Marins

Agote y Bonechea, Manuel de

Marino. Nacido en Getaria en noviembre de 1755; fallecido también en Getaria el 15 de febrero de 1803.

Nace en la localidad guipuzcoana de Getaria del matrimonio de Joseph de Agote y Ana Antonia de Bonechea en el mes de noviembre de 1755. Su partida de bautismo, fechada en 7 de ese mes y año, no indica nada sobre el día y hora de su nacimiento aunque, probablemente, se produjo en las 24 horas inmediatamente anteriores al bautismo.

Tanto la abundante documentación personal legada por Manuel de Agote como la oficial, no revelan indicios sobre la institución en la que pudo adquirir la vasta y completa formación patente en los "diarios" que elaborará entre 1779 y 1797, dando cuenta de sus navegaciones por el Atlántico y el Pacífico y de su labor como agente de la Real Compañía de Filipinas destinado a la factoría de Cantón, única y restringida base de contacto entre los occidentales de la época y el Imperio chino.

De los "diarios" sí se deduce que esa formación se ajusta enteramente a los patrones propios de la Europa ilustrada, en la que comparten lugar una completa erudición con fundamento en la cultura clásica -Manuel de Agote domina, entre otras lenguas, el latín- y una sólida formación científica basada en el empirismo y la experimentación. Habilidades de las que Manuel de Agote da numerosas muestras en esa serie de "diarios".

Según los datos disponibles, todo apunta a que Manuel de Agote iba a ser dedicado a la carrera administrativa habitual entre los notables locales guipuzcoanos. Es decir, unos primeros pasos en la administración municipal para después ascender hasta responsabilidades de gobierno a nivel provincial desde los cuales solía ser habitual promocionarse, en algunos casos, hasta la administración de la vasta monarquía imperial española en los diferentes consejos y secretarías alojados en la Corte de Madrid.

Sin embargo, Manuel de Agote interrumpirá ese ascenso a través de la escala administrativa, habitual desde el siglo XVI en su familia materna, y en el año 1779 toma la decisión de enrolarse en el comercio marítimo de gran altura, optando por la carrera habitual entre los Bonechea. Rechaza así presentarse a nuevas elecciones municipales, como las que en el año 1776 le otorgan puesto de regidor en el cabildo municipal de Getaria después de un proceso electoral que el primer biógrafo de Manuel de Agote, el abogado getariarra Ángel Gorostidi Guelbenzu, califica de muy reñido. Esas labores de gobierno local sólo serán retomadas por Manuel de Agote muchos años después, cuando la Real Compañía de Filipinas decida retirarlo de sus funciones de agente en Cantón en el año 1797 por motivos de salud y le permita regresar a Getaria, donde ostentará el rango de alcalde de esa localidad en el año 1800, poco antes de su prematura muerte.

Por lo que se deduce de su primer "diario", escrito entre 1779 y 1780 -durante su navegación como agente de Uztariz, San Ginés y compañía, a bordo del navío Hércules fletado por la misma- es probable que esa decisión de abandonar la carrera administrativa en tierra por la del comercio marítimo a gran escala haya estado mediatizada por su mujer Dominga de Gorosarri, muy probablemente hija del capitán y primer piloto del Hércules, Domingo Gorosarri. Ángel Gorostidi Guelbenzu, sin embargo, apunta como causa principal de esa, hasta cierto punto, inopinada decisión, la posible correspondencia existente en esas fechas entre Manuel de Agote y su primo Domingo de Bonechea, oficial de la Armada española que participa en diversas expediciones de exploración en el Pacífico para cartografiar las islas Tahíti, en las cuales morirá el 26 de enero de 1775.

El contexto de los veinte "diarios" que se han conservado de todos los escritos por Manuel de Agote, indican, en cualquier caso, que esa decisión no será en absoluto forzada, ya que el autor de esos cerca de 2000 folios cargados de una irremplazable información náutica, geográfica, histórica y antropológica demuestra, sin vacilación o desmayo alguno, un interés -suicida en ocasiones- por esa clase de vida sujeta a toda clase de incertidumbres. Especialmente durante los largos períodos de navegación transoceánica que lo conducen de Europa a África, América y Asia en diversas ocasiones.

También resulta evidente a través de esos "diarios" que las compensaciones económicas que ofrece a Manuel de Agote el servicio en grandes compañías de comercio internacional -primero la Uztariz, San Ginés y compañía y más tarde la Real de Filipinas- son lo bastante rentables como para que la carrera administrativa en tierra no resulte, desde su primer viaje en 1779, ni siquiera una opción a considerar.

