Kontzeptua

Mari (2002ko bertsioa)

Nombres de Mari. He aquí otros nombres: Mari Muruko "Mari de Muru o Buru" en Elduayen, Mariburute en Udabe (Navarra), Aldureko Mari en Gorriti, Marie Labako "Mari del horno" en Ispáster, Marije Kobako "Mari de la cueva" en Marquina, Marimur en Leiza, Mariarroka en Olazagutía, Mariurraka en Abadiano, Mariburrika en Garay y en Bérriz, Puyako Maya "Maya de Puya" en Oyarzun, Andre Mari Munoko "Señora Mari de Muno" en Oyarzun, Andre Mari Muiroko "Señora Mari de Muguiro" en Arano, Muruko Damea "la dama de Muru" en Ataun, Aralarko Damea "la dama de Aralar" en Amézqueta, Putteriko Damea "La dama de Putterri" en Arbizu, Illunbetagaineko Dama "dama de Illunbetagaine" en Lacunza, Aketegiko Dama "la dama de Aketegui" en Cegama, Anbotoko Dama "dama de Amboto" en Zarauz, Amuteko Damie "la dama de Amute" en Azcoitia, Arrobibeltzeko Andra "Señora de Arrobibeltz" en Ascain, Anbotoko Señora "Señora de Amboto" en Aya, en Arechabaleta y en muchos otros pueblos de Guipúzcoa y de Vizcaya, Anbotoko Sorguiña "la bruja de Amboto" en Durango, Aketeguiko Sorguiñe "la bruja de Aketegui" en Cegama, Arpeko Saindua "la santa de la cueva" en Bidarray y otros pueblos de Navarra y Laburdi, Damatxo "Señorita" en Lizarraga, Gaizto "Maligna" en Oñate, Yona-gorri "la de la saya roja" en Lescun, Dama y Hechicera en el "Livro dos Linhagens" del conde don Pedro (siglo XVI). Nosotros la llamaremos simplemente Mari, como lo hacían los pastores de Urquiola que, al mostrarme desde el prado de Zabalaundi, sito al pie del pico de Amboto, una de las cuevas de esta sierra, me decían: ara or Marijen kobia "he ahí la cueva de Mari". Es posible que el nombre Mari deba su origen al cristiano María; pero tampoco cabe descartar otra procedencia. Podría tener alguna relación con los nombres Mairi, Maide y Maindi con que son designados otros personajes legendarios de la mitología vasca, si bien los temas vinculados a éstos son diferentes. Los Mairi son los constructores de los dólmenes; los Maide son genios de los montes, de sexo masculino, constructores de los cromlechs, mientras que sus correspondientes de sexo femenino son las Lamin o genios de las fuentes, de los ríos y de las cuevas; las Maindi son quizá las almas de antepasados que de noche visitan sus antiguos hogares, según creencias de la región de Mendive. El nombre Maya parece estar relacionado con Maju, que es considerado como marido de Mari y que debe ser el mismo que Lope García de Salazar (siglo XV) llamaba Culebro, padre de Jaun Zuria, y en Ataun llaman Sugaar "culebro" y en Dima Sugoi que significa lo mismo.
