Poètes

Agirre, Jose Maria

Xabier Lizardi. Zarautz, 1896-Tolosa, 1933.

Poeta vasco, más conocido por el sobrenombre de "Xabier Lizardi", nacido en la calle Azara de Zarautz (Gipuzkoa) el 18 de abril de 1896. Al cabo de diez años se mudó con su familia a Tolosa, pueblo que ya había dejado de ser la capital guipuzcoana, pero aún conservaba su prestigio (Lertxundi; Otaegi, 1994, 23. orr.). No obstante, no pudo olvidar su Zarautz natal y mostró el amor que le tenía en varios artículos (Tristezas de un jocoso sentimental, Zarautz erdelerri) e incluso en algunos pasajes de sus poemas (Maitea) (Otaegi, 1994, 23. orr.).

Jose Maria Agirre empezó a cursar sus estudios de educación primaria en Zarautz y los continuó en Tolosa. Más tarde se marchó a Madrid, para estudiar la carrera de derecho que tanto deseaba. Aunque por cuestiones de trabajo frecuentemente no pudo acudir a clase, consiguió el título antes de lo habitual. En 1917, con veinte años, terminó los estudios en la Universidad Central de Madrid y en 1923 se convirtió en gerente de la fábrica de telas metálicas Perot de Tolosa (Lertxundi; Otaegi, 1995, XII. orr.).

Habiendo asegurado los recursos económicos necesarios para el sustento, en 1923 se casó con Pakita Eizagirre. Fruto de esa relación fueron sus cuatro hijos (Otaegi, 1994, 31. orr.). Pero la única que fue niña falleció tempranamente. Cuando vio su cuna vacía, le dedicó el poema titulado Otartxo utsa [literalmente, "Cesto vacío"]. Como si esa pérdida no fuera suficiente, en las navidades de 1925 murió su hijo Xabier, en cuya memoria escribió el poema Xabiertxo'ren eriotza [La muerte de Xabier].

Se puede decir, sin duda alguna, que la muerte de sus hijos marcó su vida. A ello hay que añadirle, además, el fallecimiento de su abuela, para quien escribió su poema Biotzean min dut [Me duele el corazón]. El maestro Francisco Escudero puso música a este poema al componer su oratorio Hileta [El funeral] (Lertxundi).

Por tanto, no es extraño encontrar en Lizardi reflexiones acerca de la muerte, ya que era uno de los temas que más le preocupaba. Por otra parte, desde su juventud manifestó gran interés por la naturaleza y un especial apego al euskera, a su patria vasca y al cristianismo. En el libro Biotz-begietan [En el corazón y en los ojos] se dejan entrever todos esos sentimientos (Lertxundi). Mientras en el poema Bultzi-leiotik [Desde la ventanilla del tren] refleja su amor a la naturaleza, en Yaun errukorra [Señor misericordioso] y Agur!, como en otros tantos poemas, el autor expone sus sentimientos cristianos. El poema Gure mintzo [Nuestra lengua], por su parte, trata de la lengua vasca. Lizardi muestra su deseo de que el euskera salga, tal y como se lo merece, a la calle, a la plaza, al mundo entero. Compartía la misma ambición que Bernart Etxepare, y por ello escribe en el diario El día (25-09-1930) lo siguiente, refiriéndose a las reuniones que hacían los miembros de Eusko Ikaskuntza:

"Badakit nik, bat-batetan, euskera utsez, bere batzarrak egiten ezin asi ditekela "Eusko-Ikaskuntza". Baña, beintzat, izkera biak naasi lezazke, ta batzarrero ordu-laurdentxo batean euskeraz aritzeko oitura artu ere bai" (Euskera Aundiki soiñekoz I) [Soy consciente de que "Eusko Ikaskuntza" no puede empezar de repente a hacer sus reuniones exclusivamente en euskera. Pero, por lo menos, se podrían mezclar las dos lenguas, y podríamos incluso acostumbrarnos a hablar en cada reunión un cuarto de hora en euskera] (traducción adaptada del euskera).

Lizardi se esforzó en impulsar el euskera también desde su poesía. Además, a su parecer, ninguna idea patriótica vasca tenía sentido sin el idioma (Larrion). Es más, según menciona Zeleta, en una ocasión J. M. Agirre confesó lo siguiente: "Ezin genezakek abertzale bidetik jo "PRIMO"k eragozten digulako. Euskera bidez jo dezagun" [No podemos tomar la vía del nacionalismo porque "PRIMO" nos lo impide. Consigámoslo a través del euskera] (Zeleta, 1933, 6. orr.).

