Lexikoa

MARINA

La Real Compañía Guipuzcoana de Caracas (siglo XVIII). Así como el siglo XVII fue de plena decadencia para la Marina vasca y para el comercio e industria en general, el siglo XVIII fue el de su resurgir marítimo. El hecho más relevante de este período fue la creación de la «Real Compañía Guipuzcoana de Caracas» con objeto de realizar directamente el comercio marítimo con Venezuela sin depender de los navíos extranjeros, principalmente holandeses, que monopolizaban el tráfico marítimo en la región del Caribe. La Compañía se fundó el 25 de septiembre de 1728 mediante un acuerdo entre la provincia de Guipúzcoa y el Gobierno español. Los embarques de salida debían efectuarse en San Sebastián y Pasajes y los de regreso obligatoriamente habían de pasar por Sevilla para pagar los derechos de cargazón. Durante su existencia, la Compañía creó depósitos comerciales en San Sebastián, Madrid, Alicante, Cádiz y Barcelona y en la costa venezolana contó hasta con seis factorías importantes y dos puertos de embarque. Llegó a tener cerca de 50 barcos a su servicio. Estos barcos traían de Venezuela cacao, tabaco, azúcar, café, algodón, productos tropicales y algo de oro y plata, y exportaban a América: herrajes, hierro en barras, acero y armas de fuego procedentes de Guipúzcoa y Vizcaya, así como vinos y madera de Navarra. La Compañía debía armar por su cuenta a los barcos que dedicara al comercio cubriendo una triple misión: proteger su tráfico comercial, guardar las costas venezolanas de las incursiones de piratas y actuar como corsarios en caso de guerra. Destacó su participación en la guerra contra Inglaterra ( 1739-48). En especial el 22 de octubre de 1739, cuando 4 buques de la Compañía consiguieron forzar el bloqueo que la Marina británica mantenía sobre La Habana y llevar armas y refuerzos a la ciudad; 3 buques perdió la Compañía durante la guerra. Sus actividades comerciales arruinaron el tráfico que mantenían los holandeses, obteniendo unos beneficios astronómicos para su tiempo. En 1751 la dirección de la Compañía se trasladó a Madrid dejando en San Sebastián sólo las oficinas indispensables, comenzando su decadencia. Después extendió sus líneas comerciales hasta Asia transformándose en la «Compañía de Filipinas». Desapareció en 1785 al fundirse en la «Real Compañía de Filipinas».