Bailarak

Salazar (1996ko bertsioa)

Causas por brujería en el siglo XVI. En el año 1525 se formó causa contra varios habitantes de Ronkal, Salazar, Aézcoa y Aoiz, acusados de brujerías; y fueron ajusticiados y confiscados sus bienes. Pedro Balanza, oidor del Consejo de Navarra, pasó en comisión a los pueblos donde existían los supuestos brujos, con facultad de recibir información sumaria remitiendo los autos al Consejo para su determinación. Este oidor administró los bienes confiscados a los brujos y brujas sentenciados, y habiendo muerto sin aclarar la cuenta de su administración, se hizo cargo a sus herederos y se siguió causa acerca de ello, de la cual aparece que Balanza fue a la comisión llevando entre su comitiva un capellán, dos borreros (verdugos), y dos mozas brujas que conocían a las otras brujas. Llevó también 70 pares de grillos, 30 pares de esposas y 40 argollas. En 1527 el inquisidor Avellaneda realizó una investigación de brujería en la montaña navarra, ayudado por dos niñas de nueve y once años, que decían poder conocer a las personas que eran brujas por una señal que tenían en el ojo izquierdo. Halló en el valle de Salazar una gran junta de brujos, que se reunían en el Soto de Tarragona, con más de cien asistentes, de los que hizo justicia a más de ochenta. Una de ellas «en presencia de todos se untó con un ungüento ponzoñoso -capaz de matar a un hombre- y llegó a la ventana, que es alta y el suelo de abajo una gran peña donde un gato se hiciera pedazos, y hizo invocación al demonio. El cual vino como acostumbraba y la tomó y la bajó en el aire». El valle se vio también envuelto en un proceso de brujería en el año 1539. El jurista enviado por los tribunales fue el joven comisario Camús. Entre los acusados se encontraba el propio alcalde del valle, Lope de Esparza, junto con cuatro brujas de Ochagavía y otras de Esparza, Izalzu, Ezcároz y Jaurrieta. La réplica de Lope de Esparza a los fantásticos hechos que se le atribuían constituye un modelo de sentido común a la vez que una sentida profesión de fe. El Consejo Real dictaminó contra estos supuestos brujos una sentencia de varios meses de destierro. Debido a la pertinancia de estos supuestos brujos el Santo Oficio destinó funcionarios suyos para que residieran permanentemente en el valle, estableciéndose en Ochagavía durante los ss. XVI y XVII. Transcurrido el período de mayor agudeza de las persecuciones brujeriles, su misión consistió en informar sobre la gente foránea que pasaba por el valle, sobre todo de la que procedía del reino de Francia.