La situación del euskera en la preguerra fue buena, sin lugar a dudas. Durante el Renacimiento Vasco las revistas, los grupos de teatro, los Juegos Florales etc. se multiplicaron. Hubo más escritores, pintores, periodistas y gente de la cultura que nunca (Lertxundi). Esta explosión cultural abría el camino al cumplimiento del deseo de Lizardi: resucitar los pueblos reprimidos a través de la literatura. Muchos de los artistas de la época se centraron en su trabajo desde esa perspectiva (Otaegi, 1994, 51. orr.).

Impulsado por su actitud hacia el euskera y la nación vasca, entre 1928-1930, fue presidente de Euskaltzaleak y tomó parte en muchas de las actividades de dicha asociación. Así creó el periódico Euskal Egunkaria, punto de encuentro para muchos escritores, y organizó los Premios Kirikiño, Aur Egunak, Erreteriako Olerti Eguna etc. Asimismo, participó en política y, además de mediar en las conversaciones entre Comunión y Aberri (ya que estaba a favor de la unión), fue secretario del Gipuzko Buru Batzar [Dirección territorial de Gipuzkoa] del PNV (Otaegi, 1994, 44. orr.).

Lizardi fue un hombre responsable en los ámbitos de la sociedad y la cultura y eso no hizo más que incrementar sus ganas de escribir. Actualmente es conocido sobre todo por su poesía, ya que fue ése el género que más cultivó. Sus aportaciones mayores en este ámbito son, por un lado, Biotz begietan (1932) [En los ojos y en el corazón] y, por otro, Umezurtz olerkiak (1934) [Poemas huérfanos], obra póstuma publicada por Jose Ariztimuño, Aitzol. En ese último trabajo se nos presentan tanto poemas encontrados por Aitzol, como poemas inacabados y esquemas de poemas todavía sin empezar (Lertxundi). Los temas principales de su poesía son, a decir verdad, los mismos que aparecen en sus reflexiones: la naturaleza, la vida y la muerte, la patria, el euskera y la tradición vasca. En cuanto al estilo, se le reconoce su modernidad, novedad y originalidad (Otaegi, 1995, XV-XVI. orr.).

Pero Lizardi también demostró su habilidad en el teatro y el periodismo. Prueba de ello es su participación en revistas y periódicos como Euzko Deya, Argia, Euzkadi, El Día, Amayur, Euskalerriaren Alde, Euskal Esnalea, Yakintza y Antzerti. Muchos de sus trabajos periodísticos, artículos publicados precisamente entre 1927 y 1933, fueron recopilados en el libro Itz lauz (1934) [En prosa] por la asociación Euskaltzaleak. Las obras escritas para ser representadas se publicaron en la revista "Antzerti" del tolosarra Antonio Maria Labaien, bajo el título de Laño ta izar (1932) [Niebla y estrella] y Bi aizpak (1932) [Dos hermanas]. Ezkondu ezin ziteken mutilla (1953) [El muchacho que no se podía casar], sin embargo, la publicó Labaien en la revista "Egan".

No obstante, más que como poeta, J. M. Agirre se hizo famoso en su época por escribir teatro, pues en aquel momento la clase culta del país desconocía el euskera y los vascoparlantes no alcanzaban el nivel de alfabetización requerido para poder disfrutar de la belleza de su lírica (Izagirre, 2000, 8. orr.).

La muerte visitó madrugadora a este poeta y con sólo treinta y seis años una pulmonía acabó con su vida el 12 de marzo de 1933. Según Lourdes Otaegi, parece que el féretro estuvo expuesto en una sala de la fábrica Perot, como muestra de la buena relación entre jefe y trabajadores. Además de merecidos homenajes y dedicarle un monumento, Antonio Maria Labaien propuso cambiar el nombre de la calle Azara por el de Lizardi (1994, 41. orr.). Todo ello son muestras del aprecio que le tenían.

Desde entonces han sido muchos los que han alabado su trabajo. Uno de ellos, Gabriel Aresti, ha querido manifestar el sentimiento que la lectura de sus poemas le provocaba diciendo que Lizardi escribió una página de oro de la literatura vasca, la más bella de todas, la más brillante (apud Izagirre, 2000, 8. orr.). En la misma línea, Koldo Mitxelena opina que se le debe otorgar un puesto importante a Jose Maria Agirre (1960, 148. orr.). Igualmente, Xabier Lete señala que Lizardi ha sido el primero en crear un lenguaje poético especial en euskera (1974, 14-15. orr.).