Udalak

Bilbao. Arte (1974ko bertsioa)

Pintura.

Bilbao ha sido cuna de una escuela vasca de pintura. Es en la segunda mitad del siglo pasado cuando se presentan los primeros síntomas tras un momento enojoso de pintura historicista, de mediano gusto. En ese momento campeaban Zamacois, Juan de Barroeta, Ramón Elorriaga, Cosme Duñabeitia, Mamerto Segui Arechavala, Anselmo Guinea, Enrique de Salazar, Benita de Benito, Macario Martiartu y Antonio Lecuona. La pintura no anda lejos de una literatura romántica e historicista en la que se destacan las firmas de Araquistáin, Vicente de Arana, Navarro Villoslada y otros. La Exposición Provincial de Vizcaya, en 1882, está repleta de telas con esos temas. Es en 1886 cuando aparece la sociedad «Kurding Club», pintoresco lugar de reunión, donde algunos pintores como Regoyos, Losada, Guiard y Zuloaga pintan desentendiéndose de purpurinas históricas y falsas elucubraciones legendarias. Es este el momento en que Rogoyos queda prendido en la naciente escuela vasca y de la que nunca ya saldría hasta el punto de identificársele con los pintores vascos, y sobre todo después de casarse con una bilbaina. En 1894 fue presentado por E. Abrisqueta en la Sociedad Bilbaina. En la Sala Declaux de Bilbao vendió en una sola exposición la cifra entonces fabulosa de diez cuadros. La paleta impresionista de Regoyos y de Aurelio de Beruete descubrieron una mina pictórica: el color y la luz, y le sacaron un partido admirable. Ahí y en Bilbao nace e irradia una escuela de pintura vasca cuyos colores primarios contrastan con los negros, pardos y ocres castellanos. Adolfo Guiard, vuelve de París en 1885, fuertemente influenciado por el impresionismo que aclimata a nuestro país y es quien pone a Euskalerria en contacto con la moderna pintura francesa. Anselmo de Guinea, a partir de 1890 se vincula accidentalmente a esta escuela con sus temas arratianos. Otros seguidores fueron Arturo Saloña, Manuel Moreno, J. Isaac Amann y Enrique Rentería. Algunos artistas bilbainos estudiaban en París. Sus vueltas a Bilbao servían de factor equilibrante en las nuevas búsquedas pictóricas. Se señala a Francisco Iturrino y a Juan de Echevarría como los paladines de un esforzado fauvismo ibérico. A Iturrino se le señala también como el engarce entre los tecnicistas y las nuevas generaciones y, junto con Juan Echevarría, como pintor de transcendencia evidente. Su puesto de culminación debió ser hacia 1919. La Sociedad Bilbaina rindió un homenaje a Echevarría en ese año. Sus andanzas parisienses las comparte con su paisano y pintor Paco Durrio, Zuloaga, Barroeta, Aurelio Arteta y el genial andaluz Picasso. Bilbao crecía industrialmente en tanto se condensaba en su villa un recio ambiente artístico. En algunos salones y escaparates de las siete calles (Correo, Víctor) y luego en el ensanche, galería «La Verdad», se exponían los cuadros. Las oposiciones convocadas por la Diputación de Vizcaya en 1902 fueron fructíferas. Aparecen los nombres de Aurelio Arteta, Angel Larroque, José de Arrúe y otros. Cierta concienciación vasca hace que estos pintores incorporen a las telas un cierto realismo de la vida y paisajes populares. Bilbao polarizaba, entrado el siglo XX, todo el movimiento pictórico vasco solicitado por las influencias de París y Madrid. Poco a poco ha ido surgiendo un clima denso de crítica y arte de calidad. Nunca se habían conocido críticas de altura de Unamuno, Zuazagoitia, «Juan de la Encina», Baroja, Maeztu o Mourlane Michelena. El academicismo desaparece ante la personalidad de la pintura vasca con sede bilbaina y fuerte «irradiación en el país». En 1911 se crea la Asociación de Artistas Vascos, cuyo esplendor hay que señalarlo en 1918. A los viejos pintores se sumaban los nuevos. Además de los citados es preciso señalar a Ascensio