Formas de Mari. Las leyendas atribuyen a Mari sexo femenino. Se presenta muchas veces en forma de señora elegantemente ataviada, como se nos dice en los relatos de Durango, en los que aparece, además, sosteniendo en sus manos un palacio de oro. En igual forma -pero sin el palacio-es representada en los relatos de Elorrio, de Bedoña, de Azpeitia, de Cegama, de Rentería, de Ascain y de Lescun. En esta última localidad la ven con saya roja. Aparece también en forma de señora sentada sobre un carro que cruza los aires tirado por cuatro caballos (Amézqueta). En figura de mujer que despide llamas la han visto en Zaldivia. Mujer envuelta en llamas que, tendida horizontalmente, cruza el espacio, dicen en Bedoña. Figura de mujer que despide fuego y que unas veces arrastra una escoba y otras unas cadenas (según el ruido que la acompaña) tiene Mari (Régil). Señora montada sobre un carnero, dicen unas leyendas de Oñate y de Cegama. Mujer, cuya cabeza va rodeada de la luna llena, según la vieron en Azcoitia. En figura de media luna que despide fuego (Escoriaza). Mujer con pies de ave, dicen en Garagarza. Mujer con pies de cabra, según el "Livro dos Linhagens" del conde don Pedro. En figura de macho cabrío aparece en una cueva del monte Auza (Baztán). En la de caballo, según leyendas de Arano. En la de novilla se dejó ver en Oñate. En la de cuervo la han visto en la cueva de Aketegui muchos habitantes de la región de Cegama. Figura de buitre adoptan ella y sus compañeras en la gran cueva de Supelegor o Supelaur del monte Itziñe, según creencias de Orozco. En una leyenda de Oñate aparece en figura de árbol, cuya parte delantera semeja una mujer; en otra se dice que ella fue vista en figura de árbol que despedía llamas por todos sus lados. En Escoriaza dicen que Mari se daba a conocer en forma de ráfaga de viento. En la de nube blanca se presenta en otras ocasiones (Durango, Ispáster). Algunas veces la han visto en figura de arco-iris. En Cerain cuentan que una hija del caserío Eguskitza (Mutiloa) llegó a tocar el arco-iris y quedó convertida en Mari. En Oñate, Segura y Orozco dicen haberla visto en forma de globo de fuego. Frecuentemente adopta ella la forma de una hoz de fuego y así la han visto atravesar el firmamento, según relatos de Atáun, Cegama y Zuazo de Gamboa. En la gruta de Zelharburu (Bidarray) se la ve petrificada en forma más o menos aproximada de torso humano. A pesar de la variedad de formas que los relatos míticos atribuyen a Mari, todos convienen en que ésta es una mujer. Mari toma generalmente figuras zoomórficas en sus moradas subterráneas; las otras formas, en la superficie de la tierra y cuando atraviesa los aires. Las figuras de animales como la de toro, de carnero, de macho cabrío, de caballo, de serpiente, de buitre, etc., de que hacen referencia los relatos míticos relativos al mundo subterráneo, representan, pues, a Mari y a sus subordinados, es decir, a los genios terrestres o fuerzas telúricas a las que el pueblo atribuye los fenómenos del mundo. Los cambios de figura, mencionados en diversos mitos, confirman esta idea.
Moradas de Mari. La morada ordinaria de Mari son las regiones situadas en el interior de la Tierra. Pero estas regiones comunican con la superficie terrestre por diversos conductos, que son cavernas y simas. Por eso Mari hace sus apariciones en tales lugares con más frecuencia que en otros. A este propósito se señalan varios antros donde el numen se ha dejado ver en ocasiones que todavía son recordadas por muchos. Tales son, entre otros, las cuevas y simas de Balzola (Dima), Supelaur (Orozco), de Amboto, de Atxorrotx (Escoriaza), de Zaldiaran, de Aketegui, de Agamunda (Atáun), de Murumendi (Beasain), de Marizulo (Amézqueta), de Obantzun (Berástegui), de Odabe (Alsasua), de Akelarre (Zugarramurdi), de Lezia (Sara), de Zelharburu (Bidarray), de Azalegui (Alzay), de Otsibarre, etc. Créese, en general, que las habitaciones de Mari se hallan ricamente adornadas y que en ellas abundan el oro y piedras preciosas. En la cueva de Aketegui las camas son de oro (Cegama). En una leyenda de Cenarruza se refiere que Mari regaló a una cautiva suya un puñado de carbón que luego, al sacarlo de la cueva, se transformó en oro purísimo. En la cueva de Otsabio existe un novillo de oro (Lizarza). Y en Zarauz dicen que Mari desmadeja hilo con devanadera de oro. También cuentan en Amézqueta que Mari posee una devanadera de oro en Aralar. La señora de la cueva o Lezeko Anderea, que vive en la de Arrobibeltz (Ascain) se sienta en un sillón de oro. Delante de la cueva de Otsibarre (Camou) fue hallado un peine de oro que se supone perteneció a una señora que aparece allí en figura de un novillo rojo. En cambio, según refieren en Zarauz, en la cueva de Amboto, donde aparece Mari muchas veces, existen objetos que parecen de oro; pero que, al sacarlos fuera, se convierten en palos podridos. Mari cambia de morada (Mañaria): siete años pasa en Amboto, siete en Oiz y siete en Mugarra. Según creencias de Amézqueta, pasa unas temporadas en Aralar, otras en Aizkorri y otras en Murumendi.
