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Javier (2002ko bertsioa)

  • El castillo de Javier

De planta poligonal e irregular, afecta ligeramente la forma de una luna en creciente, tema que también aparece en el escudo nobiliario de Juan de Jaso padre del Santo. Invertido y jaquelado, sobre franja también jaquelada, aparece el creciente en escudos, en puertas, ventanas y torres. El castillo surge de una enorme roca, tallada para crear así parte de la construcción interior. Diversos lienzos de muralla fueron sometidos a proceso de restauración. Los muros están estratégicamente coronados de robustos matacanes y las torres tienen coronamientos resaltantes cuadrados con almenas. En todos los muros se abren portones de arco apuntado y ventanas dobles pozo. Talla en madera a gran tamaño de crucifijo datado en el s. XIII, de gran dramatismo en su composición, que la leyenda asegura sudaba sangre cuando San Francisco estaba muriendo en Oriente. Todavía hoy se conserva en la capilla del Castillo. Dice Altadill que fue sin duda el Castillo de Xavier una de las más fuertes defensas que en la Edad Media había en Navarra, entre las gobernadas por señores particulares; y sus nobles moradores, los ascendientes y familiares coetáneos de Francisco, del mismo modo que guardaron siempre leales aquella fortaleza asentada sobre la roca viva, en la línea fronteriza con Aragón -para los monarcas de Navarra, que era tanto como guardarla para la Patria- siendo firme baluarte para la causa de la Justicia y del Derecho, así también constituyó aquel castillo -del cual tomó nombre el apóstol de las Indias- preocupación para los usurpadores de la Corona de nuestro Reino. Y sufrió, como tantos otros, en 1516 las disposiciones demoledoras del regente Cisneros, aquel Fray Francisco, dueño y señor de la España.

Las torres, las almenas, el recinto murado, fueron derribados por la piqueta conquistadora que desde lejos manejaba el fraile absorbedor. ¡¡¡Honor insigne!!! Cada uno de aquellos sillares pétreos era un testimonio vivo de la acrisolada nobleza y de la lealtad inextinguible de los Jasos. Ya no fue, después, el castillo tal como le visitamos los arqueólogos, el que le contemplaron antes de su moderna restauración. Precedíale un jardincito con su verja en el cual había una calzada que conducía a la portada principal, una de tantas como las que se ven con abundancia en las buenas casas fuertes y nobles de Navarra, iniciándose al parecer en fines del siglo XIV, de arco apuntado, constituido por muy grandes dovelas. El muro por aquella parte era robusto, liso y macizo. A grande altura quedaba todavía como recuerdo de la arqueología militar del edificio, un voladizo sostenido sobre robustos matacanes; a la derecha se destacaba un gran torreón de planta poligonal con algunos restos de otros matacanes cerca de su coronación; y a la izquierda, notábase el cuerpo principal del castillo, también de planta poligonal y compleja con nuevos matacanes y aún más extremo a la izquierda otro torreón. Por el lado Norte, el castillo se enfila frente al río Aragón desde la margen izquierda, divisándose a mayor distancia en la margen derecha de la sierra de Leire, en una de cuyas accidentadas irregularidades vemos destacarse el vetustísimo monasterio de San Salvador de Leire "cuna y corazón de mi Reino", como lo nombraba nuestro gran monarca D. Sancho el Mayor. El murallón en este lado, afecta forma poligonal forzado por la disposición del terreno escarpado; esa forma poligonal, está desarrollada en seis planos o cortinas lisas, interrumpidas por gruesos estribos y sobre ellas descuellan varias construcciones más recientes sin determinado carácter, pero que debieron ser ulteriores a la demolición decretada por Cisneros, el gran desfacedor de toda nuestra riqueza arqueológico-militar.

Pasemos a la descripción interior: inmediatamente después de entrar en el edificio había un patio en forma de media luna y en él un robusto torreón que tiene por base la peña viva. Seguía el patio de armas y, después, adosada por medio de grandes arbotantes de ladrillo, la capilla que en el siglo XVI hizo levantar en honor del Santo un Vizconde de Zolina, sucesor de su familia, el cual eligió aquel lugar (antes caballeriza), por existir tradición, no inverosímil, de haber nacido en el mismo lugar el gran apóstol. Merecían verse, aparte varias salas, pasillos, etc. que no es preciso detallar en esta descripción rápida, dos particularidades, las más interesantes del castillo en el orden familiar: una escalera antiquísima, tallada en propia piedra o roca natural por la cual como parte de la residencia familiar había ascendido durante su infancia el después San Francisco; y un pequeño oratorio, decorado a fines del siglo XVII, en el que recibía culto un Cristo verdaderamente venerable, tanto por su antigüedad (siglo XIV) como por su expresión impresionante y en alto grado simpática. Aumenta además la impresión que tan curiosa efigie del Crucificado produce, la tradición piadosa que acerca de él corre y relata Madrazo en su conocidísima obra. Doña Carmen Aragón Azlor, duquesa de Villahermosa, descendiente de Francisco Xavier, contribuyó con sus grandes recursos económicos a la restauración, para la cual puso a disposición del proyecto cooperaciones entre las cuales tienen derecho indiscutible a figurar José Ramón Mélida,distinguidísimo académico numerario de la Historia y de Bellas Artes de San Femando, personalidad muy relevante en el mundo del arte en España y fuera de esa nación, y el sobresaliente arquitecto Angel Goikoechea y Lizarraga, académico correspondiente de la segunda de dichas Academias, de la Comisión de Monumentos de Navarra, que concibió la trama del proyecto de restauración del castillo de Xavier y dirigió personalmente toda la obra.

Goikoechea, hombre reflexivo y austero, devolvió a la severa fortaleza su fisonomía medieval acomodando su interior a casa religiosa. Goikoechea, que había penetrado en las ideas de sus afamados maestros D. Juan Madrazo y el marqués de Cubas, fue continuador de aquellas tradiciones. Colocada la primera piedra en 25 de mayo de 1896 para la construcción de la cripta, medio año después se empezaba a erigir el templo que quedó terminado con el siglo aquel. Difiriendo a deseos de la duquesa en el sentido de que la iglesia fuera toda de piedra, Goikoechea hubo de separarse de los procedimientos constructivos de los siglos medios y amoldarse a los que se apetecían, problema del cual salió triunfante el arquitecto, dando la solución adecuada. La consagración tuvo lugar en 19 de junio de 1901. La duquesa logró su aspiración de dormir el sueño eterno en la cripta de Xavier.