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LA UNIÓN RESINERA ESPAÑOLA

El 20 de enero de 1898 se constituyó en Bilbao La Unión Resinera Española S. A. con un capital de cinco millones y medio de pesetas distribuido entre once mil acciones y con el objeto social de dedicarse al negocio resinero, concretamente la obtención de trementina (aguarrás) y colofonia. El capital fue suscripto por la extinta sociedad colectiva resinera Falcón, Ruiz y Llorente (en la que participaban los resineros C. Falcón, Vitoriano Llorente Martín, Raimundo Ruiz), dos empresarios resineros castellanos (Francisco Javier Gutiérrez Cosio y Calixto Rodríguez García) y tres empresarios vizcaínos no vinculados con esta industria (Víctor Chavarri Salazar, Enrique Aresti Torre y Plácido Allende). Los empresarios resineros aportaron a cambio de acciones, cinco fábricas y los derechos forestales para la obtención del principal producto, la trementina. La presidencia le fue otorgada a Enrique Aresti que realizó un importante esfuerzo organizativo y de gestión entre los diferentes centros. Las reformas internas fueron desde el primer momento acompañadas de una política de agresiva expansión hacia fuera, tratando siempre de alcanzar una posición de virtual monopolio en el sector. Para ello, se absorbieron empresas que podían rivalizar en la venta de los productos básicos y en la adquisición de aprovechamientos estratégicos. En los años siguientes se fue ampliando la actuación en diferentes montes de nuevas comarcas y provincias. En el plano tecnológico, se incorporaron los procedimientos más avanzados de elaboración y tratamiento de las resinas e, incluso, se llegó a desarrollar experiencias propias para mejorar los métodos aplicados. Al terminar el tercer ejercicio la empresa contaba con 10 fábricas equipadas con modernas instalaciones y un patrimonio forestal de 4,8 millones de pinos de resinación. La expansión de estos primeros ejercicios se debió en buena parte a las ventas en el exterior ya que el mercado nacional era insuficiente. Los países importadores eran las principales economías industriales europeas, donde los sectores químicos más avanzados y diversificados llevaban a cabo la elaboración de productos finales.

En 1901 se elevó el capital a 20 millones de pesetas. La nueva estrategia consistía en un aprovechamiento integral de los recursos forestales vertebrada entorno a la resina y a la madera como productos básicos, y a las cortezas y frutos como productos subsidiarios. El 24 de enero de 1904 se creó en Madrid la filial Unión Resinera Española y Cía con el objeto de dedicarla a la explotación de diferentes montes ubicados en Cádiz, Sevilla, Huelva (descenso en Coto de Doñana). Al año siguiente fue nombrado presidente el ingeniero Calixto Rodríguez, hasta entonces director gerente de la compañía. A pesar de tener su domicilio social en Bilbao las reuniones del Consejo comenzaron a realizarse en Madrid debido a que un importante grupo de consejeros tenían allí su residencia. La conveniencia de una mayor proximidad a las fábricas, y sobre todo, consideraciones de tipo político como una mayor cercanía a la Administración propiciaron este traslado. En 1907 las disensiones en el seno del Consejo provocaron la dimisión de C. Rodríguez. La visión integradora de la explotación forestal diseñada en la primera etapa tuvo que ser progresivamente abandonada para reafirmar su objetivo central y originario: la producción y transformación de la resina.

Cuando llegó la Gran Guerra, después del desconcierto inicial y gracias a la neutralidad española, LURE, al igual que otras empresas españolas consiguió sacar amplio provecho de la nueva situación de los mercados internacionales. Mientras que el aguarrás fue un producto sin aplicación apreciable en la guerra, la colofonia se convirtió en un producto de guerra y sometido a diferentes controles gubernamentales. Tras el término de la guerra se inició una nueva etapa de importantes transformaciones en la gestión de la empresa. En 1918 el capital social se elevó a 50 millones de pesetas. La transformación que estaba experimentando la compañía afectó a los principales órganos de gestión y propiedad. La participación del Banco Bilbao logrará imponer sus criterios en el seno del Consejo de Administración. En 1920 LURE estaba implantada en 14 provincias y disponía de 25 fábricas, con las que se aseguraba en torno al 60 % de la producción total española. Su patrimonio forestal, distribuido en 12 provincias se situaba en torno a las 67.000 hectáreas. En un contexto de contracción de la demanda, la necesidad de dar salida a la producción y con un planteamiento de integración y diversificación de actividades, se planteó la posibilidad de implantar la fabricación de algunos de los derivados básicos de la colofonia y de la esencia. Con ello se pretendía absorber internamente los excedentes de unas materias básicas cuya comercialización se realizaba con dificultad, elaborando productos finales de los que España había sido siempre deficitaria. En 1921 se creó la filial La Industrial Resinera Ruth (IRRSA) con fábrica de barnices, pinturas y esmaltes en las afueras de Santander.