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ESPARZA

El caserío de Esparza desciende en pendiente hasta el río Salazar y lo atraviesa por medio de un ancho puente de estructura medieval y reformado en 1970, que consta de tres amplios ojos de medio punto y que conserva dos tajamares. Este puente da paso a la carretera donde se sitúan también varias casas, siendo una de ellas el llamado "El Palacio" por antonomasia o viejo palacio. Con edificaciones distribuidas a ambas márgenes del río Salazar, al que se le unen dos arroyos, Esparza resalta en su perfil la sólida masa de la iglesia, en situación bastante elevada con algunas casas por encima, en el llamado barrio occidental. Hacia el Norte las casas se distribuyen más por el llano.

Hoy en día el pueblo presenta un conjunto urbano muy remozado, con muchas de sus casas restauradas. Aún la mayor parte de éstas conservan en la planta baja un zaguán, cuadras y leñera. Por lo general, cuentan con dos o tres alturas de sillar o sillarejo con puerta de arco de medio punto ligeramente apuntado, vanos superiores adintelados y tejados a cuatro vertientes. En el interior, un largo pasillo o corredor, a cuyos lados se abren las habitaciones, atraviesa cada piso. La cocina conserva, en muchos casos, el fuego en el centro.

Entre los diversos elementos que presentan las casas con cierta antigüedad no faltan ejemplos con restos de puertas y ventanas góticas con fachada rectangular como la casa Semboriz. Otras, de fechas más modernas, poseen arcos de medio punto y buena cantería como la casa Zubiri. En algunas sus constructores o antiguos propietarios quisieron recalcar en sus fachadas su condición de poseedores de hidalguía colectiva y plasmaban el escudo con el "lobo y el cordero", como es el caso de las casas de Echeverri, Rosanz, Malitro y Guinda.

Del siglo XVI data la casa abacial situada en la calle Matazaldea, de tres plantas con parte de su construcción en sillar y parte en sillarejo con puerta descentrada de arco de medio punto ligeramente apuntado con el anagrama de Cristo en la clave y vanos adintelados.

De este mismo siglo XVI data la casa Esarte, situada en la calle Mayor, de estilo popular, con dos niveles de sillarejo y sillar en las esquinas y en cuyo interior se conserva una chimenea cilíndrica de ladrillo. En la calle Mayor se sitúa también otra casa del mismo siglo que la anterior llamada casa Landa, de dos alturas, y cuyos elementos más interesantes y antiguos son la puerta de acceso, de arco ligeramente apuntado y moldurado con un anagrama de Cristo en la clave y sobre ella una ventana geminada de arquillos conopiales a la que le falta el parteluz. La casa Guinda, en la calle Norte, de dos niveles y escudo del siglo XVII es también un bello ejemplo de construcción.

Queda destacar, por último, la presencia en el eje de la carretera de dos construcciones, una es El Palacio que presenta una silueta pirenaica cuya masa pétrea está rasgada por ventanas y balcones de distintas épocas, y la otra es el antiguo palacio de Esparza, muy reformado en la antigüedad y que tuvo un blasón remarcando su linaje en su vano de entrada con arco de medio punto de doble dovelaje que hoy se encuentra cegado y una torre también desaparecida. Fuera del núcleo quedan algunos graneros de piedra sin revocar, con tejados agudos a dos aguas y varias bordas.

Esparza cuenta además de con la iglesia parroquial de San Andrés, con la ermita de San Tirso que domina la villa desde lo alto. Contó con otras dos ermitas quedando de la ermita de San Cristóbal únicamente el recuerdo del topónimo y de la de Santa Engracia unas ruinas en un collado hacia el Beiegi y de la que se conserva la talla de la titular en la parroquia de San Andrés.

La ermita de San Tirso es una construcción románica de finales del siglo XII cuya portada pertenece ya a la primera mitad del siglo XIII. Presenta una nave rectangular con cuatro tramos en los que se incluye la cabecera. Al interior todos los muros están encalados. En cuanto a la cubierta sigue formas constructivas del siglo XII con una bóveda de cañón sobre fajones que apoyan en ménsulas bilobuladas. Al exterior se presentan muros de sillería con dos contrafuertes prismáticos en el tramo de la cabecera y numerosas marcas de cantero. El cuerpo de la sacristía se adosa a la cabecera. Aneja a los pies, prolongando la nave se encuentra la casa del ermitaño. Sobre el tejado, a la altura del hastial, se levanta una espadaña de un solo vano.

