Mendilerroa

SIERRA DE URBASA

Series líticas de superficie de la Sierra de Urbasa (Navarra). Los primeros hallazgos se produjeron en el verano de 1968, casualmente, en el paraje «Balsa de Aranzaduya» en el Raso de Urbasa, por el vecino de Zudaire Emilio Redondo; el valor del descubrimiento fue certificado al año siguiente por miembros del Seminario de Arqueología de la Universidad de Navarra (bajo la responsabilidad de E. Vallespí), revisando el lugar de los hallazgos y avanzando un diagnóstico cultural. La prospección sistemática emprendida, de seguido, por E. Redondo y E. Vallespí logró la ampliación del área de los hallazgos a los nuevos parajes de la Fuente de Andasarri (también en El Raso) y de la zona de Osaportillo, aumentándose el número de las piezas recogidas. Los materiales procedentes de aquella etapa de investigaciones fueron estudiados por E. Vallespí (1971) y por I. Tabar (1977-78). Nuevas localizaciones importantes se han producido en el Regajo de los Yesos, en la Fuente de Aziarri (en el Raso) y en Pozo Laberri (en Osaportillo), en 1972 y 1973. Posteriormente la actividad incansable de E. Redondo ha reunido importantes evidencias de aquellas técnicas del Paleolítico Antiguo: cuya colección ha cedido desinteresadamente en 1976 al Museo de Navarra. Desde 1980 se hizo cargo I. Barandiarán de la dirección de las prospecciones de la Sierra y del estudio de las colecciones de utensilios tallados recogidos: y a ello le dedicó las sucesivas campañas estivales. Entre otros, han sido sondeados los sitios de Osaportillo, Bioiza y Balsa de Aranzaduya. El complejo panorama cultural del conjunto prehistórico de Urbasa se extiende por la amplia superficie de ese antiplano; y evidencia que las gentes de la Edad de Piedra y posteriores acudieron en diversas épocas (desde fines del Paleolítico Inferior hasta plena Edad del Bronce) a la «Sierra» a aprovecharse de sus recursos en sílex, en especies animales o, en fases de la Prehistoria avanzada, en pastos. Es aún prematuro intentar otro análisis de aquellas evidencias arqueológicas que el puramente formal (técnicas y tipos): y en ese sentido se han redactado los diversos «avances» hasta ahora publicados. Deben señalarse, al efecto, la primera noticia por E. Vallespí (1971), el estudio monográfico de I. Tabar (1977-78) sobre los lugares de Andasarri y Osaportillo, y la síntesis de I. Barandiarán y E. Vallespí (1980:80-88), que voy a seguir fundamentalmente. Los lugares de los hallazgos se sitúan en lo alto de la Sierra de Urbasa, localizándose en dos zonas del eje sinclinal de la formación: en el Raso y en «Osaportillo» (a unos 9 km. al Este del Raso); por el momento, son ya veinte los lugares de concentración de hallazgos. El Raso se halla de 860 a 900 metros de altitud; y el paraje denominado «Osaportillo» (realmente es parte de la carretera que conduce a aquella majada: pero dista bastante de ella) a 900. Estructuralmente Urbasa está formado por un sinclinal plegado de terrenos terciarios (calizas de diversas etapas del Eoceno, observándose sobre alguna zona central de dicho sinclinal conglomerados y areniscas oligocénicas), sobre los que se han acumulado un manto de tierra vegetal y algún suelo de origen cuaternario. Por el momento --y pese a nuestras búsquedas concretas y sondajes-- no se ha podido localizar depósito arqueológico alguno organizado en secuencia de estratos. Los instrumentos líticos tallados aparecen en el tramo superficial del terreno, habiéndose puesto en evidencia por denudación del mismo (erosión por lluvia, ligeros corrimientos) o al ser removido por labranza, trazado de pistas y movimiento de tierras, toperas, remoción por cerdos... En el mapa de Urbasa las localizaciones de hallazgos arqueológicos se concentran en torno a las carreteras y pistas principales que en sentido Norte-Sur atraviesan la Sierra por su zona central y a algunas de sus ramas o desviaciones laterales: pues han sido éstas las zonas más intensamente prospectadas. El efectivo de estaciones habrá de crecer, sin duda, conforme se extienda el ámbito de las búsquedas a zonas hoy menos accesibles de la Sierra. Los materiales líticos, según se señaló, han sido encontrados exclusivamente en superficie. Estando en estudio --y en trance de acopio de nuevos datos-- el conjunto de industrias de Urbasa, repetiré ahora la presentación de los seis primeros lugares localizados (Barandiarán-Vallespí 1980:80-88) tal como ya han sido publicados. En la Balsa de Aranzaduya el informe de E. Vallespí (1971) presentaba una industria con abundantes restos de talla y un cuadro tipológico muy preciso. En los