Udalak

MÉLIDA

El problema de la tierra en vísperas de la II República. Virto y Arbeloa hacen en 1985 (La cuestión agraria en Navarra, P. de V. n.° 174, 253- 254) esta relación: El regadío de ambas orillas y el secano de corralizas y Bardenas producían lo suficiente para un pueblo que seguía viviendo en la penuria. Uno de los terratenientes, Dámaso Escudero, de Corella, era dueño de la corraliza La Quemada, además de los Campos Cerrado y Coseras, lo que sumaba 2.433 robadas. La explotación de estas tierras corría a cargo de medieros para las tierras de cultivo, y lo improductivo Escudero lo dedicaba a pastos. Sin embargo, la mayor parte del término estaba en manos de los herederos del duque de Granada de Ega, por entonces los hermanos Javier y Marcelino Azlor de Aragón, conde del Real y marqués de Narros respectivamente. Las propiedades de esta familia se extendían a una amplia zona que comprendía Traibuenas, Murillo el Cuende y Rada. A finales de abril de 1931 el Ayuntamiento recoge el sentir unánime del pueblo, expresado en una instancia de 112 vecinos, que piden la compra de la corraliza Isidro; 4.400 robadas mugantes al Monte de Rada, ya que pertenecían corraliza y Monte a la casa ducal. El precio de venta exigido por los dueños es considerado por el ayuntamiento como exagerado, muy por encima del valor de la tierra en aquellas circunstancias y fuera de las posibilidades de la villa. Resultaba más barato indemnizarles con la cantidad que fijase en su día el Instituto de Reforma Agraria. Tanto la corraliza Isidro como la de Coscojar, otras 4.200 robadas, también de los herederos del duque, eran arrendadas a medieros para siembra de cereales. La extensión de ambos lugares supone el disfrute del 30 % del término municipal. Los bienes comunales rondaban las 14.000 robadas, el 48 % del total. Tenían carácter comunal las corralizas Huerta Alta, Las Viñas y Corral Nuevo, que se hallaban parceladas entre los vecinos, así como la corraliza Soto Bajo, con 400 robadas de regadío y el resto yermo, y los sotos Arena, La Liria, Sequero y Area dedicados a pastos, arbolado o bien eran cascarrales y barrancos improductivos. El importe de las rentas de las parcelas y el arriendo de los pastos ingresaba en los fondos municipales siempre deficitarios.