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Puente La Reina / Gares

El esquema de casa más seguido cuenta con un primer piso edificado en sillar, más un recrecimiento superior realizado en ladrillo en época posterior. De hecho, esos recrecimientos explican en sí mismos cómo fue posible que la ciudad quintuplicase su población entre los siglos XIV y XIX, sin desbordar la línea marcada por el recinto amurallado medieval.

En la calle Mayor se encuentra el mayor número de casas palacianas, pero podemos ver también inmuebles que siguen el esquema general arriba descrito. Las más antiguas lucen portales apuntados, como las que llevan los números 21, 34 y 46, pero vemos también buenos ejemplos con arcos de medio punto (nº 48 y 83) e incluso adinteladas. No faltan las edificadas enteramente en sillar, como la que abre la calle, que reaprovecha parte de uno de los cubos de la muralla, pero lo habitual es que lleven amplios recrecimientos en ladrillo. Las más acabadas se rematan en alto con una galería de arquillos de medio punto, como vemos en las casas nº 11 y 19, y que denotan la llegada tardía a Navarra de modelos arquitectónicos meridionales.

Otra de las fachadas nobles se corresponde con los nº 27 y 29, mostrando planta baja en sillar y pisos superiores en ladrillo. Se abre con dos grandes arcos de medio punto cajeados, y por encima hay un largo balcón corrido. La fachada va presidida con un escudo barroco.

A mitad de trazado la calle Mayor se abre con la Plaza Mayor (o plaza de Julián Mena), presidida por la Casa de los Cubiertos, obra del siglo XVIII con arquería inferior en sillar y tres pisos superiores en ladrillo, los dos primeros con balconada corrida y el superior con ventanales rectos. Se concibió como sede del Ayuntamiento, y los porches inferiores como alojamiento para el mercado.

Las calles de Ximénez de Rada y de Arrieta, paralelas a la rúa Mayor, presentan versiones en general más modestas de lo hasta ahora descrito. En la calle de Arrieta vemos una casa, con el nº 9, que reproduce el esquema clásico de primera planta en sillería, abierta por arco apuntado gótico, y pisos superiores en ladrillo, lugar en el que se ha remetido un escudo neoclásico de aparatosa decoración. Otra fachada muestra las armas de la familia Satrústegui. En la calle Ximénez de Rada, las casas nº 78, 94 y 132 pueden marcar la tónica general. La primera de ellas presenta planta baja en sillar, abierta con arco de medio punto, y pisos superiores en ladrillo, con ventanas rectas. Las dos restantes van enteramente en ladrillo, salvo un zócalo bajo en sillar, e incorporan galería de arquillos en lo alto. Otras calles como las del Crucifijo y de San Pedro repiten modelos ya reseñados.

El puente románico que da nombre a la villa es un imponente ejemplo de arquitectura románica, propia del siglo XI, posible empresa de doña Mayor, mujer de Sancho III el Mayor, o de doña Estefanía, consorte del rey García el de Nájera. De ahí habría tomado el nombre de Ponte Regina. Mide 110 metros de largo, y su anchura ronda los 4 metros. Está edificado en sillería de diferentes formatos, y tiene perfil del tipo de "espalda de dromedario" llamado así a causa de su curvatura superior. Se abre con seis arcos de medio punto, de mayor luz el central y amplitud decreciente hacia los extremos. Cuenta con arquillos intermedios a modo de aliviaderos, que aligeran la fábrica y disminuyen la resistencia al agua en caso de crecidas, y con tajamares puntiagudos a ambos lados, que disminuyen el rozamiento en los puntos de mayor presión y canalizan el agua hacia los arcos. Antiguamente había sendos torreones defensivos en los extremos del puente, más una torreta central que albergaba una capilla en la que se custodiaba la imagen de la Virgen del Txori, actualmente en la Parroquia de San Pedro.