Familia de Mari. En muchos mitos vascos es considerada Mari como jefe o reina de todos los genios que pueblan el mundo. En una leyenda de Azcoitia se dice que Mari tiene un marido que se llama Maju, el cual aparece en forma semejante a la de aquélla. Cuando ambos se encuentran, desencadenan una furiosa tormenta con lluvia y pedrisco. Maju debe ser el mismo genio que en Goyerri se llama Sugaar "culebro". Es personaje que figura poco en la actual mitología vasca. En una leyenda de Zumaya se dice que visita a Mari en viernes a las dos de la tarde: va a peinarla. Sugaar o culebro parece ser aquel diablo de Vizcaya del siglo XV que según se dice en la Crónica de siete casas de Vizcaya y Castilla (año 1454), se ayuntó con una princesa que vivía en Mundaca, la cual dio a luz un niño, que fue el primer señor de Vizcaya. En efecto, García de Salazar cuenta en dicha obra que una hija del rey de Escocia llegó a Mundaca con sus servidores y que "hicieron allí su pueblo y que estando allí, se durmió con ella en sueños un diablo que llaman en Bizcaya Culebro, Señor de la casa y que la empreñó y... la infanta fue preñada y parió un hijo, que fue ome mucho hermoso y de buen cuerpo y llamáronle don Zuría, que quiere decir en castellano don Blanco... ". Sugoi es el nombre del "culebro" de la cueva de Balzola (Dima), a cuya leyenda va incorporado uno de los temas del relato sobre el origen de los señores de Vizcaya. Es uno de los genios estrechamente ligados al ciclo de Mari. Hay aspectos que le asimilan a Sugaar o Maju, marido de Mari; los hay también que le asimilan a Mikelats y Atarrabi, hijos de Mary y compañeros de Axular, en una caverna de Sara. Es el amo de las lamias y ha tratado de castigar con ceñidor mágico a los que considera como enemigos suyos. Varias leyendas procedentes de Atáun, de Villafranca de Ordicia, de Arano, ete. , aluden al casamiento de Mari con un mortal. La versión de Atáun dice que habiéndose casado Mari con un joven del caserío Burugoena de Beasain, tuvo siete hijos. Como ella no era cristiana, no los bautizó. Pero su marido pretendió un día llevarla a la iglesia del pueblo juntamente con sus hijos. Entonces Mari voló, envuelta en llamas, a las peñas de Murumendi, mientras decía nee umeek zeruako, ta ni oaiñ Muruako "mis hijos para el cielo y ahora yo para Muru" y entró en su antigua morada de Murumendi. En ciertas leyendas se hace mención de dos hijas de Mari; en otras, de sólo una que la acompaña en su habitación; en otras, finalmente, se habla de dos hijos: Atarrabi y Mikelats: aquél, bueno; éste, malo. El relato precedente es variante de una leyenda que a principios del siglo XVI recogió el conde don Pedro de Barcellos en su "Livro dos Linhagens" acerca del origen de los señores de Vizcaya. Refiriéndose a D. Diego López de Haro, dice lo siguiente: Era don Diego López de Haro muy buen montanero, y, estando un día en la parada aguardando que viniese el jabalí, oyó cantar en muy alta voz a una mujer encima de una peña; y fuese para ella, y vio que era muy hermosa y muy bien vestida, y enamorose luego de ella muy, fuertemente y pregúntole quién era; y ella le dijo que era mujer de muy alto linaje, y él le dijo que pues era mujer de muy alto linaje que casaría con ella, si ella quisiese, porque él era señor de aquella tierra; y ella le dijo que lo haría, pero con la condición de gue le prometiese no santiguarse nunca, y él se lo otorgó, y ella se fue luego con él. Esta dama era muy hermosa y muy bien hecha en todo su cuerpo, salvo que tenía un pie como de cabra. Vivieron gran tiempo juntos y tuvieron dos hijos, varón y hembra, y llamóse el hijo Iñigo Guerra. A continuación añade el conde don Pedro que un día se santiguó don Diego López de Haro cuando comía con su familia y que su mujer, al instante, saltó con la hija por la ventana del palacio y fuése para las montañas, de suerte que no la vieron más ni a ella ni a su hija. Ciertos relatos presentan a Mari, en sus diversas localizaciones, como si se tratase no de un solo numen o divinidad, sino de varias divinidades hermanas. Así, dicen en Marquina que Marije-kobako "María de la cueva", que hace sus apariciones en la cueva de Kanterazar y que tiene iguales atributos que la de Amboto, es hermana de ésta y que ambas se hacen mutuas visitas de vez en cuando. El hecho de multiplicar personajes a consecuencia de la pluralidad de sus localizaciones, responde a una tendencia elemental que aparece también en el caso de la Virgen María en sus diversas advocaciones. En efecto, algunas narraciones populares representan a la Virgen de Aránzazu, a la de Liernia, a la de la Antigua de Zumárraga, etc., como hermanas y no como imágenes y manifestaciones de una misma Virgen. Ha sido bastante común decir que las Vírgenes son siete hermanas: zazpi aizpatxo dira euskaldun Birjiñak "siete hermanas son las Vírgenes vascas". De las creencias y mitos precedentes se desprende que Mari y su marido Maju o Sugaar entran en la categoría de antepasados, puesto que lo son de la casa de los señores de Vizcaya.
