Elkarteak

Margarita

Reorganización. Con el paso del tiempo se irá revalorizando el papel de las M. en el seno del movimiento tradicionalista, que se esfuerza por subrayar la contraposición entre su estilo de vida, empapado de una profunda religiosidad, y el imperante en una sociedad laicista y desacralizada. En ese repliegue del tradicionalismo hacia sí mismo, para evitar el contagio de un ambiente moral adverso, la mujer carlista desarrollaba una importante tarea, tanto en el propio hogar, donde se formaban los futuros miembros de la Comunión, como en los círculos, que debían estar impregnados de esas mismas virtudes familiares. Todavía, sin embargo, las M. seguían funcionando como meras secciones de los centros carlistas, por más que ya durante la Segunda República intervinieran en mítines y actos de naturaleza política, particularmente en las campañas electorales. Un nuevo planteamiento se formalizará con el acceso de Fal Conde a la secretaría general de la Comunión en mayo de 1934: un año después, el Boletín de Orientación Tradicionalista, órgano oficial del tradicionalismo, anunciaba el deseo de las autoridades carlistas de proceder a una reorganización de las M. similar a la que estaba en marcha en las Juventudes y en el Requeté: la nueva estructura debía facilitar a las agrupaciones femeninas el desempeño de cometidos específicos. Uno de los objetivos prioritarios de las mujeres carlistas había de ser, en el renovado programa, la propaganda escrita y oral a través de círculos de estudios, conferencias, etc.: esta misión educadora era entendida como el primero de los deberes de las agrupaciones femeninas y la base del apoyo moral y material que tenían que procurar a los afiliados a la Comunión. El nuevo «reglamento-tipo» por el que pasan a regirse las organizaciones de mujeres introduce una mayor coordinación entre las juntas directivas locales y las autoridades jerárquicas de la Comunión, recomienda el establecimiento de centros propios -hasta entonces las asociaciones de M. solían estan domiciliadas en los mismos locales que los círculos tradicionalistas-, y señala pautas de acción que se canalizan a través de las secciones que debían constituirse en cada agrupación: Socorro Blanco, Beneficencia, Educación, Sacrificio, Profesional y Política. Mejor coordinación con los demás organismos de la Comunión Tradicionalista, una más clara determinación de competencias y un notable incremento en la afiliación, aunque muy limitado geográficamente, marcan la tónica de las sociedades de M. en el año crítico 1936. Las circunstancias de la guerra que estalla en julio reforzarán esta tendencia y otorgarán un notable protagonismo a la rama femenina del tradicionalismo: la organización de Frentes y Hospitales, que constituyó una entidad oficial en el bando «nacional», tendría precisamente su origen en las Asociaciones de Damas Tradicionalistas que en muchas ciudades de España completaban la labor de las jóvenes Margaritas.

Manuel FERRER MUÑOZ