  • Ermitas

Pérez Ollo cita un total de nueve. Santa María de Murugarren se cita para 1357, aunque debió derruirse hacia el siglo XVIII. Nuestra Señora de la Soledad se encontraba en el propio casco urbano, y su fachada se integró en la portada del actual Museo de Navarra de Pamplona. San Eutropio fue iglesia del desolado de Zubiurrutia, situado en la salida hacia Mañeru, que en 1415 fue agregado a Puente la Reina. Hoy se encuentra desaparecida. San Gregorio, en la carretera hacia Mendigorría, también fue derruida. San Salvador, cerca de San Eutropio, al igual que Santa Águeda, desaparecieron también hace tiempo. En cuanto a San Martín de Gomacín, fue iglesia del desolado homónimo, que se cita para 1210. En la actualidad, presenta planta rectangular, con ábside semicircular y sacristía adosada a la cabecera. Los muros van enlucidos, y se cubre con tejado a dos aguas.

La ermita de San Marcial perteneció originariamente al señorío de Sarría, y se cita ya para el siglo XIV, cuando al parecer era iglesia de un poblado medieval que posteriormente fue abandonado. Se trata de un edificio de cierto empaque, cuya actual configuración responde a una intervención de 1955. Presenta planta rectangular, dividida en seis tramos iguales, y con el acceso en el lado del Evangelio, situado en el tercer tramo y protegido por un pórtico sobre pilares. A los pies de la nave se abre un segundo acceso, igualmente cobijado por un pórtico ligero. Los muros van enlucidos, y se cubre con una bóveda de cañón moderna, articulada por arcos fajones de medio punto. El interior va presidido por un retablo mayor del siglo XVIII, cuya traza se compone de banco, un único cuerpo y remate con decoración vegetal. Se organiza mediante columnas salomónicas, y la única hornacina va ocupada por la imagen titular de San Marcial, de la segunda mitad del XVIII.

También la ermita de San Clemente fue iglesia de un desolado medieval, en este caso del de Sotés. El lugar se cita pronto, para el siglo XII, pero parece que luego se despobló, y la ermita aparece vinculada al señorío homónimo. En 1960 fue totalmente reconstruida, reutilizándose los materiales de la vieja iglesia medieval. La planta del edificio es de una única nave, dividida en cuatro tramos iguales, más una cabecera semicircular algo más estrecha. El acceso se sitúa a los pies del templo, con una puerta secundaria en el lado de la Epístola. Los muros son de sillarejo, y al interior se decoran con mosaicos representando las vidas y milagros de San Francisco Javier, San Ignacio y San Clemente. Se cubre con bóveda de cañón, realizada en ladrillo y con fajones, más una bóveda de horno para el ábside.

  • Iglesia del Crucifijo

Originariamente fue la iglesia del primitivo lugar de Murugarren, núcleo de población anterior a la existencia del propio Puente la Reina. El templo es románico en origen, de fines del siglo XII, aunque en el primer tercio del siglo XIV se le realizó una gran ampliación lateral, que en la práctica dobló su tamaño. Así las cosas, la planta presenta dos naves, situación realmente anómala en los templos del medievo navarro. La nave de la Epístola, correspondiente a su estadio original románico, está dividida en cuatro tramos, más una cabecera semicircular peraltada. El primero de los tramos lleva sus muros reforzados para soportar el peso de la torre, y su orientación presenta un ligero desvío respecto del eje de la nave, denunciando falta de contemporaneidad. Los muros son de buena sillería, y en el lado del Evangelio se perforaron al tiempo de la ampliación, abriendo en ellos cuatro grandes arcos formeros, de perfil apuntado y que apean sobre pilares octogonales. Para dar iluminación a esta nave se abrieron tres ventanas románicas, una en el eje de la cabecera y otras dos en el muro de la Epístola, en sus tramos tercero y cuarto. Tienen estructura abocinada, con vierteaguas exterior y columnillas adosadas dotadas de basa y capitel. El acceso se abre por el muro meridional, a la altura del segundo tramo, y es un monumental ejemplo de portada románica al que luego haremos alusión. Esta nave recibe una bóveda de cañón, con ligero apuntamiento, contemporánea de la obra de la fábrica. Se articula mediante arcos fajones doblados y de sección cuadrangular, que apean sobre ménsulas lobuladas encastradas en el muro a media altura. En lo que a la cabecera se refiere, se cubre con una bóveda de horno de directriz apuntada.