Cautiva de Mari. Además de la innumerable servidumbre de genios que Mari tiene a su servicio, aparece a veces en su antro una joven cautiva. Hija del caserío Irabi (Amézqueta) dicen unas leyendas; del caserío Iturriotz o de Euzkitza (Mutiloa), de Muncharaz (Abadiano), de Bixiñaga (Aramayona), dicen otras. La cautiva se llama también Mari. Fue reducida a tal condición por diversos motivos. Unas veces, en cumplimiento de una promesa o compromiso de su madre. Así, una mujer del barrio Sarri (Bérriz) hizo promesa de entregar su hija a la señora de Amboto, y para cumplir su compromiso, la envió a apacentar sus vacas al prado de Sarrimendi, próximo a la caverna de aquel genio.Entonces éste se apoderó de ella y la condujo a su guarida. Otras veces es hecha cautiva a consecuencia de una maldición de su madre. Era una joven del caserío Irabi de Amézqueta. Faltóles cierto día una vaquilla roja. Mari fue encargada por su madre de que la buscase; pero ella no quiso hacerlo. Entonces su madre la maldijo diciendo: "el diablo te lleve, si no la traes". La joven salió a buscarla. En el campo se le apareció una vaca roja. Mari creyó que era la suya, y acercándose a ella le agarró por la cola. Y la supuesta vaca, que era el diablo o Mari de Marizulo, la condujo a la cueva de Txindoki -a Marizulo- que está en la peña de Larrunarri (sierra de Aralar). Una muchacha de un caserío de Cegama pasaba las horas peinándose, con lo que enojaba mucho a su madre. Esta la maldijo una vez diciendo: "¡ojalá te lleven mil rayos!". La hija desapareció al instante. Más tarde se presentó en figura de esqueleto humano a un pastor que se hallaba junto a una caverna de Aizkorri y le explicó cómo se encontraba cautiva a consecuencia de la maldición de su madre. En Mutiloa cuentan también cómo una zagala fue secuestrada en condiciones análogas. Un pastor vio después entrar en una cueva una ráfaga luminosa que era la joven desaparecida. En otras leyendas no aparece el tema de la maldición, ni de la promesa. Mari se apodera simplemente de una niña que se acerca a su caverna. Así fue llevada una zagala a la cueva de Gabaro situada cerca de Marquina. Allí la retuvo Mari durante algunos años ocupada en hilar. La educó esmeradamente y al cabo la despidió entregándole un puñado de oro. Una joven de Bidarray apacentaba su rebaño de ovejas en el monte Iuskai (luskadi, Iduskimendi). Desapareció un día. En vano la buscaron durante algún tiempo sus parientes y vecinos: nada supieron de ella. Durante las noches se oía repetidas veces en los contornos de luskai una voz: ago!, ago! "¡aguarda!, ¡aguarda!". La gente estaba consternada. Una noche apareció en los aires una ráfaga luminosa, como una estrella, que se dirigía hacia las peñas de Zelharburu, y luego se introdujo en una gruta allí situada. Al día siguiente fueron los vecinos a explorar la cueva y allí, en el fondo, hallaron a la joven Zagala petrificada. Hoy es conocida por el nombre de Arpeko Saindua "la santa de la cueva".
