Udalak

CINTRUENIGO

En su núcleo urbano se han encontrado diferentes útiles de la Edad del Bronce siendo éstos, los elementos arqueológicos de mayor antigüedad de la villa. Dentro de la arquitectura civil destaca Cintruénigo por albergar numerosas casas de orden señorial, primordialmente del periodo barroco. La tipología de estas construcciones radica en una fachada de tres cuerpos de ladrillo, rematados mediante un alero de madera. Del mismo modo, en el último de sus cuerpos se incluía un friso de arquillos que junto el escudo en piedra, constituían los únicos elementos decorativos de la fachada. Es en la calle del Barón de la Torre, donde mayor número de casas señoriales se concentran. En los números 3 y 5 de la misma se ubican sendas construcciones que comparten la tipología constructiva anteriormente explicada. En el número 12 de la calle Ligues, ocurre algo similar en una casa de dos cuerpos de ladrillo del siglo XVII. Como elemento decorativo ostenta un blasón en piedra del mismo periodo. En el centro de la villa, se encuentra la Plaza de los Fueros, en cuyo núcleo se encuentra la Casa consistorial perteneciente al siglo XIX, de estilo neoclásico. El edificio alberga en su fachada tres cuerpos, dotado el central de cuatro balcones, decorados todos ellos con escudos de la villa. En la misma plaza, se encuentra en el número 7, una casa del siglo XVIII con alteraciones posteriores de época neoclásica. Consta de dos cuerpos de ladrillo con balcones en el superior, que tienen como remate una serie de frontones con líneas curvas. Uno de los elementos más característicos de esta casa es la escalinata que alberga en su interior; sobre una cubierta con forma gallonada, se levantan tres tramos de escalones que se relacionan con el resto del edificio a través de un arco triple, alzado sobre sendos pilares. En el número 12 la Calle Cantón de la Villa y en la casa del Conde de Guevara de la Plaza de José Javier Labrador, se localizan sendos edificios del siglo XVII, con fachada de dos cuerpos de ladrillo. En el piso inferior, la estructura está formada por un arco protegido por pilastras, desde el que se llega a un segundo cuerpo con balcón corrido y que remata en la parte superior a manera de un ático de arquillos. Ambas construcciones poseen escudos decorativos, el primero de ellos perteneciente al estilo rococó. Cintruénigo guardó durante siglos la Torre Mayor dentro del perímetro de su muralla medieval, pero en la actualidad no queda resto alguno de la misma. Una última obra de arquitectura civil, es el Hospital levantado en la villa en el siglo XX. La riqueza arquitectónica y artística de Cintruénigo, reside en sus obras de carácter religioso. Sobre su trazado urbanístico destaca la Parroquia de San Juan Bautista debido a su monumental torre. Se trata de un templo de planta de salón con naves de una sola altura, iniciado en el siglo XVI y con sucesivas reformas que demoraron su construcción hasta finales del siglo XIX. Consta de tres naves, la central de mayor envergadura, pero como se ha citado anteriormente las tres poseen la misma altura. El trazado se divide en cinco tramos, que cuentan con robustos pilares de forma cilíndrica que soportan el peso de las bóvedas de forma estrellada. No será hasta el siglo XIX, cuando definitivamente se amplíe y concluya el templo a manos del arquitecto José Segundo de Lena. El resultado externo del edificio religioso, presenta una gran robustez, con aparejo de sillería y contrafuertes reutilizados de la iglesia que la precedía. Destacan las portadas situadas a los pies y lado de la Epístola, pertenecientes ambas al siglo XIX, dentro de un orden ecléctico. El aspecto exterior de la iglesia se ve remarcado por la esbelta torre de ladrillo construida en el siglo XVIII en el mismo lado de la Epístola. Esta formada dicha torre por un solo cuerpo con vanos en forma de semicírculo entre pilastras y un remate con ocho lados con vanos en forma de óculo. El retablo Mayor es una obra del año 1525 de estilo plateresco. Fue culminada a partir de 1530 por el tallador Guillén Obispo, a quien traspasó la obra Esteban de Obray, que la había contratado. Sobre una base de piedra, se alza en un banco compuesto por siete calles con arcos escarzanos y tres cuerpos superiores divididos en cinco calles rematadas en forma de dintel. El conjunto es rematado por un frontón recto con volutas laterales decorativas. El cuerpo central, está dedicado al patrono del templo. De esta manera, se suceden pinturas sobre tabla dentro de un estilo con trazos y colorido netamente germánicos, si bien las perspectivas y paisajes son de origen italiano. En el banco, las tablas, con escenas de la Pasión y en los pisos superiores, con representaciones de la Anunciación, Natividad y Resurección, así como de la vida del Bautista, son obra destaca de Pedro de Aponte, cuya autoría se determina por las indudables semejanzas con el retablo que pintó Aponte en Santa María La Real de Olite. En la calle central del retablo se halla otro grupo escultórico renacentista, que posiblemente procede de la escuela aragonesa perteneciente al maestro de Joly. Una imagen gótica del siglo XIV perteneciente a la Virgen de la Paz, preside la zona del sagrario del retablo. En el lado de la Epístola, se encuentra un retablo dedicado a la virgen del Rosario. Perteneciente al primer cuarto del siglo XVII, la mazonería del mismo, fue realizada por Bernardo Casanova; la escultura por Juan de Biniés; mientras que Juan de Lumbier fue el encargado de decorar las tablas pictóricas. Dentro de un estilo jónico consta de banco y dos cuerpos divididos en tres calles. En este retablo se hallan dos esculturas; una de ellas es una imagen dedicada a San Sebastián de influencia