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Sanz García, Balbino

Veterinario, microbiólogo. Nacido en Maestu (Álava), el 12 de julio de 1885; fallecido en Santiago (Chile), el 30 de noviembre de 1955.

Balbino Sanz García era hijo del veterinario titular de Maestu, del mismo nombre. Inició los estudios en mayo de 1903 en Madrid y concluyó en junio de 1907, obteniendo sobresaliente en los tres ejercicios de la reválida. Realizó prácticas en el Instituto nacional de Higiene Alfonso XIII con su maestro y mentor, Dalmacio García Izcara, y al año siguiente logró una plaza de veterinario militar.

Aprobó las primeras oposiciones al Cuerpo de Inspectores de Higiene y Sanidad Pecuarias en 1910, siendo destinado a Valladolid. Cinco años después pasó a ocupar una de las "Inspecciones auxiliares de la general" en el Ministerio de Fomento. En 1913 contrajo matrimonio con Hermilia Briso.

Dirigió la revista La Veterinaria Castellana, publicada en Valladolid en 1911, de la que vieron la luz unos pocos números, y fue redactor jefe de El pecuario español que sólo se editó en 1916, con Dalmacio García Izcara como director.

En 1915 publicó la Guía del Veterinario Higienista, y dos años después se insertó en la Revista Veterinaria de España, un artículo titulado "El problema pecuario en América", premonitorio de lo que sucedería poco tiempo después. Describía la situación ganadera en Hispanoamérica y elaboraba unas "bases para un plan de organización del servicio pecuario". Además, se refería al futuro que se abría para los veterinarios europeos en momentos tan dramáticos, "si, como desea unánimemente la opinión sana y sensata de nuestro país, logramos salir incólumes de la horrible hecatombe". Eran los años de la I Guerra Mundial.

Durante un Congreso sobre fiebre aftosa celebrado en Buenos Aires en 1919, conoció a Enrique Matte, que le contrató para trabajar en la Sociedad nacional de Agricultura de Chile.

Su amigo, el historiador de la veterinaria Cesáreo Sanz Egaña, escribió con motivo de su marcha:

En España no estamos tan sobrantes de veterinarios jóvenes que, como Balbino Sanz, unan el conocimiento perfecto de la técnica del laboratorio a la práctica clínica, avalorado de una cultura profunda de cuantos asuntos interesan a nuestra profesión. Un hombre de esta preparación técnica y esta documentación científica, por causa de nuestra desdichada administración esterilizaba sus energías revolviendo papelotes, atando expedientes, redactando oficinescas minutas en una mesa de una dependencia de Fomento. En cambio, los laboratorios de investigación, no producen, por falta de obreros intelectuales con adecuada preparación, nuestras clínicas siguen la rutina que legaron generaciones pasadas. ¡Qué doloroso contraste!

Oíd sus propias palabras en la instancia que dirigió al ministro de Fomento. Dice: "que necesitando mejorar sus medios económicos y no encontrando suficientemente recompensado el ejercicio de su profesión en el Cuerpo a que pertenece, ha decidido, a pesar de lo anómalo de las circunstancias, trasladarse a la república de Chile en donde espera aplicar sus conocimientos y actividades con mejor fruto y estimación de lo que es general.

Al fundarse en 1922, el Instituto Biológico de la SNA, Balbino Sanz se convirtió en director. En un artículo publicado en la Revista de Higiene y Sanidad Pecuaria se podía leer un comentario respecto a su valía y labor en Chile, "es espléndidamente remunerado y goza de la estimación científica y social, conquistada por sus propios merecimientos". También se destacaban los estudios realizados "sobre la profilaxis de la fiebre aftosa y, más aún, sus investigaciones acerca de la hemoglobinuria", es decir, la babesiosis bovina. En 1923 se preparó en el instituto, por vez primera en Chile, el suero anticarbuncoso.

Balbino Sanz se hizo también cargo de las cátedras de Anatomía y de Higiene y Profilaxis de la Escuela de Agronomía de la Universidad Católica de Chile. Asimismo, ingresó en la Academia de Ciencias Naturales del país andino, cuando fue fundada en 1926 por el profesor Porter.

Falleció en Santiago de Chile el 30 de noviembre de 1955, y su sepultura se encuentra en el Cementerio católico de la capital.