Es de esa decisión, pues, de dónde surge su magnífica aunque poco conocida obra. Esos "diarios" de Manuel de Agote que han sobrevivido hasta la actualidad -clasificados en el Archivo de la Diputación guipuzcoana desde la cifra R 622 a la R 641- se pueden dividir en dos períodos claramente identificables.

El primero de ellos, el que se extiende desde el año 1779 hasta el de 1789, está dedicado a la formación de Manuel de Agote como navegante y agente comercial en la Uztariz, San Ginés y compañía y la Real Compañía de Filipinas.

El segundo período se inicia en el año 1789 y se prolonga hasta el de 1797 y estará caracterizado por la aplicación práctica de todos los conocimientos adquiridos en el primer período. Habilidades que, en efecto, Manuel de Agote ejercerá con un alto grado de excelencia mientras desempeña las difíciles funciones de representante de una de las pocas compañías de comercio europeas autorizadas a traficar con los productos de lujo cosechados o manufacturados por el Imperio chino.

En esos "diarios" Manuel de Agote dejará una exacta cuenta de todas las incidencias de las que es testigo, o protagonista, tanto en su período como navegante en diversos navíos que hacen la ruta Europa-Asia, bien vía Cabo de Hornos, bien vía Cabo de Buena Esperanza, como en el que transcurre, fundamentalmente, en la factoría de la Real Compañía de Filipinas en el puerto franco de Cantón.

Se trata de una tarea minuciosa y llena de detalle que compone un legado de incalculable valor sobre aspectos tan diversos como el arte de navegar en grandes navíos de vela transoceánicos, Cartografía de territorios aún desconocidos en el área del Pacífico y el Índico o, especialmente, acerca del estado de descomposición, lenta pero inevitable, del Imperio chino, una de las más antiguas civilizaciones mundiales y ya entonces pieza fundamental de la Economía mundial.

La estructura de esos "diarios", especialmente la de los dedicados a sus primeros diez años de trabajo entre 1779 y 1789, reflejan una muy similar a cualquier bitácora de navegación de una expedición de cierta entidad. Caso, por ejemplo, de las que el Almirantazgo británico autorizará a publicar al capitán James Cook acerca de sus diferentes expediciones de exploración en el Pacífico. Obra que Manuel de Agote conoce y aprecia, como se deduce de algunas anotaciones en sus "diarios" que hacen referencia a esos viajes. Sin embargo, la preparación académica de Manuel de Agote y Bonechea -muy superior a la de James Cook- y la extensión de su período de servicio, también muy superior al del capitán británico, hacen de los "diarios" del navegante getariarra una obra muy por encima de la que Cook es autorizado a publicar antes de su muerte.

Así encontramos desde el primer "diario" de Agote -el dedicado a su primera navegación a bordo del Hércules entre Cádiz y Manila, siguiendo la ruta africana al índico y el Pacífico, doblando por el Cabo de Buena Esperanza- un relato hasta cierto punto estereotipado, comparable, por ejemplo al de otros barcos que han realizado ese periplo incluso un siglo antes. Caso del navío de alto bordo Le Breton de la flota del rey Luis XIV, enviado desde La Rochelle a la India en el año 1672 siguiendo la misma ruta que sigue el Hércules en el año 1779.

Es decir, una sucesión de anotaciones acerca de los incidentes propios de la navegación de altura a vela, prácticamente día a día, y un relato detallado, a veces de gran calidad literaria, acerca de los puertos, edificaciones, fortificaciones, barcos, o poblaciones nativas que se avistan mientras se desarrolla la travesía.

Sin embargo la minuciosidad y conocimientos de Manuel de Agote, que rebasan ampliamente a los presentes en trabajos de esas características, se hacen notar desde ese primer "diario" del año 1779.

En primer lugar, Manuel de Agote tendrá siempre cuidado de tomar notas precisas sobre la longitud y latitud aproximada por la que navega el Hércules, datos a los que añade observaciones metereológicas de gran precisión. Una pauta ausente en otros diarios como el de Le Breton. Asimismo, las dotes de cartógrafo y dibujante de Manuel de Agote también estarán presentes de manera sistemática en la práctica totalidad de sus "diarios" desde este primero redactado en el año 1779.