Atributos y funciones de Mari. Refieren en Cegama que muchas veces se deja ver Mari en la cocina de su mansión (Aketegui), sentada junto al fuego, arreglando su cabellera. En Oñate la han visto hilar. Otros la han visto peinarse sentada al sol en el umbral de su caverna (Murumendi). En Goyaz cuentan que se ocupa en desmadejar hilo en el portal de su habitación de Muru, sobre todo cuando hace sol y hay nubarrones tempestuosos. Montada en un carnero se peinaba en Muru, junto a la entrada de su cueva, según informes de Albístur. Lavaba la cara con su pie izquierdo. Le preguntaron a ver para qué se estaba arreglando de tal forma. Ella respondió: "es que hoy tengo que ir a segar trigo en Navarra" (gaur Naparrora nua iittara). Aquella tarde un pedrisco asoló los trigales navarros. En Zuazo de Gamboa dicen que Mari hace ovillos con hilo de oro en su cueva de Amboto, colocando la madeja en los cuernos de un carnero que le sirve de devanadera. En Aketegui hace su colada y cuece su pan en viernes: una nubecilla junto a la boca de aquella caverna anuncia tales operaciones. Los vecinos de Ispáster, al ver una nube en el monte Otoyo, dicen que Mari ha encendido su horno. Según refieren en Oñate y Arechavaleta, cuando Mari se halla en Amboto, llueve copiosamente; cuando en Aloña, hay sequía. En Orozco dicen que se recoge cosecha abundante cuando Mari se halla en Supelaur. Mari fragua tempestades. Muchos árboles de Muru están destrozados por los rayos, según me informaron en Albístur. Cuando dicha señora se halla en Aketegui son días de tormentas (Cerain). Estas son formadas por ella en Aralar y en Trinidade-mendi, según piensan en Oyarzun. En Cegama y otros pueblos de Goyerri se cree que las lanza, bien de la cueva de Aketegui, bien de la de Murumendi. En Arano dicen que las envía de una sima de Muguiro, y que ella cruza entonces los aires en figura de caballo. En Gorriti creen que Mari saca las nubes tormentosas de una sima de Aralar. En Leiza piensan que ella saca los vientos tempestuosos de un pozo situado junto al puente de Maimur. En muchos pueblos de Alava creen que tales vientos y nubes salen de la sima de Okina. En Cuartango me aseguraban que salen del lago de Arreo. En La Rioja es frecuente oír que vienen del pozo de Urbión. En la región de Lescun dicen que Yonagorri -Mari-, que habita en el pico de Anié, los lanza desde su morada. En Tolosa dicen que Mari, montada en un carro tirado por caballos, cruza los aires durante las tormentas, dirigiendo las nubes. Sólo el dejarse ver este numen, suele ser señal de próxima tormenta. Mari premia la fe de quienes creen en ella. Unos viajeros que deseaban atravesar la montaña de Atxorrotx, en Escoriaza, en un instante se hallaron en el término de su viaje, hecho que ellos atribuyeron a su creencia en aquel numen. Mari atiende a quienes acuden a ella. Si alguien la llama tres veces seguidas diciendo Aketegiko dama "señora de Aketegui", ésta se coloca sobre su cabeza, según es dicho corriente en la región de Cegama. En ciertos casos se pedía consejo a Mari, y los oráculos de ésta resultaban verídicos y provechosos. Así, el ferrón de Iraeta, viendo que no funcionaba su ferrería, se presentó a Mari en la cueva de Amboto. Esta le explicó la causa y el remedio de la avería, y el ferrón logró poner en marcha su ferrería. Un caso semejante ocurrió en la ferrería de Zubillaga, y gracias al oráculo de Amboto pudo reanudar su trabajo. En el siglo XIV debió de ser también consultada en casos difíciles, según se desprende de un hecho que relata el ya citado Livro dos Linhagens. En él leemos lo siguiente: "Al cabo de algún tiempo fue este D. Diego López a hacer mal a los moros, y le prendieron y le llevaron a Toledo preso. Y a su hijo Iñigo Guerra pesaba mucho de su prisión, y vino a tratar con los de la tierra de qué manera podrían sacarle de la prisión. Y ellos dijeron que no sabían manera alguna, salvo que fuese a las montañas y buscase a su madre (la misteriosa dama de la montaña con quien se había casado don Diego López de Haro) y le pidiese consejo. Y él fue allá solo, encima de su caballo, y encontróla en lo alto de una peña, y ella le dijo: "Hijo Iñigo Guerra, llégate a mí, porque bien sé a lo que vienes". Y él fuése para ella y ella le dijo: "Vienes a preguntarme cómo sacarás a tu padre de prisión". Entonces llamó por su nombre a un caballo que andaba suelto por el monte y díjole Pardal, y le puso un freno, y encargó a su hijo que no le hiciese fuerza ninguna para desensillarle ni para desenfrenarle, ni para darle de comer ni beber ni herrarle; díjole que este caballo le duraría toda la vida, y que nunca entraría en lid que no venciese, y que cabalgase en él, y que se pondría aquel mismo día en Toledo ante la puerta de la prisión de su padre, y que allí descabalgase, y encontrando a su padre en un corral, le tomase por la mano, y haciendo como que quería hablar con él, lo fuese llevando hasta la puerta donde estaba el caballo, y en llegando allí montasen entrambos, y antes de la noche estarían en su tierra. Y así fue". El tema del misterioso traslado de don Diego López de Haro de la prisión de Toledo a Vizcaya por obra del caballo de Mari, aparece en nuestros días localizado en Dima, adonde un soldado del caserío Iturriondobeitia, que se hallaba en país de moros, fue trasladado en un instante desde lejanas tierras por arte de Sugoi o culebro que vivía en la cueva de Balzola.