En cuanto a la nave del Evangelio, gótica del siglo XIV y procedente de la ampliación, tan solo tiene tres tramos, lo cual supone que el primer tramo de la nave de la Epístola no tiene aquí su paralelo, estando su espacio únicamente ocupado por el volumen exterior de una escalera de acceso a la torre. Remata la nave con una cabecera poligonal de cinco lados, que al interior se trasluce en cambio con un perfil semicircular. El tercer tramo lleva adosada una pequeña capilla a modo de transepto, y desde la cabecera puede accederse a la sacristía del siglo XVII, que es una estancia de planta cuadrada y de cierto empaque. La nave se ilumina mediante una única ventana apuntada, abierta en el muro de los pies, con una arquivolta que apea sobre ménsulas decoradas con cabecitas humanas. Esta nave, al igual que la capilla lateral, se cubre con bóveda de cañón apuntado, articulada con arcos fajones del mismo perfil y sección pentagonal, que trasladan sus empujes a los muros perimetrales mediante ménsulas gallonadas encastradas a media altura. El ábside se cierra mediante bóveda de horno apuntada, mientras que la sacristía barroca recibe una cúpula sobre pechinas.

Al exterior debemos reseñar, en primer lugar, la presencia dominante de la torre, que como va dicho se eleva sobre el primer tramo de la nave de la Epístola. Su fuste prismático debe obedecer a la misma época del recrecimiento en planta, y su severa apariencia revela una función defensiva que parece corroborarse por los elementos de flanqueo vertical del remate. En cuanto al cuerpo de campanas, pertenece al siglo XVIII y se llevó a cabo bajo la dirección del maestro Santos de Ochandátegui. Consta de un cuerpo octogonal abierto en cada uno de sus frentes con un estrecho medio punto para alojamiento de las campanas, y cada arco lleva encima medallones circulares sin decoración. Estos arcos se separan entre sí por pilastras que rematan con pirámides con bolas, al modo escurialense. Se cubre con una cupulilla circular rematada con linterna.

La portada del templo es un magnífico ejemplar de escultura monumental de principios del siglo XIII. Tiene perfil apuntado, y el abocinamiento se salva mediante tres arquivoltas que apean sobre columnas con basa y capiteles diferenciados, y que llevan una moldura corrida a modo de cimacio. Los fustes se decoran con entrelazos, y los capiteles, muy deteriorados, presentan temas como aves con los cuellos entrelazados, palmetas, piñas y otros motivos trabajados de forma incisa. Los cimacios llevan motivos vegetales, y las arquivoltas y los baquetones situados entre ellas presentan decoración a base de entrelazos, motivos geométricos y conchas. La arquivolta externa luce decoración figurada, con motivos diversos como personajes desnudos, aves, apóstoles, una arpía, una sirena, pájaros, dragones, un león, un avaro, ángeles etc. Se trata, evidentemente, de imágenes moralizantes que aluden a virtudes y a pecados como la avaricia, la lujuria, la gula etc. Por el exterior del arco corre un guardalluvias decorado con palmetas.

Al interior, la nave de la Epístola va presidida por talla de la Virgen con en Niño, copia moderna de la que ocupó el lugar antaño, que procedía del lugar de Urdánoz y hoy se custodia en el Convento de Reparadores de la villa. Obedece a un modelo románico del siglo XII.

La nave del Evangelio presenta un Crucificado gótico del siglo XIV, de tamaño superior al natural, y que remite a modelos alemanes, especialmente por la cruz en forma de "Y". Otros rasgos expresivos evocan, en cambio, modelos italianos cercanos al escultor Giovanni Pisano. Por todo ello se ha sugerido que pudo ser traída por algún peregrino jacobeo.

Apoyada sobre el muro de los pies vemos una losa sepulcral labrada, perteneciente al siglo XVI, con las armas de la familia Aoiz y la inscripción: AQUI ESTAN SEPULTADOS: LOS/ MUY MAGNIFICOS BELENGUER/ CON TRES MARTINEZ DAOYZ/ UNO EN POS DE OTROS SUCESORES SUYOS/ CON SUS MUGERES CUIAS ANIMAS/ REQUIESCANT IN PACE AMEN/ 1562.

