo distinto, de una alternativa a la "concepción simétrica y aburrida", a las "repeticiones inútiles y en desuso" (Ibid.). Frente al cambio de posición social de los cánones del clasicismo, el patrimonio popular ofrece la posibilidad de elaborar una nueva escritura arquitectónica, bien englobada históricamente, esto es, plenamente consciente de las exigencias de la modernidad: "Por lo demás, el citado estilo pintoresco se adaptó de manera plenamente satisfactoria a la complejidad de un programa moderno que exige tanto ventanas grandes como pequeñas, que incrementa el número de accesos diferentes, como los de servicio o el de garaje, que exige asimismo cristalera al sur, balcones, terrazas, miradores etc., todos ellos inherentes a las exigencias de una civilización avanzada" (Ibid., pp. 94-95).

De lo expuesto hasta el momento se desprenden cinco parámetros que contribuyen a la definición del estilo neo-vasco: la personalización de la vivienda, la referencia al entorno rural, la inscripción cultural local, la distinción social y la combinación de criterios de modernidad y de funcionalidad. El enclave labortano actúa como reserva de donde se extraen los modelos de referencia y a su vez como campo de experimentación de la estilística del neo-vasco, aún en vías de constitución.