Culto a Mari. Quien hace anualmente un obsequio a Mari, no verá caer pedrisco sobre su cosecha (Cortézubi). El mejor obsequio que se le podría hacer era sin duda llevar a su antro un carnero. En muchas leyendas aparece este animal como especie predilecta de Mari. En una leyenda de Aya se refieren las peripecias de una procesión que los pastores hacían a la cueva de Mari de Amboto para lograr que no cayese ningún pedrisco u otra tempestad que perjudicara a sus rebaños. Los vecinos de Régil iban antes a hacer rogativas a la cueva de Murumendi en época de Santa Cruz de Mayo. Si Mari se hallaba entonces dentro de aquella caverna, no caía el pedrisco en la región durante aquel año; pero si no estaba allí, caían los pedriscos que destrozaban las cosechas y dejaban lisiados a muchos ganados que pacían en los montes. La etxekoandre o señora de Semeola (caserío de Aya) pedía a Mari de Muru que protegiese su barrio contra el pedrisco, según noticias recogidas por G. Bähr en Asteasu (año 1926). v. SEMEOLA. Según otra leyenda, los vecinos de Muguiro iban antes en procesión, el día 3 de mayo, a una sima de Mari, situada no lejos de aquel lugar, y el cura del pueblo celebraba en su entrada el sacrificio de la Misa. Añade la leyenda que si Mari se hallaba en el antro durante la ceremonia, no caía ningún pedrisco en la región durante todo el año siguiente. Dícese también que el cura de Isasondo subía a Murumendi una vez cada siete años a celebrar el sacrificio de la Misa delante de la entrada de la sima donde habitaba Mari. A Gaiztozulo -otra mansión de Mari situada en Aloña- iban a conjurar a dicho genio los frailes de Aránzazu, según leyendas de Cegama. En la gruta de Arpeko Saindua (Bidarray) se celebra anualmente una romería en el día de la Trinidad. La zagala petrificada que allí se venera es invocada en casos de enfermedades de la piel y de los ojos, y ella efectúa las curaciones mediante el agua que se desliza por la superficie de aquella estatua estalagmítica. Los devotos le ofrecen velas (que se queman delante de la supuesta efigie de la santa), monedas y cruces y aun prendas de vestir utilizadas por los enfermos que se depositan en la misma gruta. v. ARPEKO SAINDUA. La costumbre de depositar monedas u otras cosas en las cuevas, como ofrenda dedicada al genio que allí habita, estaba muy difundida en tiempos anteriores al Cristianismo. En cuanto al país vasco, monedas romanas han sido halladas en las cavernas de Istúritz, de Santimamiñe, de Sagastigorri, de Covairada, de Solacueva, etc. Lo que hacen hoy los devotos en Zelharburu (Arpeko- Saindua o Saindia) parece, pues, una reminiscencia de época gentílica. En otros sitios del país se practica también algo parecido, aunque no precisamente en cuevas, sino al aire libre. Así, en la sierra de Aralar, cuando un pastor pierde una oveja, ofrece a San Miguel una limosna en dinero y la deposita encima de la peña llamada Amabirjiña-arri "piedra de la Madre Virgen", situada cerca del prado de Igaratza. Lo mismo se practicaba en la piedra de Igoin (Amézqueta). Las ofrendas de piedras a ciertas cavernas, al dolmen de Obioneta y al genio de Arkaitz (Oskia) parecen inspiradas en ideas análogas. En el siglo XIV los señores de Vizcaya depositaban entrañas de vaca sobre una peña de Busturia como ofrenda que hacían a su ascendiente Mari. Así lo asegura en su libro el ya mencionado conde don Pedro Barcellos, con estas palabras: "En