Junto a la iglesia y comunicada con ella por un paso elevado se encuentra el Convento de Reparadores, que en su disposición actual obedece a una reconstrucción de fines del XVIII, llevada a cabo por el arquitecto Santos de Ochandátegui, en un estilo severo y carente de decoración. Se accede mediante una portada clasicista, con un portalón adintelado que va flanqueado por dos pilastras de orden dórico, entablamento a base de metopas y triglifos y frontón triangular.

  • Iglesia de Santiago el Mayor

La iglesia de Santiago está situada en la vía jacobea a su paso por la calle Mayor, su origen se remonta al románico del siglo XII, como atestiguan las puertas y los muros perimetrales, mientras que en el siglo XVI y en lenguaje gótico se añadieron el transepto, la cabecera y las bóvedas. En planta presenta una sola nave dividida en dos tramos, más el citado transepto y la cabecera poligonal. La sacristía se adosa a la cabecera por el lado del Evangelio, y las entradas se sitúan en el lado de la Epístola y en el muro de los pies.

Los muros son de buena sillería, y se abren mediante ventanas de diferentes épocas. En el muro de los pies se ven dos ventanas románicas cegadas. En el primer tramo del muro de la Epístola hay una ventana del siglo XVI, de medio punto, y en un nivel más bajo otros dos ventanales barrocos, similares al que se puede ver en el muro frontero. A los pies de la nave hay un coro alto que se abre mediante tres arcos rebajados, y presenta planta de "U" al prolongarse por los muros laterales. En el machón de arranque de la escalera se ha esculpido un león con la inscripción: OBOS/ OMES CUI MANDUCATIS/ PANEM DOLORIS/ RESPICITE FINEM/ BRUM. ("Todos aquellos que coméis el pan del dolor, mirad vuestro final").

La nave y la estancia situada bajo la torre se cubren con bóvedas de crucería, mientras que la sacristía lleva una bóveda de lunetos barroca.

Al exterior, la torre presenta dos cuerpos más cuerpo de campanas octogonal, diseñado por Santos Ángel de Ochandátegui. Se articula mediante pilastras de orden toscano, arcos de medio punto y frontones alternamente triangulares y curvos, y remata con una cúpula nervada con linterna.

La puerta es románica del siglo XII, abocinada y de medio punto, con tres arquivoltas más guardalluvias. Apean sobre columnas cuyos capiteles van decorados con pomas, y el tímpano va ocupado por un crismón trinitario. Un segundo acceso, en el muro de la Epístola, presenta arco de medio punto con cinco arquivoltas que apean sobre columnas. La rosca lleva perfil lobulado como en Cirauqui y en San Pedro de la Rúa de Estella. En las arquivoltas distinguimos demonios, animales alados y seres humanos en lucha, mientras que las claves llevan el Agnus Dei, el Padre Eterno etc. La escultura de los capiteles está muy perdida, pero en los cimacios se conserva la decoración vegetal. La portada se completa con dos relieves laterales, figurando a un león que devora a un hombre y a dos hombres luchando entre sí.

El presbiterio va ocupado por un retablo barroco del XVII dedicado a Santiago, obra de José de Huici y Gabriel de Berástegui. Lleva traza ochavada con banco, un cuerpo de tres calles y ático con el escudo de la localidad, más la cruz de Santiago y una venera jacobea. En el banco vemos los relieves de la Aparición de la Virgen a Santiago y la Degollación de Santiago. En un relicario se guardan reliquias de San Plácido y San Pardo, así como restos del Lignum Crucis. En el cuerpo van las tallas de bulto de San Sebastián y San Roque, y la titular de Santiago, todas ellas barrocas. En el ático hay un Crucificado renacentista del XVI, flanqueado por las tallas barrocas de María y San Juan.

Repartidos por el templo hay algunos retablos de menor importancia, pero en el muro del Evangelio se observa la magnífica talla de Santiago "Beltza", llamado así por su coloración oscura, y que es gótica del siglo XIV.

En el coro alto encontramos una sillería barroca y un órgano moderno, mientras que en la sacristía, además de diversas piezas de orfebrería, se custodia la talla románica de la Virgen de los Huertos y la imagen de la Virgen de los Remedios, gótica del XV.

