Matematikariak

Villarreal Gamboa, Juan Bautista de (2001ko bertsioa)

Matemático y estudioso de las ciencias naturales, nacido en Arrasate (Gipuzkoa) en la segunda mitad del s. XVII y muerto en Lekeitio el 31 de mayo de 1729. Era hermano de Pedro Bernardo de Villarreal Bérriz y en las postrimerías del s. XVII aparece por tierras italianas, destacado como camarero mayor del virrey y capitán general del reino de Nápoles, duque de Medinaceli. Fue caballero del hábito de Santiago, y gozaba de mucha fama en los círculos napolitanos por su afición a las ciencias exactas y su dominio de diversos idiomas, citándose entre éstos el fránces, el alemán, el griego, el latín y, por supuesto, el euskera, además del italiano y castellano. En 1697 las prensas partenopeas lo honraban con la dedicatoria de una nueva edición de la obra Canzoni parafrastiche, de Francesco Marini, y en el prefacio de dedicación, tras de explayarse el editor, Domenico Antonio Parrino, encareciendo enfáticamente las grandezas nobiliarias de los vascos, ponía de relieve la constante aplicación de nuestro caballero mondragonés a los estudios de la filosofía natural, de la moral y de lasciencias matemáticas. Dan fe, en efecto, de las aficiones científicas de Villarreal los borradores y apuntes que se recogen en el legajo 64 del archivo familiar de los Manso de Zuñiga, de Lekeitio, así como la notable cantidad de instrumentos matemáticos, ópticos y de todo tipo, cuya relación detallada dejó él mismo en el inventario de haberes que extendió en el año 1720. Otro tanto cabe decir al repasar los títulos de libros con los que enriqueció los estantes de su biblioteca lekeitiarra, entre los que, junto a algunos políticos italianos de ambigua trayectoria ideológica (como Tommasso de Campanella o Traiano Boccalini), abundan los directamente relacionados con las cuestiones de orden técnico-científico. En el citado inventario de 1720 hallamos, por otra parte, algunos indicios de las magníficas relaciones sociales de nuestro caballero mondragonés, que acabó siendo admitido, junto con Luis Francisco de la Cerda y Aragón, duque de Medinaceli, como individuo de la célebre Academia de los Arcades, que se reunía en el Jardín Farnesio de Roma. No sabemos hasta qué punto Villarreal fuese agraciado a las musas; pero diremos, de todas maneras, haber encontrado un soneto de Juan Bautista en un volumen que recoge las expresiones de una culta sesión académica, conmemorativa de la mejoría de salud de Carlos II de España. Se titulaba la obra Componimenti recitati nell'Accademia a' di IV di Novembre, anno M. DC. XCVI ragunata nel Real Palagio in Napoli per la ricuperata salute di Carlo II..., Nápoles 1697. Vuelto a su patria probablemente a principios del XVIII, con motivo de la guerra de sucesión española, Juan Bautista de Villarreal continuó correspondiéndose con uno, al menos, de sus amigos italianos, Agostino Ariani, sobre temas de índole científica. Estas andanzas y tratos de Juan Bautista con Italia dejaron su huella en el país natal. Por de pronto, un borrador de carta de nuestro Juan Bautista a don Francisco Navarro de los Arcos, fechado en Lekeitio a 21 de diciembre de 1722, nos da pie a pensar en la existencia, por esas fechas, de un pequeño círculo erudito en la villa vizcaina, en el que la tertulia alternaba con el estudio de las matemáticas o el comentario de los calendarios y gacetas que llegaban del extranjero. (G. Manso de Zúñiga: Cartas de Bilbao, en el "B. R. S. V. A. P.", 5 [1949], p. 32). Además ciertos tratadillos manuscritos redactados en italiano, que figuran entre los papeles traídos por Juan Bautista desde Nápoles y traducen una visión enteramente geométrico-mecanicista del mundo, de ascendencia cartesiana, son índice de que por esas fechas afluían a Lekeitio y quizá a un círculo más amplio, por los caminos más insospechados, matices de pensamiento que pueden considerarse francamente novedosos en el clima espiritual dominante entonces en la Península ibérica. Otro aspecto de la personalidad de Villarreal, era su universal preocupación por cuanto encontraba en la naturaleza. Sorprende, en primer lugar, el largo recuento de instrumentos de observación o investigación científica, que nos ofrece el citado Inventario. Abundan, desde luego, las referencias a instrumentos de medición y similares (planisferios, "anillos astronómicos", relojes de sol, etc.); pero no faltan las que hablan de cajas ópticas, de lentes de refracción, de espejos ustorios, de microscopios, de un higrómetro, etc. y de otros muchos objetos raros y curiosos, que revelan en su poseedor una alertada curiosidad por los secretos de la naturaleza. Grande era el número de instrumentos ópticos, telescopios y microscopios, que se había allegado, comprándoselos al célebre constructor romano de telescopios Giuseppe Campani. Aunque Gregorio Marañón cree poder conjeturar que el primer microscopio introducido en España fue tal vez el que hacia 1740 se hizo traer de Amsterdam Benito Feijoo, en realidad son varios los que manejan Villarreal y sus contertulios lekeitianos 30 años antes. Hemos de decir, con todo, que según un reciente estudio de María Luz Terrada Ferrandis, el uso del microscopio en España empezó a generalizarse a fines del s. XVII con los precursores de la Ilustración Crisóstomo Martínez (h. 1638-h. 1689) y Juan Bautista Juanini (1636-1691) (La anatomía microscópica en España. La doctrina de la fibra y la utilización del microscopio en España durante el barroco y la Ilustración, Salamanca 1969). Los datos que se manejan en la presente biografía obran en su totalidad, aparte aquéllos de los que ya se ha hecho referencia bibliográfica precisa, en el Archivo familiar de los Manso de Zúñiga de Lekeitio, legajos 64 y 22 principalmente.

Koldo LARRAÑAGA