flamenca perteneciente a la segunda mitad del siglo XV y otra segunda de San Roque del siglo XVII. Además, la parroquia de San Juan Bautista conserva otros retablos como el de la Virgen de la Paz encuadrado dentro de un estilo barroco de la primera mitad del siglo XVIII; con banco decorado con motivos fitomorfos y un único cuerpo decorado en tres calles con columnas de orden compuesto. Este retablo alberga dos imágenes del siglo XVII, pertenecientes a San Antonio y a San Isidro. En la zona del Evangelio se localizan los retablos del Cristo de la Columna, el retablo del Crucificado, el Retablo de la Soledad y el retablo de la Epifanía, siendo el más antiguo, éste último de traza manierista, perteneciente al siglo XVI. Otro de los retablos de la parroquia, es el ubicado en la zona del crucero y dedicado a la Virgen de la Paz. De estilo barroco, cuenta con un banco decorado con motivos fitomorfos y un cuerpo dividido en triple calle con entablamento en orden compuesto, con efectos decorativos provocados a manera de follaje y guirnaldas entorchadas. De esta misma estructura, se ubican en la iglesia, otros tres últimos retablos distribuidos en diferentes apartados de la zona de la Epístola. Del siglo XVIII, son el Retablo de San Francisco Javier, el Retablo de San José y el Retablo de Santa Ana. En las dependencias de la Sacristía de la Parroquia de San Juan Bautista, además de diversas imágenes escultóricas del siglo XVI y XVII, se hallan piezas de orfebrería de diverso valor. Se alojan sendos cálices de plata dorada de los siglos XVI y XVII respectivamente, tres cálices de plata del siglo XVIII y otro del mismo material pero perteneciente al siglo XIX. Dentro del mismo apartado, se guardan dos copones de plata correspondientes a los siglos XVII y XVIII y dos coronas con decoración rococó perteneciente al siglo XVIII. Existen además medallones del siglo XVI decorados con querubines y una cruz procesional de plata dorada, clasificada dentro del orden plateresco del siglo XVI. En las dependencias del Centro Parroquial, se ubica un grupo escultórico relacionado a la Piedad, perteneciente a inicios del siglo XVI, y en la Casa Parroquial se encuentra una pintura sobre tabla con trazos góticos y estilo italiano correspondiente al siglo XV. De la centuria posterior se alojan en esta misma casa, dos imágenes del último cuarto del siglo XVI, correspondientes ambas, a diferentes imágenes de la Virgen de estilo romanista. Como segundo templo por orden de importancia, Cintruénigo alberga en su núcleo la Basílica de la Purísima, perteneciente al siglo XVII. El templo está estructurado en forma de planta de cruz latina, con una nave dividida en seis tramos de formas angostas y alargadas. La cubierta de la planta, es de mayor complejidad, al poseer la nave central y los brazos del crucero, un alzado en bóveda de medio cañón en forma de arcos fajones mientras que el crucero en sí, está cubierto a través de una bóveda de media naranja sustentada por pechinas. El resultado externo del edificio es de pobre apariencia, sin motivos de sillería y únicamente los muros están formados de ladrillo y aparejo de mampostería. El esquema de la fachada principal consta de un arco de medio punto en el cuerpo inferior, rematado su segundo cuerpo por medio de un frontón recto. El retablo mayor se encuentra en la zona del Presbiterio. Se trata de una pieza barroca de no muy grandes dimensiones, de finales del siglo XVII. Además del banco, está formado por tres calles todo ello dentro de un orden salomónico típicamente barroco. El elemento iconográfico más importante del retablo, es una imagen de inicios del siglo XVII, de características romanistas. Otro retablo se encuentra ubicado en el lado del Evangelio. Se trata de un conjunto barroco de estilo salomónico de principios del siglo XVIII y está dedicado a San Gregorio Ostense. En el mismo lugar se aloja el Retablo de San Martín de estilo rococó y perteneciente a mediados del siglo XVIII. En la zona de la Epístola se encuentran dos retablos dedicados a San Antonio y a San Pablo de la Cruz. El primero pertenece a un estilo manierista de principios del XVII, mientras que el segundo hay que situarlo ya en la primera mitad del siglo XVIII, con connotaciones claramente barrocas. Además, en otras dependencias de la Basílica de la Purísima tales como la Sacristía o el Antecamerín, se alojan diversos lienzos de cuidado modelado, dedicados a Cristo y a la Virgen, así como a la vida de diferentes santos. Su antigüedad oscila desde principios del siglo XVII, hasta finales del siglo XVIII. Como tercer referente de arquitectura religiosa en la villa de Cintruénigo, se encuentra la Ermita de San Roque. Su obra definitiva se lleva a cabo en el último cuarto del siglo XVII, aprovechando los restos existentes de un anterior edificio. El resultado definitivo es el de una ermita con planta de cruz latina, con una sola nave dividida en cuatro tramos, todos ellos cubiertos mediante una bóveda de medio cañón con lunetos. El resultado externo de la construcción es el de un templo de no muy grandes dimensiones, con muros de mampostería y contrafuertes levantados en ladrillo. La última obra religiosa de la villa, es el Convento de las Clarisas. Es un edificio de moderna construcción, donde su riqueza se aloja en su interior. Existe el mismo, un relieve de San Jerónimo del siglo XVI, atribuido a la escuela de Berruguete. Pero los elementos más importantes de las Clarisas, son las piezas de orfebrería que albergan, tales como un cáliz de plata de finales del siglo XVII y otro del mismo material pero perteneciente al periodo neoclásico. También se hallan, otros elementos de orfebrería en plata como un ostensorio y una naveta del siglo XVII.