restos de taller aparecen nódulos con descortezamiento inicial, núcleos, lascas (en porcentaje equilibrado: de talla ordinaria, clactoniense, y Levallois), una punta Levallois, y algunas láminas (una de tipo Levallois y ordinarias las restantes). Las piezas están obtenidas casi exclusivamente sobre nódulos y lascas: son bifaces (amigdaloide ovalado y discoide), algún hendidor, discos, numerosas raederas (bifaciales, laterales, ladeadas, trasversales...), denticulados, raspadores carenados y planos, más otros tipos. El conjunto de la Fuente de Andasarri ha sido clasificado por I. Tabar en coordinación con E. Vallespí. Su colección comprende doscientas setenta evidencias de sílex, en su mayoría son restos de taller (generalmente desechos informes): una docena de núcleos (de lascas, salvo uno de láminas), dos fragmentos de avivado de núcleo, lascas (con notable índice Levallois) y, en menor proporción, láminas. El total de instrumentos clasificables es de treinta y siete que, por orden decreciente de frecuencia, son: raspadores (casi todos carenados, algunos en hocico, uno de cepillo), muescas (en equilibrio las muescas verdaderas y las de tipo clactoniense), denticulados y raederas (simples, una alternante), tres «bifaces-raederas» (o bifaces de tranchant lateral), dos cuchillos (uno de dorso atípico, el otro de dorso natural) y una rasqueta. En la Fuente de Aziarri, en el mismo Raso, el lote de materiales recogidos ofrece predominio de lascas (algunas de talla Levallois) sobre otro elemento laminar. Como utensilios presenta alguna raedera simple, una en lasca Levallois, y diversas piezas (una truncadura oblicua, dos foliáceos...) que parecen denotar que se trata de materiales de un conjunto heterogéneo, o mezclado. Del Regajo de los Yesos se han controlado medio centenar de evidencias de sílex (con abundancia relativa de restos de talla, un núcleo de Levallois, lascas y alguna lámina de técnica Levallois) y un cuadro tipológico con predominio absoluto de raederas --que importan más de la mitad del total de los útiles--, en su mayoría simples (algunas de retoque bifacial y una doble), varios cuchillos atípicos, denticulados y un raspador plano de hocico. En Osaportillo ha analizado I. Tabar un total de trescientos setenta sílex (en su mayoría restos de talla, con gran variedad de desechos indeterminados): lascas abundantes (muchas de ellas corticales; de tallas ordinaria y Levallois), pocas lascas laminares, numerosos núcleos de lascas (alguno Levallois de lascas y de puntas) y dos núcleos ordinarios de láminas. Hay quince lascas y una lámina con huellas de uso o de retoque y cincuenta y seis piezas que presentan: predominio de cuchillos y de raederas muy variadas (simples, convergentes, trasversal, alternante y de retoque bifacial ordinario y una de tipo Quina), proporción algo inferior de raspadores (casi todos carenados, con tipos de hocico y dos de cepillo; unos pocos son planos), denticulados y muescas (clactonienses en su mayoría, pero algunas verdaderas muescas y de uso)... En el Pozo Laberri se han recogido unos sesenta sílex, en su mayor parte restos de talla, con relativamente abundantes lascas ordinarias y alguna Levallois, dos núcleos (prismático y piramidal de laminillas), alguna lámina pequeña, varias raederas y un par de raspadores carenados. Esta primera clasificación tipológica de los materiales de la media docena de localizaciones de Urbasa (tanto del Raso como de Osaportillo), aunque provisional --y corregible con la lógica ampliación de las series a partir de las prospecciones futuras-- puede apoyar bien una serie de consideraciones de interpretación general. De entrada se debe recordar que se trata de estaciones al aire libre: y por tanto que se carece de cualquier seguridad objetiva en cuanto a la integridad de las colecciones (¿se ha recogido todo?, ¿se ha recogido sólo lo proveniente de un espacio-yacimiento?) y en cuanto a su no contaminación (¿procedía todo de un solo «nivel» de depósito?). Por ello nos queda como recurso --acaso el último-- el de la identificación tipológica-formal de las evidencias: con los conocidos riesgos que tal diagnóstico conlleva. En general, resalta en primer lugar, y tal como concluimos en 1980 (I. Barandiarán-E. Vallespí 1980:87), «la homogeneidad de las series colectadas: en su mayoría evidencian corresponder a un mismo mundo industrial basado en técnicas de talla achelense, clacto-tayaciense y levalloisiense. Con dicha tecnología se produce un cuadro tipológico caracterizado por el predominio exclusivo del instrumental retocado sobre nódulo o sobre lasca: bifaces clásicos y