Martiarena, Hermanos Zubiaurre, Julián Tellaeche y Antonio de Guezala. Al color del acogedor recibimiento de Bilbao desfilaron por las salas de exposiciones Jesús Basiano, Olasagasti, Cabanás oteiza, Juan Aranoa, Uzelay, Montés Iturrioz, Sena, Pérez Orúe, Landa... Zuloaga y Pablo Uranga, muy amigos, fueron de los primeros en la fundación de la Sociedad, que hizo su primera exposición en 1912. La pintura expuesta se ofrecía como un logro eminentemente vasco pero sin una emancipación adecuada. Al margen de este núcleo más o menos coherente, hay que situar a otros artistas como Alvaro Alcalá Galiano, Eduardo de Urquiola, Echenagusía, Félix Pascual y Juan León Cruzalegui. Este hizo su labor más destacada en Bilbao hacia 1932. El caso de Ricardo Baroja es muy singular. Se alejó del grupo vasco de Bilbao en el apogeo de la Asociación de Artistas Vascos. Después de 1940 expuso habitualmente en Bilbao, en la Sala Delsa. Bilbao y sus artistas habían realizado un esfuerzo titánico por buscar una sensibilidad vasca y proyectarla luego. El Museo de Bellas Artes de Bilbao contribuyó con las adquisiciones al fomento de ese impulso. La última promoción la formaban Antonio de Guezala, Isidoro Guinea y Clemente Salazar. La apertura vasca hacia la modernidad y el contacto constante con París cristaliza en la Exposición Internacional de Pintura y Escultura, celebrada en las Escuelas de Albia de Bilbao, en 1919. Gracias a una propuesta del diputado Lorenzo Hurtado de Saracho se llega a la creación de un Museo de Arte Moderno, inaugurado en 1924, bajo la dirección de Arteta y los junteros Hurtado, Leal, Ybarra, Sota, Villota, Zuazagoitia y Gortázar. Aurelio Arteta llega a ser el pintor vasco más destacado. Ha conectado a su ya compleja formación con Puvis de Chavannes y pintura clásica italiana. De nuevo pintura y literatura vasca evolucionan paralelamente. Ahora es Arteta quien eleva el tema vasco hacia un realismo impresionante. Los hombres de los frescos del Banco de Bilbao en Madrid son los más auténticos hombres de la ría. Los vascos de Arteta están despojados de todo maquillaje idílico o de falso sabor festivo. Los tipos artetianos ofrecen el hecho diferencial en lo profundamente humano, no en sus exterioridades. Hay energía y vigor, sobriedad, ritmo, dibujo de alta calidad y atmósfera suave y mate, bilbaina cien por cien. En esto es el polo opuesto de Zuloaga. En sus póstumos lienzos con temática de la guerra última hay dramatismo humano, hondo y denso, en Guernica, por ejemplo. El bilbaino Juan Aranoa, que sigue a Arteta, es ya muy conocido en 1930. Con motivo de la guerra (1936-1939) el Gobierno de Euzkadi abre exposiciones en el hall del Gran Teatro de Amsterdam, en la Langa Woorhaut, de La Haya y en el Palacio del Centenario de Bruselas. Después fueron devueltos a Bilbao estos depósitos pictóricos. Con la guerra se exiliaron los pintores vascos más destacados (Arteta, Aranoa, Guezala, Barrueta, Tellaeche, Ucelay, Martiarena... ).En la postguerra Bilbao trata de rehacer su capitalidad artística reagrupando a Ricardo Baroja, Gustavo de Maeztu, Elías Salaverría y Valentín Zubiaurre. En 1940 J. María Quintana, Nicolás Zubicaray y Juan Aróstegui proyectan su «Grupo del Suizo». En 1945 se creaba la «Asociación Artística Vizcaina» y se ponía en marcha el Museo del Parque. En 1948 la sala «Stvdio» colocaba a Bilbao de nuevo abierto hacia Europa y la modernidad. Pero el nexo con la gran escuela de preguerra estaba roto. Solamente subsistían Urrutia, Aranoa, Ucelay y Olasagasti, desconectados de los nuevos pintores jóvenes. Posteriormente los pintores navarros conectan con los directivos bilbainos a través de Javier Ciga, Jesús Basiano y Ricardo Baroja. Actualmente un buen número de nuevos pintores bilbainos tratan de encontrar nuevas rutas en circunstancias difíciles.