Vizcaya dijeron y dicen hoy en día que esta su madre de Iñigo Guerra es el hechicero o encantador de Vizcaya. Y como en signo de ofrenda a él, siempre que el señor de Vizcaya está en una aldea que llaman Vusturio, todas las entrañas de las vacas que mata en su casa las manda poner fuera de la aldea sobre una peña, y por la mañana no encuentran nada, y dicen que si no lo hiciese así, algún daño recibiría en ese día y en esa noche en algún escudero de su casa o en alguna cosa que mucho le doliese. Y esto siempre lo hicieron los señores de Vizcaya, hasta la muerte de D. Juan el Tuerto, y algunos quisieron probar a no hacerlo así y se encontraron mal".
Cómo hay que conducirse en la morada de Mari. El que va a consultar con Mari o a visitarla, debe cumplir ciertos requisitos. Tales son: 1. Hay que tutearla al hablar con ella. 2. Se debe salir de su caverna en la misma forma en que se introduce en ella, es decir, si uno ha entrado mirando hacia dentro, ha de salir también mirando hacia dentro (andando para atrás). Esta condición es semejante a la que, según norma tradicional, debe observar cualquier persona al aparecérsele el alma de un difunto, a saber: tenerla siempre delante. Veamos a este propósito lo que me contaron en Régil: Mendikote'n Damia eoten omentzan. Bat sartu omentzan Damien leizean, eta zertan zegon galdetu. -Ementxe egon. ¿Nai al-dek sagardoa? -Bai. ¿Zeekin egindako sagardoa dezu? -Ezak emandako sagarrakin. Gizon ua atzeaka erten omentzan. Eta Damiak: "Obe dek bai atzeaka erten aizan, bestela emen geldituko itzan. (En Mendikote -ruinas de antigua fortaleza con cueva- vivía la Dama -Mari-. Uno se metió en la caverna de la dama y le preguntó qué hacía. -Aquí estoy. ¿Quieres sidra? -Sí. ¿Con qué está hecha la sidra? -Con manzanas proporcionadas por la negación. Aquel hombre salió andando para atrás. Y la dama le dijo: "Has hecho bien en haber salido andando para atrás; de lo contrario, te hubieras quedado aquí"). 3. No sentarse mientras uno se halle en la caverna con Mari.
Mandamientos de Mari. Este numen condena la mentira, el robo, el orgullo y la jactancia, el incumplimiento de la palabra empeñada y el faltar al respeto debido a las personas y a la asistencia mutua. Los delincuentes son castigados con la privación o pérdida de lo que ha sido objeto de la mentira, del robo, del orgullo, etc. Es corriente decir que Mari abastece su despensa a cuenta de los que niegan lo que es y de los que afirman lo que no es: ezagaz eta baiagaz "con la negación y con la afirmación". Un pastor apacentaba su rebaño de ovejas en Murumendi. Sintió sed y empezó a recorrer la montaña en busca de una fuente. Se acercó a la boca de una cueva y allí vio a una joven elegantemente vestida que le preguntó: "¿Qué buscas, buen hombre? -Busco, señorita, agua para saciar la sed. -¿Agua? Querrás decir sidra". Al instante aquella señorita le presentó una hermosa jarra llena de sidra y se la dio a beber al pastor. En cuanto éste la probó, le dijo: "-Sidra excelente. ¿Con qué manzanas está hecha? Con las que ha dado a la negación el señor Monte de Ikazteguieta", contestó la joven de la cueva dando con esto a entender que se trataba de manzanas cuya existencia había negado su dueño. Hay un proverbio que dice: Ezai emana ezak eaman "lo dado a la negación, la negación lo lleva". Ezai eman "dar a la negación" es faltar a la verdad y a los deberes que impone la asistencia mutua. v. EZA.
