Literatoak

Manterola Beldarrian, Jose (1989ko bertsioa)

Cancionero Vasco. Su título es equívoco; se trata, más bien, de amplias series de composiciones en verso y aun en prosa, en euskera con sus traducciones en español y aun en francés en ocasiones. Se publicó entre 1877 y 1880. En ese momento algunos brotes literarios de pasadas centurias se han agostado. Reina la desidia y el abandono. Este hombre es el paralelo de otros que inician simultáneamente el mismo renacimiento. Nuestro «Cancionero» fue el retoño guipuzcoano. Se trata de tres series distribuidas interiormente en tomitos salvo la última que es uno solo. Euskalerria es entonces pobre y, por eso, estas primeras pobrezas literarias ofrecen la fragancia de las cosas humildes. Nada de altos vuelos estéticos. El «Cancionero» recoge versos, versificaciones. Pero hay algo que es difícil encontrar después. Se inicia con unos datos biográficos de Iparraguirre y su poesía «Nere maitearentzat» («Para mi amada») con texto vasco y castellano y unas notas filológicas y gramaticales. Más o menos en este plan van desfilando Ohienart, Juan Ignacio de Iztueta, Edmon, Guibert, I. Bizcarrondo, F. M. de Egaña, B. de Echepare, S. Baroja, J. J. de Ormaechea, M. Larralde, R. Artola, P. Meagher y algunas canciones anónimas. La «Parábola del Sembrador» traducida a 8 dialectos vascos y otra colección de fábulas traducidas también a varios dialectos y por autores diversos completan la primera serie. En la segunda serie vemos, además de los anteriores, a otros como A. Salaberry, B. Elizanburu, E. M.ª Dolores de Azcue, J. V. de Echegaray, Joanes de Etcheberry, Josefa V. de Moguel, Silvain Pouvreau, algunas canciones anónimas, improvisaciones de bersolaris y la novedad relativa a los famosos cantos de Lelo, Altabiskar y Beotibar. La tercera serie viene distribuida por secciones: 1/ Poesías alegóricas. 2/ Poesías bucólicas. 3/ Poesías amorosas. 4/ Poesías festivas y satíricas. 5/ Poesías varias. Un extenso vocabulario vasco- castellano cierra la serie. Se enriquece el repertorio de autores con Iturriaga, A. Arzac, P. Arana, C. Otaegui, M. de Suescún, F. Arrese Beitia, P. Uriarte, J. Berjes, y M. Guilbeau. Como dice Becerro de Bengoa, gracias a esta notabilísima obra de Manterola ha podido el mundo literario conocer las inspiraciones de Azcue, el ingenio del fabulista Iturriaga, las endechas del vasco Guilbeau, los arranques poéticos de Joanes Berjes, las composiciones del labortano Elizanburu, las traducciones del profesor Otaegui, los cantos populares de Iparraguirre, las poesías del P. Arana, los versos de Arzac, las ocurrencias de Baroja, la musa poderosa de Arrese, y las estrofas de Artola. Los tres tomos del «Cancionero» hacen un total de cerca de 1.200 págs. Este esfuerzo de edificar sobre un caos de cosas tuvo la virtud de dar a conocer el caudal literario del euskera casi desconocido de unos y de otros, y, sobre todo, el establecer una trama de relaciones entre los hombres de inquietudes de todo el país. Los hechos no defraudaron las mejores esperanzas de entonces. Nos cuenta Webster que, cuando comenzó a buscar noticias acerca de la literatura, de la música, de la poesía, de las leyendas y del saber popular de las provincias vascas, no pudo hallar a mano más que exiguos y muy menguados materiales; en tanto que en la región vasca de la parte francesa le brindaban obras como las de Michel, Chaho y sus colaboradores, con la historia de Oyhenart, las poesías de Bernard Echepare y los proverbios de Voltaire. En música hallaba los «Chants populaires de Pays Basque» de Salaberry y otras publicaciones de menor importancia. Becerro de Bengoa hace una síntesis de lo que es y ha logrado la revista en sus apenas cinco años de existencia. Hay en sus columnas estudios descriptivos y de costumbres, historia, arqueología, heráldica, filosofía, bibliografía, literatura vasca, poesía y cuanto representa, en una palabra, la vida intelectual de nuestro pueblo. Verdadera revista de su movimiento social, da cuenta de las biografías de los hijos distinguidos del país y consagra cariñosas necrologías de los que van desapareciendo; registra la historia de los Juegos Florales éuskaros. Es una entusiasta y numerosa familia de escritores y artistas éuskaros, la que ha sabido reunir Manterola en torno suyo, con el lazo común de la Euskal-Erria. En ella figuran, entre los poetas, Arrese, Otaegi, Arzac, Artola, P. Arana, Echegaray, Iraola, Egurbide y Capelástegui; entre los literatos y novelistas, Trueba, Iturralde, Arana, Oloriz y Delmas; entre los anticuarios, Guerra y Baraibar; entre los lingüistas, el príncipe Bonaparte, D'Abbadie, Campión y Guisasola; y entre otros publicistas reputados, de una y otra región del país vasco, Jamar, Vinson, Herran, Aguirre, Apraiz, Doyarzabal, Villavaso, Guilbeau, Sagarminaga, Echevarria, Madinabeitia y tantos y tantos otros».

Bernardo ESTORNÉS LASA