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Boinas La Encartada Museoa

La intervención museográfica sobre la antigua Fábrica de Boinas de La Encartada tiene una historia dispersa y abultada que hunde sus raíces en los últimos años de vida de la empresa. El cierre fue el epílogo de un declive industrial progresivo, definido por dos factores fundamentales:

  1. la excesiva especialización de su producto: aunque contó con otras gamas productivas, desde los años 70 la fábrica se destinaba en exclusiva a la confección de boinas, opción que encierra un elevado riesgo empresarial.
  2. la falta de renovación de los medios productivos y de la propia línea de fabricación: la fábrica trabajaba con la maquinaria original (la mayoría de 1892-94), la adquisición de nuevo equipamiento había sido puntual y escasísima y, además, seguía una línea de desarrollo productivo acorde con premisas industriales ochocentistas (partía de la materia prima y procedía a la hilatura y confección de prendas, hasta el empaquetado manual, contando con sus propios canales de distribución y comercialización).

Ambos factores se encuentran en la base del clima crítico que vivía La Encartada en 1989, cuando por primera vez se difunden públicamente sus valores histórico-patrimoniales. La piedra de toque la constituyeron dos actuaciones paralelas: el desarrollo de un primer estudio y posterior publicación de los principales elementos de patrimonio industrial de Bizkaia desde la Universidad de Deusto ("Arqueología Industrial en Bizkaia"), y la elaboración de un trabajo de documentación y análisis del conjunto desde la Escuela Politécnica de Barakaldo, que recibió el primer premio en el certamen del Estado. Los valores que ponían de manifiesto los dos trabajos, no sólo daban a conocer la fábrica, sino que la situaban en el primer puesto dentro de la importancia histórico-patrimonial de la Comunidad Autónoma y del conjunto del Estado.

En mayo de 1992 el endeudamiento fiscal, comercial y laboral de la fábrica, condujo al Consejo de Administración a la declaración de quiebra. Las propuestas de re-flotamiento de la empresa no cuajaron o no encontraron los oportunos apoyos. Los sectores más sensibilizados entre la administración pública fueron dos: el Ayuntamiento de Balmaseda y el Departamento de Cultura de la Diputación Foral de Bizkaia, pero se encontraron con la inevitable falta de medios y no pudieron impedir el cierre de la fábrica, que se hizo definitivo el 8 de agosto de 1992.

Los pasos subsiguientes se dieron en situación de quiebra judicial. Gracias al aporte económico del Ayuntamiento de Balmaseda y la Diputación Foral de Bizkaia, a fines de 1994 se adquirió el inmueble fabril y sus equipamientos. En 1995, la Diputación incluyó en sus presupuestos la primera partida destinada a la rehabilitación, restauración y reforma de la Fábrica de Boinas La Encartada, para la creación de un museo. De esta manera, lo que había sido factor de estrangulamiento en la etapa precedente (la antigüedad de los medios y modos de producción) se convertía en mejor argumento de conservación, dotándolo de contenidos patrimoniales específicos, y convirtiendo esa antigüedad en el pasivo más valioso del elemento.

Finalmente, tras una década de colaboración, en 2006 la Diputación Foral de Bizkaia y el Ayuntamiento de Balmaseda formalizaron la creación de la Fundación Boinas La Encartada Kultur Ingurunea, encargada del desarrollo, gestión y explotación de la antigua fábrica y su entorno.