La portada se presenta con un tejaroz sostenido por ménsulas decoradas con figuras de animales y se forma con un arco apuntado, abocinado con cuatro arquivoltas molduradas sobre pies derechos y moldura lisa cóncava a la altura de la línea de imposta. Sobre la clave se encuentra una lápida decorada con un crismón en el que aparece un rostro, rodea toda la circunferencia una frase casi ilegible. La puerta conserva herrajes antiguos.

Ya dentro de la ermita un retablo neogótico ocupa su espacio. Este alberga cuatro de las siete tallas que hubo en la ermita, las otras tres se encuentran en la actualidad en la iglesia parroquial de San Martín. Las tallas que, con un estilo expresivista, se exhiben en el retablo son el titular San Tirso en un sitial con libro y bendiciendo presenta un rostro muy natural, la Virgen con el Niño sedente, talla ésta de gran belleza, y, por último, San Blas y Santa Catalina. Salvo el titular, todas las tallas conservan la policromía de la época. Todas ellas pueden datarse en el segundo tercio del siglo XVI. La ermita contó con un retablo renacentista que desapareció en 1911 y del que se desconoce su paradero.

En uno de los lados de la plaza del ayuntamiento se levanta la iglesia parroquial de San Andrés con una historia constructiva muy rica ya que el núcleo primitivo de la obra data de hacia 1200 y sufre adiciones en los siglos XVI, XVIII y XX. En planta esta parroquia es una nave única de cinco tramos siendo uno, el más amplio, la cabecera con testero recto y una serie de dependencias adosadas a lo largo del muro del Evangelio y una pequeña pieza de planta cuadrangular adosada al muro de la Epístola. Todo el interior presenta muros de sillar con cubierta de bóveda de cañón enlucida, apuntada y sustentada por fajones en sillar visto de sección cuadrangular con clave central, apoyados en ménsulas trilobuladas a cuya altura corre una moldura lisa convexa por toda la iglesia.

La puerta de acceso a la iglesia situada en el lado de la Epístola es un arco de medio punto compuesto por cinco arquivoltas de arista viva en degradación, apoyadas sobre pies derechos, separados unos y otros por una moldura lisa cóncava. Casi todo este conjunto se sitúa entorno a 1200 y ya en 1786 se documenta la ampliación de la cabecera que explica la mayor longitud de este tramo y la presencia de una ventana terma neoclásica. Algunas dependencias se añaden en el siglo XVI como es el caso de la sacristía que se comunica con el presbiterio a través de una puerta moderna adintelada, además de una dependencia de la que no se conoce su utilidad y que se sitúa en el mismo lado que la sacristía más próxima a los pies, que tiene como rasgo más destacado la puerta que la comunica con la nave, de arco escarzano y dos ventanas conopiales emplazadas en el muro opuesto. Entre esta dependencia y la sacristía quedó un espacio que se cerró con posterioridad. Ya en el siglo XX se construye la capilla bautismal, adosada al lado de la Epístola a la altura del sotocoro por donde se accede por una puerta adintelada.

Al exterior se presenta como un gran núcleo prismático de base rectangular, al que se incorporaron por el lado de la Epístola, además de la capilla bautismal, un pórtico también moderno y por el lado del Evangelio el saliente que corresponde a la sacristía, una dependencia y el anejo entre ambas. Destaca, además, en este lado el cambio de aparejo a la altura de la cabecera correspondiendo a su ampliación y el recrecimiento del muro en el resto de la nave, bajo la que se conservan los canes primitivos. La cabecera rectangular y lisa sin contrafuertes da una clara sensación de verticalidad. Domina todo este conjunto una gran torre cuadrangular, coronada por otro cuerpo de igual forma más reducido, con cubierta piramidal y huecos para las campanas.

El retablo mayor dedicado al titular de la parroquia, es de estilo romanista, terminado en 1627, obra del ensamblador y arquitecto Juan de la Hera y del escultor Gaspar Ramos, ambos artistas del núcleo de Lumbier. Posee una traza recta dividido en cinco calles y en altura banco, dos cuerpos y ático triple con distintos tipos de soportes según la altura como pilastras estriadas en el primer cuerpo y ático y columnas jónicas en el segundo. En los cuerpos domina la estructura adintelada, forma preferida por Juan de la Hera, que se organiza a base de cajas rectangulares en las calles interiores y hornacinas de medio punto en las exteriores. Un amplio programa iconográfico se distribuye por todo el retablo con escenas de la Pasión, Prendimiento, Flagelación, Coronación de espinas y Cruz a cuestas en el banco, una talla de San Juan Bautista, un relieve del Bautismo de Cristo, otro relieve del Prendimiento de San Sebastián y una estatua del Santo en el primer cuerpo donde armonizan iconográficamente, dos a dos, relieves y bultos redondos. En el segundo cuerpo se encuentran las tallas de San Bartolomé, el titular, San Andrés, flanqueado por sendos relieves de su martirio y, por último, en el ático, un grupo del Calvario entre las tallas de San Antonio Abad y San Gregorio. Los cuerpos de separación entre el primer cuerpo y el segundo se hallan decorados con relieves de los Evangelistas, Santa Bárbara y Santa Marta, abajo y los Padres de la Iglesia arriba. El sagrario y templete que forman el tabernáculo del retablo es de la misma época del retablo aunque retocado con posterioridad que introduce alguna moldura barroca. Presenta un Ecce Homo en la puerta con San Pedro y San Pablo en los laterales. La policromía de todo el retablo la realiza hacia 1590 Pedro de Berasain, vecino de Redín.