Inviolabilidad de la habitación de Mari. El que penetra sin ser invitado en las cavernas de Mari y el que se apodera indebidamente de algún objeto que pertenece a ella, es luego castigado o amenazado con castigo. Un muchacho que robó una cantimplora de oro que había junto a la cueva de Amboto, fue arrebatado de su casa en aquella misma noche, desapareciendo para siempre. Unos cazadores que lanzaron piedras a la sima de Gaiztozulo (Aloña), mansión de Mari, fueron derribados luego por un viento y una nube que salieron de ella. Una mujer robó un peine de oro en la cueva de Otsibarre (Camou) y aquella misma noche una heredad perteneciente a ella fue totalmente cubierta de piedras.
Castigos y conjuros. Mari castiga muchas veces las faltas enviando inquietudes interiores. Castiga también apoderándose de algo que pertenece a los culpables. Si éstos son pastores, Mari les quita algún carnero. El castigo más ruidoso que envía Mari a los pueblos es el pedrisco. Ella misma o su hijo Mikelats lanzan las nubes de tormenta desde el mundo subterráneo y ella misma u otro genio subalterno, entre los cuales se nombran a Odei, a Eate y a Eluauso, las dirige de valle en valle y de montaña en montaña. Para evitar los pedriscos y otros males se recurría antiguamente, según varias leyendas, a la celebración de misas y a hacer conjuros junto a la boca de ciertas cavernas. Si no se logra evitar la formación de la tormenta, todavía queda el recurso de desvirtuarla por medio de gestos y fórmulas mágicas. Al ver acercarse una nube tempestuosa, un vecino de Ipiñizar (Ceánuri) arrollaba en la muñeca de su mano izquierda una yerba llamada uztai-bedar "yerba de arco iris" (Rumex crispus), y con la mano derecha señalaba a la tormenta el rumbo que debía seguir. Así lograba él, como otros que hacían igual conjuro en otras regiones, que el pedrisco no cayera en su barrio. Hay personas que se creen dotadas de fuerza mágica y dirigen al genio de la tormenta (Mari o sus subordinados Odei, Eate, etc.) ciertas frases consagradas por el uso, señalándole a veces mediante un gesto de mano, dónde debe descargar la lluvia y dónde el pedrisco. El relámpago y el rayo son fenómenos atribuidos a Mari o a sus mandatarios. Para evitar que caiga el rayo en una casa, es costumbre colocar un hacha en el portal con el filo mirando arriba... Se cree que el rayo es una piedra pulimentada (hacha prehistórica) o una pieza de pedernal que es lanzada por el genio de la tormenta. A esta creencia responde el nombre oñeztarri "piedra de relámpago" con que es designado el rayo en la región de Guernica. Esa piedra o hacha prehistórica es considerada como símbolo del rayo que protege la casa donde se halle contra los malos efectos del temible meteoro. Pero, como el hacha prehistórica es poco conocida, se emplea hoy el hacha de acero como antídoto contra el rayo. El símbolo de Mari es la hoz. Sabido es que Mari atraviesa el firmamento en figura de una hoz de fuego, según ciertas leyendas. Por eso quizá ese instrumento es considerado como protector contra el rayo en algunas regiones del país vasco, y es colocado durante las tormentas en la punta de un palo delante de la casa, a fin de evitar que el rayo caiga en ésta. También la guadaña es utilizada en la misma forma. De cuanto llevamos dicho acerca de Mari se desprende que este numen constituye un núcleo temático o punto de convergencia de numerosos temas míticos de diversas procedencias: unos, indoeuropeos; otros, del fondo ancestral, probablemente preindoeuropeo. Pero atendiendo a algunos de sus atributos (dominio de las fuerzas terrestres y de los genios subterráneos, su identificación con diversos fenómenos telúricos o de los que se supone que proceden de las entrañas de la Tierra), lo consideramos como un símbolo-quizá personificación- de la Tierra. Ref.: José Miguel de Barandiarán: Mitología vasca, p. 83-107, Madrid, 1960; Resurreción María Azkue: Diccionario..., I, p. 367-371; José Miguel de Barandiarán: Eusko-Folklore, 1921, p. 8, 9, 14, 21, 45; 1932, p. 3; 3.° serie, n.° 2-6.

José Miguel de BARANDIARAN