discos, abundancia notable y variedad de raederas y raspadores (mayoritariamente en formas carenadas), muescas, denticulados y cuchillos, más otros tipos --en principio coetáneos-- en proporción menor». Aparte de ello, en los seis conjuntos expuestos (y en otros lugares no citados del mismo Urbasa) se significa otro pequeño conjunto lítico sobre láminas (raspadores planos, raspadores largos en extremo de lámina; algunas clases de buriles) de probable adscripción al Paleolítico Superior inicial. Del mismo modo que un tercer conjunto aquí no aludido (en el que se incluyen contadas industrias microlíticas, algunas puntas foliáceas y de pedúnculo y aletas, y diversos pulimentados) se debe relacionar con la población pastoril que ocupará urbasa durante el Eneolítico y el Bronce Antiguo, depositando sus muertos en los dólmenes localizados. Las industrias representadas predominantemente en Urbasa resultan, por tanto, atribuibles a un Musteriense de tradición achelense: su base tipológica se sitúa, sin duda, en el Achelense Superior o en el Final, incorporándose a ella el numeroso utillaje propio del complejo musteriense. En tanto que los objetos atribuibles al Paleolítico Superior entonan más en el cuadro industrial del Auriñaciense que en el de otras etapas más recientes. Se impone la atribución de los conjuntos del Raso y de Osaportillo a un mismo y continuado habitat de la Sierra «de base tipológica en el Achelense Superior y Final (quizá también iniciada la presencia humana en Urbasa por esa época), desarrollado con seguridad en un ambiente cultural del Musteriense de tradición achelense y prolongado en las primeras etapas inmediatas del Paleolítico Superior». Estas poblaciones viven al aire libre en varias localizaciones a lo largo y a lo ancho de Urbasa. Las evidencias de sus industrias y restos de talla no están rodadas ni mínimamente afectadas por señales de desplazamiento: certifican, así, su hallazgo aproximadamente in situ, sin que podamos delimitar con seguridad la extensión precisa del espacio en que se asentaron ni tampoco estructura alguna de ocupación. El aprovisionamiento de materia prima para las distintas ocupaciones de Urbasa se localiza en todo el frente septentrional de la Sierra que, desde más al Oeste del puerto de Opakua (en Alava) a más al Este del de Urdiain (Navarra), ofrece múltiples afloramientos de filones de sílex: apareciendo en varios de esos sitios trazas evidentes de haber sido extraído, troceado y tallado en el mismo lugar. Entre todas las estaciones de Urbasa destaca como más homogénea y más seguramente atribuible al complejo industrial del Achelense la que se extiende en torno a la Balsa de Aranzaduya: bien caracterizada por sus bifaces y discos (ausentes estos de las otras colecciones de la Sierra). También el sitio de Bioiza --inédito aún-- ofrece aspecto de referencia muy probable al Paleolítico Inferior terminal.

Ignacio BARANDIARAN MAEZTU

Estación megalítica situada en términos de Baquedano y Monte de Urbasa (Raso, Limitaciones de las Amescoas). Comprende trece dólmenes, varias estructuras tumulares no bien definidas, y un menhir. Los seis primeros monumentos de Urbasa fueron descubiertos en 1921 por J. M. de Barandiarán y excavados de seguido por Aranzadi, Barandiarán y Eguren, hallando un importante repertorio antropológico y excelentes ajuares acompañando a los restos de los inhumados (así, son de destacar las cuentas de collar discoides planas de hueso): fueron los dólmenes de Armorkora Aundia, Armorkora Txikia, Artekosaro, La Cañada, Puerto Viejo de Baquedano I (o Norte) y Zurgaina (aquí los restos humanos recuperados correspondían a un mínimo de dieciocho individuos). Posteriormente el repertorio megalítico se ha ampliado (merced a descubrimientos de J. Elósegui, T. López Sellés, F. Leizaola y F. de Ondarra) con los dólmenes de Agileta, Etxarrikoportugape I, los dos de Obas (Norte y Sur), Puerto Viejo de Baquedano II (o Sur), Santa Marina y Juakosoro y con los túmulos de Etxarrikoportugañe II y de Gastansao. Las investigaciones de Ignacio Barandiarán --en colaboración con E. Redondo-- en Urbasa, desde 1981, han permitido anotar nuevas concentraciones de construcciones tumulares (no todas de segura referencia a la Prehistoria) en varias zonas de Limitaciones de las Amescoas y en el lugar de Ostolaza (grupo este que empalma con el alavés de Aitzluze); la excavación del dolmen de Juakosoro ha resultado infructuoso. Hay un menhir: el de Mugako Arria. La estación megalítica de Urbasa debe ser entendida en relación de continuidad con la alavesa de Entzia (al Oeste) y navarra de Andía (al Este).