Poètes

Arana Ezpeleta, Juan

Loramedi

Bedoña 27-01-1907; San Sebastián 23-03-1933

El 27 de enero de 1907, vino al mundo, en el barrio de Bedoña, atxabaltarra entonces, el que bajo el seudónimo de Loramendi saltaría a la escena de la literatura vasca unos años después. Como los vecinos de Bedoña siempre han tenido más tendencia -y facilidad- para bajar a Mondragón que a Aretxabaleta, el niño Juan estudió en la escuela de Arrasate. Entre sus compañeros de clase estaba Jokin Zaitegi Plazaola, unos meses mayor. El pequeño Juan creció en el entorno tranquilo de Bedoña, entre plantas, árboles, pájaros y ganado.

En el verano de 1919 pasó por Bedoña el padre capuchino Joxe Mari Oiartzun y convenció a Jontxu para ingresar de fraile. Tenía doce años. Así que al verano siguiente marchó al convento de los capuchinos de Alsasua, abrazando la vida religiosa hasta su muerte, siendo aún muy joven. Tuvo que adoptar un nombre religioso que sustituyera al propio civil y, en adelante fue conocido como Fray Joaquin de Bedoña. Para sus trabajos literarios eligió Loramendi.

De Alsasua se mudó a Sangüesa, para seguir con sus estudios, y tenía tan asumido que para profesar en la vida religiosa debía dedicar todo su empeño a los estudios que, en ese proceso, estuvo a punto de perder el euskera. Se le olvidó, al menos en gran medida, lo que le ocasionó muchas dificultades para comunicarse cuando algún familiar iba a visitarle al convento. Consciente de ello sufrió mucho, sobre todo por el respeto y cariño que sentía por sus padres, y se propuso recuperar su idioma. En la carta1 enviada a Bedoña desde Hondarribia, el 31 de diciembre de 1926, se puede leer, en castellano:

"... Y ahora, para que vean que sigo su ejemplo y consejo que me dieron de aprender el euzkera, les voy a demostrar que no se me ha olvidado, sino muy al contrario voy aprendiendo mucho"

Parece ser que en Sangüesa, alrededor de 1925, realizó la traducción del texto Stabat Mater (Madre Dolorosa). Es el primer trabajo literario de Loramendi. Hay que decir que dominaba con maestría el latín y el griego y dejó testimonio de ello en su obra. Como dice Aitzol en su Eusko Olerkiak. 1932, Loramendi empezó a componer sus primeros poemas y a enviarlos a la revista "Zeruko Argia" en 1924. Su guía era el Padre Dámaso Intza, miembro de la Academia de la Lengua Vasca.

A decir verdad, yo no tengo tan claro que eso fuera así. Baso mi duda en las dificultades que Fray Joaquín de Bedoña tenía con el euskera en esos años. De todas formas, no me sorprendería que hubiera realizado ejercicios de literatura en secreto, como prometió a sus padres, para avanzar en su lengua materna. Pero, de todas formas, no serían poemas de alto nivel. Está claro que Loramendi tenía un difícil camino por delante para destacar en la literatura vasca. En la carta que hemos mencionado antes, escribía en lengua vasca a sus padres:

"Aunque han pasado siete años, me acuerdo de casi todo; cómo iba a Mondragón en burro; cómo, al volver, el abuelo me preguntaba por las noticias de Mondragón; cómo montaba en yegua; cómo perseguía a las gallinas cuando era pequeño, y otras muchas cosas".

En 1925 tomó el hábito de capuchino y al año siguiente fue enviado a Hondarribia a estudiar Filosofía. Así escribió a sus padres la última Nochebuena que pasó en esa ciudad guipuzcoana:

"Son las dos de la mañana; acabo de acostarme, mientras que en mi imaginación calenturienta bullen a manera de ligeras mariposas todas las impresiones y recuerdos de la simpática Noche Buena. Pero, por fin, mis ojos se cierran vencidos por el cansancio y se apodera de mi espíritu un suave y plácido sueño, en el que fui maravillosamente trasladado a mi casa paterna, a Mendibitzu, donde contemplé maravillado un cuadro encantador: primeramente vi a mi madre que sostenía entre sus brazos un Niño de extraordinaria hermosura; al lado de la madre el padre haciendo caricias al Infante y en derredor todos mis hermanitos cantándole mil coplas graciosas; allí eran de ver a Félix con su chistu, a Lucio con su tambor, a María con sus sonrisas. ¡Qué escena tan encantadora! Hasta el perro negro y el gato pardo miraban con envidia desde el sitio de mis "veinte duros"...".

Para entender esa curiosa mención de los "veinte duros", hay que explicar que cuando era niño, en invierno le gustaba dormir en el suelo, junto al fuego. Y cuando su madre le quería mandar a la cama, le respondía tan tranquilo "¡Ni por veinte duros!".

El último curso de filosofía y el primero de teología los hizo en el convento de Lizarra, en 1928 y 1929 respectivamente. En 1930 emprendió en Pamplona los otros tres cursos de teología. Era la época de la República, años revueltos para los religiosos.

"¿Y qué les diré de la dichosa República? Que nos da harto que pensar y que si Dios N.S no se lo remedia y no nos ayuda, nos va a reventar y nos va a partir de por medio... ¡Infames y canallas! Bien pueden averiguar el odio satánico que nos tienen. Por lo mismo que tienen a la Iglesia y a Jesucristo y a Vds. también y a todos los euskaldunes..".2

La misma carta, tras saludar en euskara a sus padres: "Al Señor Leokadio Arana y a la Señora Eulalia Ezpeleta", seguía en la lengua madre con un "¡Viva Dios! ¡Viva Euskal Herria! ¡Vivan los euskaldunes! (Que estas palabras enciendan nuestros corazones)". Significativo, claramente, del cambio cualitativo que se estaba dando en Fray Joaquin de Bedoña. Cuanto más profundizaba en sus estudios, Loramendi3 se sentía más seguro:

"...Al finado curso le dimos el remate a mediados de junio con los exámenes y tengo que decir, porque nada les debo ocultar: los hice muy brillantes, más de lo que yo mismo esperaba... Y ahora a comenzar de nuevo con frío el nuevo curso; ¡el penúltimo! El día 1 principiaremos (D.m) si no vienen a interrumpir los malditos revolucionarios..."

En la misma carta también quiere tranquilizar a sus padres respecto a su salud: "De salud bien... como siempre... Quizás un tanto alto de carnes..." Y para terminar el escrito de cuatro páginas, les daba dos noticias, utilizando el euskara:

"A estas alturas ya sabrán que el Padre Azkoitia'r Jose Luis murió en Altsasu; lo lamenté mucho, ya que era un buen amigo. En la revista "Zeruko Argia" encontrarán un poema que le dediqué. Fíjense en el nombre que viene al final: "Loramendi" O.M.C.".

De este modo, Juan presenta oficialmente a sus padres el nombre que, en adelante, utilizará en sus poesías.

1Hace poco han llegado a mis manos copias de algunas cartas que "Loramendi" escribió a sus padres entre 1926 y 1932.

2Carta enviada de Pamplona a casa el 29 de agosto de 1931

3En 1933, en Urretxu, el ganador fue Patxi Etxeberriaren con "Bost Lore"; en 1934, en Zarauz, Iokin Zaitegi con "Tori nire edontzia!"; en 1935 se celebró en Bedoña en honor a Loramendi y el primer premio fue para el título "Maite Opari" de Luis Jauregi Jautarkol.