Lekaide eta lekaimeak

LIEBANA, Beato de

El Beato de El Escorial. Aun no ha sido resuelto de modo definitivo la cronología de este códice y, sobre todo, su adscripción de taller. Por lo que respecta a su localización, fue G. Menéndez Pidal, el primero en atribuirle taller, adscribiéndolo al escritorio de San Millán de la Cogolla. Se basó para esta atribución principalmente en la observación en este códice de una serie de rasgos estilísticos idénticos a los de otros códices conocidos de la segunda mitad del siglo X, realizados en este escritorio, rasgos que según él mismo son propios exclusivamente de este taller y que no aparecen en ninguna otra escuela. Recientemente Díaz y Díaz, considerando «la proximidad innegable de la escritura del Códice Conciliar Emilianense» ha reafirmado el origen riojano del Beato así como su fecha próxima a la de aquél. Por nuestra parte encontramos evidentes parecidos entre las miniaturas del Beato y otros códices emilianenses. El manuscrito contiene 52 ilustraciones cuyo estilo ha sido calificado casi unánimemente por los autores de modo peyorativo. Para Camón Aznar representa «una regresión barbarizante y rural respecto a los modelos anteriores» en el que se ha suprimido todo artificio imaginativo y todo activismo expresivista. Sin embargo, pese a estos enjuiciamientos duros de los autores, este códice necesita hoy día ser revalorizado en su justo valor. Desde el punto de vista estilístico sus miniaturas no desmerecen la calidad alcanzada por otros códices similares. Su estilo se acomoda a las características de lo mozárabe en general: preeminencia dada a la figura en sí misma, ausencia de toda relación espacio-temporal, no hay sugerencias de volúmenes o tercera dimensión, figuración plana de los personajes concebidos a modo de siluetas, indiferencia a los cánones de la proporción, inmovilidad en la acción y actitudes amaneradas que se repiten, indumentarias que lejos de traslucir las formas corpóreas que las cubren, niegan éstas con su planismo, contrariamente a lo que más tarde será habitual en la miniatura románica. Se observa, por otra parte, como en los códices, una serie de rasgos secundarios que individualizan la personalidad de este miniaturista. El «modo propio de hacer» de este maestro, es contraria al del Beato de la Academia. La sobriedad de este último se ve compensada aquí por un artista que acusa un fuerte decorativismo, y además si en aquél predominaba la línea curva éste siente especial predilección por los trazos rectilíneos aunque utiliza igualmente las líneas sinuosas... La gama cromática utilizada por este miniaturista es intensa tanto en los fondos como en las figuras. Se compone de tonos azules, verdes, varios matices de encamado y unas tonalidades sombrías muy características suyas, achocolatadas o sienas. Las ilustraciones, a diferencia de lo que ocurre en la Biblia castellana o en el Beato de la Academia, se encuadran en pequeños rectángulos o cuadrados, a los que se les aplica un color único, generalmente el amarillo, como fondo. Este sistema de encuadramiento de la imagen y la aplicación de fondos planos, se encuentran en el códice Albeldense, cuyo iluminador también ha colocado a sus personajes dentro de una especie de compartimiento en el que se aplica un color único...