  • Iglesia de San Pedro Apóstol

Se trata de un templo gótico tardío, levantado en el siglo XVI, aunque con una notable ampliación en el siglo XVIII. Presenta planta de una sola nave, dividida en tres tramos de igual longitud, más una cabecera poligonal de cinco lados. Por el lado del Evangelio, cada uno de los tramos lleva una capilla poco profunda, mientras que por el lado de la Epístola los tramos segundo y tercero se ampliaron con capillas de planta cuadrada y raigambre barroca, rematando la segunda de ellas con un ábside semicircular. La torre va anexada a la nave, por el lado de la Epístola y en su primer tramo. En cuanto a la sacristía, va adosada a la cabecera por el muro de la Epístola, y es una estancia de planta rectangular datable en el siglo XVIII.

Los muros presentan diversidad de materiales constructivos, reflejo de las diferentes épocas e intervenciones, pudiendo sintetizar que se realizaron en sillería las primeras fases, y correspondiendo a las reformas del XVIII las partes realizadas en ladrillo. La fábrica se perfora con ventanas de diferentes épocas. En la cabecera vemos un vano apuntado moderno, abierto en el muro del Evangelio. La primera capilla del lado de la Epístola recibe su iluminación de dos ojos de buey, y la segunda de dos ventanas rectas, además de la linterna de la cúpula. Una ventana más, cuadrangular, se abre en el muro de los pies de la nave. En este mismo ámbito podemos ver un coro con arco de embocadura de medio punto, que apea sobre columnas adosadas.

Este conjunto recibe varios tipos de cubiertas. La nave se cubre bóveda de crucería, articulada por arcos fajones que apean sobre ménsulas encastradas en los muros perimetrales. La cabecera se cubre con una bóveda nervada de tres paños, en cuya clave se labró la efigie de San Pedro, titular del templo. Las capillas del lado del Evangelio reciben bóvedas de cañón, salvo la del segundo tramo, que lleva una bóveda de lunetos barroca. Respecto a las capillas del lado de la Epístola, la del segundo tramo se cubrió con un único tramo de bóveda de arista, y la del tercer tramo con una cúpula sobre pechinas dotada de linterna, y su correspondiente ábside con bóveda de horno. El coro se cubre con una bóveda de crucería tardogótica, y la sacristía con dos tramos de bóveda de arista del siglo XVIII.

Al exterior, la torre presenta un fuste corto y macizo, de origen medieval y edificado en sillar. Sobre él, en el siglo XVIII se añadió un remate de ladrillo enlucido con cadenas de sillar, en el que una serie de molduras dan paso a los medios puntos para las campanas. El alero va rematado por pirámides y bolas escurialenses, y culmina con una cupulilla. La portada se abre mediante un arco de ligerísimo apuntamiento, dotado de cuatro arquivoltas sin decoración, que apean sobre columnas con capiteles también lisos.

El presbiterio va presidido por un retablo barroco de fines del XVII, con traza ochavada para adaptarse a la cabecera. Se compone de banco, un cuerpo de tres calles y ático con remate de medio punto. Se articula mediante columnas salomónicas, y presenta relicarios con restos pertenecientes a San Teodoro y San Crescencio, además de un sagrario de época posterior. En el banco se pueden ver dos imágenes de San Pablo y San Andrés, ambas barrocas, flanqueando la imagen titular de San Pedro, renacentista. Encima está el grupo escultórico barroco que representa a María, San Joaquín y Santa Ana. El remate curvo luce relieves relativos a la Lapidación de San Esteban y a la Apoteosis de San Babil, centrando el escudo de la villa.

En el muro de la Epístola podemos ver en primer lugar el retablo de los Desposorios de la Virgen, de mazonería barroca y carácter popular, y en la capilla absidial se encuentra el retablo de la Virgen de las Nieves, del siglo XVIII y estilo rococó, que alberga la talla titular de la Virgen de las Nieves, renacentista del XVI.

