Udalak

FORUA

Vertebrada a partir del río Oka la anteiglesia de Forua tiene como núcleo poblacional el barrio de Elejalde, el cual cuenta con la iglesia y el ayuntamiento como centros neurálgicos del poblamiento de la zona, completando el caserío las barriadas de Armotxerri, Atxondoa, Baldatika, Gaitoca y Uberuaga. De clara cadencia rural su patrimonio es escaso y de corte popular.

La iglesia de San Martín es de salón, de planta rectangular y su estructura más básica dataría de comienzos del siglo XVI a medio camino entre el arte gótico y renacentista. Al interior se articula en tres naves y cuatro tramos, todos ellos abovedados en crucería, y cabecera triple comunicada, distribución que data de 1825 fruto de una importante reforma que hizo que se articulara en esas tres naves a la misma altura, divididas por columnas toscanas. Posee dos obras mobiliarias de importante valía artística, el retablo del altar mayor, de mediados del siglo XVIII y de estilo rococó y la imagen de Nuestra Señora de la Soledad del año 1812. A medio camino entre el patrimonio religioso y civil se encontraría el convento de los Franciscanos ya que se trata de un conjunto formado por iglesia, residencia y frontón. Es llamativa por su gran tamaño la residencia, de planta rectangular, tres cuerpos y, haciendo gala a su condición clasicista, de una correcta simetría. La iglesia aunque ecléctica, destaca igualmente por su racionalidad clásica y podríamos citar su torre como elemento diferenciador. Ésta se encuentra en la cabecera del templo, es de tres cuerpos diferenciados por líneas de imposta y en su cima destacan los vanos del campanario rematados por frontones curvos. Al interior se articula en una sola nave y se podría encuadrar dentro del eclecticismo historicista muy popular en la segunda mitad del siglo XIX.

Tres son las ermitas que aún conserva el territorio de Forua. La ermita de la Trinidad o de Triñe en Gaitoka (véase) data de fines del siglo XV y a lo largo de su historia ha tenido innumerables advocaciones también conociéndose como de San Gregorio. De similares características y cronología sería la ermita de San Cristóbal en Armotxerri (véase). De factura moderna tendríamos la de San Bernardo en el barrio de Baldatika (véase). Destacaremos también los dos cruceros que se encuentran entre los límites municipales. El crucero de Tolumburu, con cruz sobre pilastra cuadrangular, y el crucero de San Martín, próximo a la iglesia parroquial, y aunque popular como el anterior, destaca por su gran variedad de elementos ornamentales desde su basa hasta la cruz que lo culmina, pasando por las innumerables molduras que lo conforman. Estaría dentro de las cruces de calvario. Dentro de la arquitectura civil hay dos elementos a destacar, el ayuntamiento, que aunque reformado mantiene el corte neoclásico original de 1858 y actualmente se trata de un edificio de planta rectangular y tres alturas con su fachada principal en uno de los paños más cortos, y el hospital-asilo Calabria, también neoclásico, de planta rectangular, destacando en la parte central su acceso en arco ojival abocinado. Este edificio fue fruto de la donación de Doña María de Calabria a finales del siglo XIX, de ahí su nombre.

Solamente quedan en pie las ruinas de lo que fue la torre de Urdaybay, el único vestigio de casa-torre como tal. Lo poco que ha llegado hasta nosotros nos presenta un edificio de planta cuadrada, construida en sillar y que conservaría ciertos vanos como algunas saeteras y dos ventanas en arco ojival. Existió en su momento la torre de Azkunaga, hoy desaparecida, aunque el caserío Torre es muy probable que sea esta antigua construcción transformada en casa de labranza con el paso de los años. Sea como fuere este edificio cuenta con algunas características de este tipo de construcciones, como son la ausencia de soportal y la presencia de algunas aspilleras, todo ello de corte defensivo. Por lo demás es un típico caserío del siglo XVII con entramado de madera y ladrillo visto.

Del resto de caseríos del municipio destacar los pocos vestigios gótico-renacentistas del caserío Biaskoa, que aún conserva dos ventanucos ojivales, escudo de armas y horno. El resto de la fábrica mantiene los elementos básicos de este tipo de construcciones, con doble vertiente, planta rectangular, tres alturas con mampuesto y soportal en dintel en la de abajo y ladrillo y madera en las más altas. El caserío Tolunburu entraría en la categoría de los de entramado de madera, con patín de acceso a la planta alta lateralizado como rasgo curioso ya que este elemento sería más común en otras zonas. Continua con los trazos típicos del caserío más tópico, incluyendo escudo y columna toscana. Otros de esta tipología serían: Azqueta, Gardoy (fechado a comienzos del siglo XVIII en su fachada y columna), Botialde, Jauregizar Atzakoa y Sagasta. Agerre Bekoa tiene ya los muros de piedra sustentantes en la planta baja, conservando la madera solo en su tramo alto, con viga cruzada para sustentarlo y dar forma al soportal recto. Por último señalaremos el caserío Landaluce como bonito ejemplo de casa popular neoclásica del siglo XIX. Se trata de una vasta construcción de tres alturas y desván con retícula simétrica de vanos adintelados y recercados con sillar y fachadas encaladas. Este tipo de caseríos han perdido el soportal dando lugar a un acceso más pequeño en dintel y que haría las veces de vestíbulo. Tiene un arco de descarga de medio punto sobre dicho acceso.

Existen varios caleros en el barrio de Uberuaga como vestigios de la época preindustrial.

Manu CASTAÑO GARCÍA (2006)