Toda la escultura de este retablo se caracteriza desde el punto de vista estilístico por una gran maestría en la composición, un buen tratamiento de la anatomía y unas figuras alargadas y elegantes con ropajes movidos y un plegado flexible. Este retablo se asemeja a otras realizaciones de ambos artistas, sobre todo el retablo mayor de la parroquia de la Asunción en Elorz. Se puede calificar, en total, como una obra maestra de la colaboración entre Juan de la Hera y Gaspar Ramos, sobre todo en la parte escultórica cuyo autor es Ramos.

En el sotocoro se guarda una bella talla del Crucificado en el que aparece muerto con la cabeza caída y un paño de pureza muy volado, de acuerdo con la línea expresivista y que puede datarse hacia 1570 con policromía de la época. También en el sotocoro, en la capilla bautismal, se guardan dos tallas de San Pedro y la Magdalena con policromía original, salvo los rostros, fechadas en el segundo tercio del siglo XVI y pertenecientes a la ermita de San Tirso y en relación con las tallas mencionadas al describir dicha ermita.

En las dependencias anejas al coro se conservan una Virgen Niña de candelero fechada en el siglo XIX pero de tradición dieciochesca, convertida actualmente en Dolorosa y que parece que pudo ser traída de Carrión de los Condes y una representación escultórica de la Fe, de estilo barroco.

En la sacristía se conserva una nutrida colección de tallas entre las que destacan: Santa Engracia, de estilo gótico popular del siglo XIV, titular de la ermita de este nombre cuyo rostro bien dibujado contrasta con el esquematismo del cuerpo que conserva la forma cilíndrica del tronco; un santo obispo, quizás San Fermín y un San Ramón Nonato ambas barrocas y procedentes de la ermita de San Cristóbal; un Crucificado (54 x 34) también barroco y una Inmaculada de candelero del siglo XIX. Queda además un fragmento de una escultura monumental en piedra de un torso vestido con túnica y manto que ha perdido la cabeza y las piernas y que estuvo en la ermita de San Tirso. Además queda nombrar la presencia de una casulla renacentista fechada en el siglo XVI, cuatro cantorales del siglo XVII y algunas hojas sueltas así como una campana de bronce.

Las interesantes piezas de orfebrería conservadas en la parroquia son en general de los siglos XVII al XIX. En primer lugar se encuentran dos cálices de plata, uno de ellos barroco del siglo XVIII con punzón ANR y burilada y otro neoclásico fechado en 1846 y con las marcas PP coronada y P/UDABE, platero de Pamplona. Un copón de plata barroco del siglo XVIII, dos coronas de plata de la primera mitad del siglo XVII que pertenecen a una Virgen con Niño, una pareja de crismeras en forma de arquetas con punzón también de Pamplona y burilada con autor conocido, Juan de Arrien y fecha de ejecución también conocida, 1663.

Quizás la pieza más significativa de la colección sea un ostensorio de plata realizado en 1740 por el platero Juan Antonio Hernández de movido diseño y decoración muy variada. Además se conserva uno de los escasos porta paces conservados en plata de comienzos del siglo XVII de estilo romanista y con el relieve de San Andrés. Por último, completan la colección, dos relicarios, uno de San Tirso en plata, fechado en el siglo XVII y el relicario "Lignum Crucis" barroco del siglo XVIII regalado a la parroquia por el obispo de Urgell, copríncipe de Andorra e hijo del pueblo de Esparza Don Simeón Guinda y Apeztegui que posee el punzón SEV.

Al realizar obras en la iglesia se encontraron siete estelas discoideas cuya descripción se incluye en la obra de F. Barbar Estelas discoideas en Esparza de Salazar publicada en "Cuadernos de Etnología y Etnografía de Navarra", nº 12, pp. 351-355.

Carmina RIUS SALETA