Zerbitzuak

CAJA PROVINCIAL DE AHORROS DE ÁLAVA (1918-1990)

Obra Social.

En sus primeros años la obra social se confunde con la labor de la Diputación, ya que cedía a la misma el 25% de sus utilidades para que fueran concedidos préstamos a los Ayuntamientos «para fines benéficos y fomento de la riqueza del país» (Ceballos, 1929: p. 135). Esos fines eran la construcción de escuelas, caminos y carreteras, traída de aguas etc.. Los premios al ahorro también podrían incluirse en este apartado, lo mismo que las subvenciones a asociaciones e instituciones de carácter benéfico, más las ayudas ocasionales a los obreros en paro en los años treinta o las «patrióticas» durante los años de guerra. Ahorro 1940-1990.El aumento del ahorro en los años cuarenta fue notable, pese a las circunstancias adversas que provocaron la posguerra y la autarquía económica de los primeros años del franquismo, que impidieron recuperar los niveles económicos de los años treinta hasta bien entrada la década de los cincuenta del siglo pasado. En esas décadas se ocupó del sector agrario a través de su filial C.A.P.A., encargada de la producción y comercialización de la patata de siembra de Álava. En colaboración con la Diputación concedió créditos para introducir mejoras en el campo alavés, bien fuera en lo netamente agrario (compra de fertilizantes, concursos ganaderos), o en la construcción de infraestructuras que apoyasen el Plan de Colonización. Tenían la ventaja de estar en una provincia que disfrutaba de Concierto Económico, lo que le daba mayor autonomía a la Diputación y a la Caja un poco más de libertad de acción que al resto de las Cajas vascas, cuyas Diputaciones lo habían perdido tras la guerra. A pesar de que se viera obligada a cumplir con la legislación vigente en los porcentajes de inversión obligatoria.

AñoAhorroImpositores
1945
1950
1955
1960
1965
1968
70.446.543
129.139.342
251.165.751
523.375.185
1.440.636.934
2.605.168.324
21.822
31.831
46.612
59.051
74.495
86.979

Estos fueron los años del desarrollo industrial alavés, que transformaría a una provincia marcadamente agrícola en otra en la que lo industrial iría escalando puestos año tras año, lo mismo que el número y el ahorro de sus habitantes. La evolución de la provincia y de la Caja fue paralela. De tener una fuerte implantación en el medio rural y de dedicarse con ahínco a buscar el ahorro campesino, pasó a mostrar más interés por la capital, que vio crecer sus habitantes y sus necesidades. La primera gran obra urbana en la que se comprometió fue la construcción de la estación de autobuses (1946), entrando en competencia con la Caja Municipal en Vitoria. A finales de los cincuenta e inicios de los sesenta se disparan los ingresos en esta Caja, multiplicándose por más de dos los saldos el año 1965, y casi por dos en 1968. Se generalizaron los apoyos a la construcción de viviendas y los créditos hipotecarios con ese fin (en 1969 se entregaron las llaves de 1.600 casas a sus propietarios en el polígono de Arana). A finales de los sesenta, la entidad poseía 42 sucursales (8 en Vitoria-Gasteiz, 31 en la provincia, y 3 en el Condado de Treviño «Burgos»).

La muerte de general Franco en 1975 y la iniciada transición a la democracia, se realizó unida a una fuerte recesión económica causada por la crisis del petróleo de 1973. Ésta última se arrastró hasta mediados de los ochenta y llevó aparejados unos altos índices de inflación y un progresivo aumento del paro, que obligaron a la Caja a vigilar su política económica. Poco después, la democracia representó la iniciación del llamado Estado de las Autonomías, con una nueva autoridad. El Gobierno Vasco y la legislación sobre las Cajas de Ahorro modificó el marco de actuación de las mismas e introdujo notables cambios (véase CAJAS DE AHORRO EN VASCONIA).

Por lo que a la evolución de la captación de ahorro se refiere, esta Caja de Ahorros siguió su ritmo ascendente, aunque haya de descontarse el alto índice de inflación de aquellos años. El aumento fue espectacular, hasta alcanzar los 68.176 millones de pesetas el año 1988. Los créditos fueron ocupando cada vez más espacio en su política inversora, disminuyendo el porcentaje de capital invertido en valores, con un mayor protagonismo de los hipotecarios, concedidos a particulares para la adquisición de viviendas. También conviene señalar el aumento paulatino de los créditos a la industria y las aportaciones a grandes obras de infraestructura en la provincia. Esa evolución al alza se manifiesta igualmente en la apertura de nuevas oficinas (75 en 1988, tres de ellas en Burgos y una en Madrid) y en el incremento de su número de trabajadores.

Otros cambios muy importantes fueron la introducción de la mecanización y el uso de ordenadores en los procesos contables de la institución a mediados de los sesenta. La progresiva generalización y adaptación a los rápidos cambios tecnológicos que se han producido en el último cuarto del siglo XX, modificaron el modo de relacionarse de la clientela con la Caja y viceversa, gracias a los cajeros automáticos, las tarjetas de crédito, y las terminales en los comercios que se fueron distribuyendo e instalando a lo largo de los años ochenta.