Peintres

Armesto Larzabal, Gerardo

En diciembre de 1990 expone en la Sala Araba, de la Caja Vital, la serie que bautiza En los límites del agua el aceite, con la que pretende recuperar idealmente el olor del óleo y, en cierto modo, retomar así la "obra de caballete" a partir del dibujo. Desde su etapa universitaria en Sevilla, Armesto Larzábal elabora infinidad de apuntes, bocetos y notas en unos cuadernos de campo donde va recogiendo y formulando al detalle tanto el mecanismo de su propio proceso de creación artística, como las preocupaciones, dudas e inquietudes que se le plantean a medida que va ejecutando la obra. Estos cuadernos de campo, que en realidad podrían considerarse como una especie de diario entre lo personal y lo profesional, son muy interesantes para el estudio de su evolución artística por la cantidad de datos y reflexiones que introduce.

Tiene, además, la costumbre de trabajar por series o ciclos. En su producción no existen saltos cualitativos en el vacío: por lo común, una pieza guarda relación con sus antecedentes formales más inmediatos, así como con sus elementos formales posteriores. Este hecho de ponerse al servicio de una trama secuencial implica, como es evidente, que el suyo sea un proceso artístico concatenado. Las interrelaciones entre la geometría, el espacio y la arquitectura conforman parte de un trabajo conceptual de reflexiones muy intimistas e interiorizadas. A veces, autobiográficas.

En la última década del siglo prepara series como la del Hombre Q o el niño que quiso ser arquitecto, Desde mi desorden a Pisa como desorden, El árbol de la vida. Entre lo tridimensional y lo plano, El año del Cuarenta y Cuatro (Y los cuatro puntos), Geometrías y comportamientos, etcétera, la mayoría de las cuales se exhiben en diferentes recintos vitorianos.

En 1997 es seleccionado para la V Anual Amárica, y en 1999 es uno de los ganadores del "Premio Escultura en la Calle", con el que el Ayuntamiento gasteiztarra instala su pieza Un árbol para aunar las ciencias, de cuatro metros de altura, en acero inoxidable, en la zona de la Facultad de Farmacia de Álava. La escultura es un homenaje a Edwin A. Abbot (1838-1926), autor del libro Planilandia, donde se relata el descubrimiento de la tridimensionalidad por parte de un habitante de un mundo plano, que en palabras textuales de Armesto, "expresa perfectamente mi investigación en años".