Villes

ALLO

La villa de Allo se asienta en una gran llanura cercana a Montejurra. En su perímetro urbano destacan numerosas construcciones civiles situadas principalmente entre la calle Mayor y la plaza de los Fueros; abundan las casas señoriales de los siglos XVI al XVIII.

El ayuntamiento, ubicado en la plaza de los Fueras, es una construcción de estilo barroco de finales del siglo XVII. Consta su fachada de tres cuerpos más ático, realizados en sillar y mampostería enlucida. Presenta una estructura simétrica, con un primer cuerpo de cinco grandes arcos de medio punto rebajados, sobre los que se superponen sendas ventanas adinteladas en los pisos superiores; escudo del siglo XVI. A lo largo de la calle Mayor aparece la tipología constructiva civil característica de la villa. Son viviendas de dos cuerpos, en ocasiones más con ático, que combinan en su fachada el sillarejo con la sillería, en las que aparece adosado un escudo normalmente posterior a la construcción del edificio. Estas características las comparte el inmueble situado en el número 6 de esta calle. Se trata de una casa levantada en el siglo XVI. Su fachada consta de dos cuerpos de piedra de sillería. En el inferior se abre una portada de ingreso de medio punto con robustas dovelas, mientras que en el segundo aparecen situadas de forma simétrica ventanas adinteladas. Sobre la clave de la puerta aparece adosado un escudo rococó de finales del siglo XVIII.

La Casa del Mayorazgo fechada a finales del siglo XVI es un robusto edificio que rememora su condición de casa fuerte medieval. Su fachada principal, de sillería, aparece flanqueada mediante dos altos torreones de planta prismática. Entre ambos se ubican dos cuerpos de menor envergadura. El primero de ellos sirve de acceso al interior, y al igual que el piso superior aparece articulado mediante cinco arcos de medio punto. La diferencia entre los dos radica en las pilastras y columnas toscanas, sobre las que descansan los arcos respectivamente.

Otras construcciones del siglo XVI se sitúan en la plaza parroquial y en la calle del Santo Cristo. Comparten la tipología constructiva citada, destacando la casa situada en el número 6. Entre sus características sobresale una línea de imposta lisa que divide los dos cuerpos de la fachada, así como una pequeña torre de piedra que aparece desplazada sobre su parte derecha.

Parroquia de Santa María. Se trata de un edificio construido entre 1805 y 1826, en estilo neoclásico, por el arquitecto Pedro Nolasco de Ventura. Sustituye a una iglesia medieval. Presenta planta una nave de grandes dimensiones dividida es seis tramos que se prolongan hasta la zona del crucero. La cabecera es recta quedando dividida en dos tramos. Siguiendo un sobrio orden clásico la estructura y alzado de la nave se efectúa mediante columnas jónicas de orden gigante, sobre las que se prolonga un entablamento con arquitrabe, friso liso y cornisa. A excepción del crucero que se soluciona con una bóveda de media naranja, el resto de tramos de la nave mantienen una prolongada cubierta de medio cañón enlucida.

Externamente la parroquia presenta un rotundo esquema horizontal, que asimila las mejores propuestas de los arquitectos neoclásicos franceses. Sus muros están perfectamente escuadrados en piedra de sillería. Como elemento externo más importante, destaca el pórtico de acceso situado a los pies. Fue realizado en la primera mitad del siglo XX. Consta de columnas de orden jónico, sobre las que se alza un frontón decorado con motivos de los órdenes clásicos.

El retablo mayor es una obra de estilo romanista iniciada por el maestro Bernabé Imberto en los últimos años del siglo XVI. Estilísticamente relacionable con el retablo de Andosilla, su estructura consta de sotobanco, banco y dos cuerpos rematados en forma de ático. La división de los cuerpos se efectúa mediante tres calles sobre las que se abren a la vez otras dos entrecalles. Las calles del primer cuerpo aparecen flanqueadas mediante columnas de orden jónico y fuste entorchado, mientras que las del segundo cuerpo son de orden compuesto. Bultos y relieves, dedicados a la vida de la Virgen, son plenamente romanistas de raigambre miguelangelesca.

Del mismo estilo es la magnífica sillería del coro, conservada en parte, tallada en 1597 por Pedro Imberto sobre traza de Juan de Anchieta.

El retablo de Santa Catalina es obra plateresca acabada en 1557 por Pedro de Troas en colaboración con Felipe de Borgoña y Juan Mordán. Su traza presenta banco sobre el que se superponen dos cuerpos más ático. Ambos cuerpos se dividen en tres calles flanqueadas por columnas de fuste decorado y estriado, similares a las situadas en el ático. Sobre las columnas se suceden dos frisos que separan los cuerpos en los que aparecen de forma policromada diferentes relieves de temática mitológica al estilo del retablo de La Calzada de Forment. El retablo de San Jorge es de los mismos autores y traza que el de Santa Catalina.

El templo guarda en otras dependencias gran variedad de imágenes. Entre ellas destaca una imagen gótica del siglo XIV que representa a la Virgen sedente con el Niño recostado sobre su rodilla izquierda. Del siglo XVI se conservan varias imágenes de Cristo Crucificado, mientras que del siglo XVII sobresalen varias tallas relativas a la vida de la Virgen. En la antesacristía se guarda una importante colección de orfebrería. Resaltan tres cálices de plata dorada de los siglos XVI al XVIII labrados dentro del estilo bajo renacentista. Otras piezas de singular valor son una serie de crismeras de plata del siglo XIX decoradas con motivos vegetales.

La basílica del Cristo de las Aguas es un edificio barroco del siglo XVII. Su planta es de cruz latina, con una nave fragmentada en cuatro tramos que se prolongan hasta la zona del crucero y cabecera recta. La nave y la cabecera se cubren mediante bóvedas de medio cañón con lunetos, mientras que el crucero lo hace por medio de una bóveda de media naranja. Como elemento externo más sobresaliente destaca la portada de ingreso ubicada en el lado de la Epístola; se trata de un pequeño pórtico formado por dos arcos rebajados, que descansan en la parte central sobre un pilar de piedra.

El interior de la basílica aloja varios retablos entre los que sobresalen el dedicado a San Antón y el retablo mayor dedicado al titular, Santo Cristo de las Aguas. Este último es una obra barroca del siglo XVIII que cuenta con numerosos añadidos del siglo XIX. Consta en su traza de un banco sobre el que superpone la única calle del cuerpo, flanqueada por medio de columnas salomónicas. El conjunto se remata mediante un ático de forma curva. En la hornacina del mismo se encuentra alojada una imagen gótica del siglo XIII, perteneciente al Cristo de las Aguas. El Crucificado presenta en su fisonomía ciertos avances góticos, pero todavía se pueden comprobar la rigidez y estatismo de influencia románica. El retablo de San Antón obedece a modelos barrocos de la segunda mitad del siglo XVIII. Su estructura está articulada por medio de un banco sobre el que se alza un cuerpo individual fragmentado en tres calles con columnas de orden compuesto. Se remata el conjunto con una ático provisto de columnas semejantes y forma curva. Entre sus motivos destacan una imagen del titular realizada en el mismo periodo del retablo y una talla tardogótica de San Pedro, del siglo XVI.

Fernando GARCÍA NIETO