Udalak

BERBINZANA

El trazado urbanístico de la villa de Berbinzana presenta irregularidad propia del periodo medieval, si bien el mismo se emplaza en un terreno llano. Atravesada por las aguas del río Arga, su cauce es salvado por un puente medieval, muy reformado en épocas modernas, que forma la pieza más importante de arquitectura civil. De notables dimensiones y realizado en sillería, conserva algunos arcos apuntados que denotan su origen gótico. El segundo elemento arquitectónico por orden de importancia corresponde al arte sacro y se trata de la Parroquia de Santa María. Edificación definible estilísticamente como barroca, con fábrica del siglo XVIII, sobre una construcción medieval de la que son testimonio restos, situados a los pies, de una cubierta de medio cañón apuntado del siglo XIII. Sus arquitectos fueron los maestros Benito de Urrizola y Manuel de San Juan y llevaron a cabo la construcción entre 1740 y 1745 sobre traza de Pascual Galbe. El resultado es el de un templo tardo manierista, que se divide en una gran nave central dividida en cinco tramos que se alarga hasta la cabecera pentagonal. El esquema interior cuenta con una solución típicamente barroca; la nave se cubre a modo de bóvedas de medio cañón con lunetos, que parten de pilastras de orden dórico. Excepcionalmente, en la zona del crucero se alza una bóveda de media naranja cuyo peso es soportado por pechinas. El resultado externo del templo refleja el buen hacer barroco, debido al aparejo de sillería que recorre todo el perímetro de la nave. Del mismo modo, robustos contrafuertes de sillería rematados en ladrillo en la parte superior, sirven de refuerzo ante la altura alcanzada por el templo casi de características basilicales. En cuanto al interior del templo, destacan entre otros, los motivos de iconografía religiosa repartidos por sus altares. Sobresale el Retablo Mayor situado en el testero. Se trata de una obra barroca compuesta por un banco decorado con rosetas, con un solo cuerpo dividido en tres calles y decorado estructuralmente, a través de columnas de orden compuesto con fuste liso. Aparece como motivo iconográfico principal, presidiendo el retablo, la imagen gótica de Nuestra Señora de Berbinzana, del siglo XIV. Se trata de uno de los mejores ejemplos del tipo "Andra Mari" en Navarra y está estilísticamente relacionada con las de Los Arcos y Miranda de Arga. En el altar mayor se sigue utilizando una ara gótica, epigrafiada, de finales del siglo XIII o principios del XIV. De esta esta última centuria es una anaquelería gótica también ubicada en el presbiterio. Al siglo XVIII pertenecen además otros dos retablos dedicados a San José y a la Virgen del Rosario respectivamente. De trazado prácticamente simétrico, fueron realizados por Miguel de Zufía sobre traza de José Pérez de Eulate, dentro de una tipología rococó con influencias italianizantes. Constan de un banco decorado con rocalla, sobre el que se alza un solitario cuerpo entre columnas exentas, con un frontón cargado de motivos vegetales. Remata la estructura un ático, configurado por medio de pilastras que soportan un frontón recto partido y flanqueado por motivos de rocalla. Ambos retablos guardan en sus hornacinas centrales, las imágenes modernas de sus titulares. De los mismos estilo, época y probables autores son los dos púlpitos del crucero. En el siglo XIX, ya dentro de un estilo neoclásico se realiza el Retablo de la Inmaculada situado en la zona de la Epístola. Está formado por un único cuerpo, confeccionado a modo de columnas perpendiculares de fuste liso y orden compuesto. Aloja en la parte central del mismo motivos modernos de iconografía, salvo una imagen de San Miguel correspondiente a la primera mitad del siglo XVI. Entre otros motivos del ajuar de la parroquia, destacan diferentes imágenes religiosas del siglo XVIII y algún elemento medieval preexistente a su construcción, posiblemente guardados del templo predecesor, tales como una antigua pila bautismal cilíndrica perteneciente al siglo XIII. Aunque no es muy extensa, son importantes algunas piezas que componen el ajuar orfebre albergado en la sacristía. Lo componen un relicario y un ostensorio de plata dorada del siglo XVIII.