En las capillas del lado del Evangelio, por otra parte, vemos el retablo de San Babil, rococó del XVIII, cuya imagen titular es renacentista del XVI, el retablo de Nuestra Señora del Puy, de la misma época y célebre por albergar la Virgen del "Txori", nombre que proviene de una antigua leyenda puentesina, y que es en realidad una imagen de piedra policromada datable en el siglo XVI.

En el coro hay una sillería barroca del siglo XVIII y un órgano moderno de estética neogótica, y en el bajo coro podemos ver el retablo del Crucificado, también del XVIII y de estilo rococó. En la sacristía, por último, se custodian diferentes piezas de platería, así como un Crucificado romanista, la talla barroca de la Virgen de los Esclavos, y un lienzo del siglo XVII representando a San Vicente Bernedo.

  • Convento de Comendadoras de Sancti Spiritus

Se encuentra en el barrio de Zubiurrutia, donde se había fundado en el siglo XIII, aunque en el siglo XVIII todo el convento fue derribado y reedificado ex novo, según trazas de José Aizpún y Ambrosio Gazpio. La iglesia tiene planta de una única nave, muy alargada, con tres tramos cuadrados y cabecera poligonal de cinco lados. Cada tramo va flanqueado por sendas capillas de escasa profundidad, alojadas entre los estribos. El acceso se practica por el lado de la Epístola, a la altura de su primer tramo. La sacristía es un ámbito de planta acodada, a la que se accede desde el muro de la Epístola de la cabecera, y a los pies del templo se adosa el claustro conventual, conformado por cuatro grandes crujías.

Los muros son de ladrillo, sobre zócalo pétreo, van decorados con pinturas al fresco, y en algunos lugares se incorporaron papeles pintados. Se perforan estos muros con una serie de ventanas cuadrangulares, que dan al interior una buena iluminación, y a los pies de la nave se alza el coro, protegido por una reja que garantiza el régimen de clausura.

La nave se cubre con bóvedas de arista, que llevan nervios de yeso meramente decorativos, tipo de cubierta que afecta también a la cabecera, componiendo una bóveda de cinco paños, mientras que las capillas reciben bóveda de lunetos barroca. Los tramos se separan por arcos fajones articulados por pilastras cajeadas de orden toscano, sobre las que corre un entablamento y una pronunciada cornisa de dentellones. La sacristía se cubre también con bóveda de lunetos.

Al exterior, el edificio carece de torre, y las campanas se alojan en una espadaña de ladrillo situada sobre el tejado. La portada es de piedra, y presenta un lenguaje clasicista, con arco de medio punto de rosca moldurada, flanqueado por sendas pilastras de orden toscano, cajeadas y decoradas con rombos. El entablamento está decorado al modo canónico, con róleos y triglifos, y todo va rematado con un frontón triangular.

El presbiterio va ocupado por un retablo rococó del siglo XVIII, obra de Francisco Nicolás Pejón, aragonés de Sos, que muestra resabios borrominescos. Su traza consta de banco doble, un único cuerpo de tres calles, y ático rematado con frontón mixtilíneo. Se articula mediante estatuas-columna, conserva su sagrario original, y lleva decoración a base de rocalla. En cuanto a la iconografía, obra de José Ramírez, podemos distinguir las imágenes de San Ambrosio de Milán, San Jerónimo, San Juan Bautista y San Gregorio Ostiense, con buenas anatomías y hábil tratamiento de los plegados. La hornacina central va ocupada por un relieve representando la escena de Pentecostés, y en el ático vemos a Santa Clara, Santa Mónica y San Agustín.

Los muros de la iglesia están jalonados por retablos debidos también a la mano de Francisco Nicolás Pejón. En el lado de la Epístola están los retablos de San José y de San Francisco Javier, y en el del Evangelio los de San Joaquín y la Inmaculada Concepción. Incorporan algunas tallas debidas al propio Pejón, que en principio habrían sido concebidas para el retablo mayor. En el coro alto hay varios lienzos del XVII representando a los apóstoles, y en el sotocoro puede verse una sillería del XVIII, además de algunas esculturas de los siglos XVII y XVIII. Las dependencias conventuales albergan también buen número de obras de arte, casi siempre barrocas del siglo XVII o de la siguiente centuria, y en la sacristía se conserva una serie de buenas piezas de orfebrería.

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JAS 2011