Todas esas características, que dotan a su obra de un valor añadido del que carecen trabajos similares, sirven de marco a un relato prácticamente ininterrumpido durante cerca de dos décadas en el que se reflejan minuciosamente tanto adelantos en exploración geográfica y navegación, como el estado de la región de Asia-Pacífico, con especial atención a China, en el último tercio del siglo XVIII.

Los "diarios" del año 1786 y 1787, redactados a partir de sus viajes a bordo de la fragata Astrea, son especialmente reveladores con respecto a la faceta de exploración que revisten las expediciones, en principio de orden comercial, en las que participará Manuel de Agote a lo largo de diez años de su vida.

El objetivo del viaje de la Astrea, bajo mando del celebre Alejandro Malaspina, tiene como fines declarados -aparte de llevar mercancías de la Real Compañía de Filipinas y tropas y pertrechos de guerra a Manila- realizar una serie de mediciones astronómicas y experimentos médicos -fundamentalmente relacionados con la proliferación del escorbuto- que ayuden a mejorar las posibilidades de éxito de las expediciones enviadas a la costa del Pacífico y Asia a través del Cabo de Hornos o el Estrecho de Magallanes.

Así, abundan entradas en la parte del "diario" dedicada al otoño de 1786 en las que Manuel de Agote toma cuenta exacta de los efectos que está teniendo sobre la tripulación de la Astrea una dieta en la que abunda el brócoli y otros vegetales en conserva, así como las mediciones que van realizando Alejandro Malaspina y sus oficiales por medio del que Manuel de Agote describe como "relox marino".

Esa larga travesía culminará en Manila tras hacer escala en Lima antes de continuar el viaje hacia las Filipinas. Una segunda fase del viaje que tiene como objetivo, al decir del "diario" de Manuel de Agote para el año 1787, encontrar rutas entre la costa americana y el archipiélago filipino cortas, rentables y poco arriesgadas.

Ese objetivo se cumplirá de modo enteramente satisfactorio y quedará reflejado en los "diarios" de 1786 y 1787, tanto en las anotaciones manuscritas de Manuel de Agote, como en cierto número de mapas de tierras aún por cartografiar incoporados a los mismos y que resultan de una importancia vital para sostener abierta la ruta comercial de Asía-Pacífico. Una de las de más alto rendimiento económico en aquellas fechas.

El "diario" para el año de 1789, por su parte, es un buen ejemplo de la clase de valiosa labor que Manuel de Agote realizará en su calidad de agente de la Real Compañía de Filipinas en el puerto de Cantón, hasta que se le permita regresar en el año 1797 a Europa por motivos de salud.

En él recoge observaciones muy valiosas sobre el deplorable estado en el que se encuentra el Imperio chino, incapaz de hacer frente a unas potencias occidentales que, ya en esos momentos, están dispuestas a doblegar a ese gigante moribundo para obtener el control de un mercado inmenso y unas fuentes de materias primas y manufacturas de lujo imprescindibles para Occidente. La China que ve Manuel Agote desde su puesto en la factoría de Cantón es descrita, en efecto, en términos crudamente realistas en ese "diario" de 1789: anquilosada, sin verdadera fuerza militar, anclada en unas tradiciones estériles que la hacen peligrosamente vulnerable frente al dinamismo europeo y norteamericano -recién llegado a esa carrera comercial- y empezando a ser dominada por medio de un incipiente tráfico de opio orquestado por los agentes británicos, que no dudan en ofrecer a Manuel de Agote una participación en el mismo dada la posición preeminente de la Real Compañía de Filipinas -gracias a la plata americana- en el comercio con China.

El resto de "diarios" hasta el año 1797 serán sólo una evolución, a mejor, de esa pauta de riguroso análisis sobre la situación de unos territorios ya para ese momento capitales para la economía mundial.

Manuel de Agote no logrará su empeño de verlos publicados, pero aún podrá dedicar los escasos años de vida que le quedan tras su regreso de Asia a elevar, en 1800, una estatua en Getaria a la memoria de Juan Sebastián Elcano, al que honra así como iniciador de la carrera de navegación de altura a la que él ha dedicado toda su vida.

Tres años después Manuel de Agote y Bonechea morirá. Le sobrevivirá su mujer Dominga y los dos hijos, José Francisco y Manuela, que había engendrado en ella inmediatamente después de volver a casa tras su larga ausencia.