Udalak

BERASTEGI

Situada a cierta distancia del centro urbano propiamente dicho, la iglesia parroquial de San Martín de Tours es una construcción realizada esencialmente en el siglo XVI. En 1505 Domingo de Iruza y Lope de Echaiz se harían cargo de la torre y en 1532 Lope de Iturriazaga asume la obra de cantería, siendo entre ese año y 1557 cuando se concreta el grueso de la fábrica, con la participación del maestro cantero citado en último lugar y Domingo de Estala. De todos modos, su labor no sería satisfactoria, conociéndose la intervención posterior de Juan de Eulalde. Aspecto curioso es el pleito suscitado entre el rector de la parroquia y Francisco de Berástegui, dueño de la casa solar, en 1613 por el derecho de asiento del último en la mencionada iglesia, circunstancia que provocaría el dibujo de la planta del templo -que se conserva- por Francisco Palear Fratín. Ya en el siglo XVIII, en 1759 más concretamente, Francisco de Ibero otorga diseño para la sacristía, pila bautismal y tránsito de hierro. En el caso de la sacristía, que tendría sobre ella la casa del sacerdote, fue Domingo de Iparraguirre Machienea quien asumió el trabajo. Dos años más tarde, en 1761, el mismo arquitecto examinó el templo a instancias del rector, quien deseaba otorgar carácter simétrico a una de sus capillas. En cualquier caso, es finalmente Martín de Carrera quien otorga el proyecto definitivo, consistente en la ampliación de la nave, otorgando mayor extensión a la capilla de la Soledad, plan aprobado por el veedor eclesiástico José Pérez de Eulate y concretado por el maestro cantero Juan Ignacio de Goyenechea. Consecuencia de todo lo apuntado es la existencia de zonas claramente diferenciadas. Así, y teniendo presente que nos hallamos ante un edificio con planta de cruz latina y ábside poligonal, los brazos del crucero mantienen caracteres góticos, mientras que el resto se habría ejecutado fundamentalmente en el segundo tercio del siglo XVI, a excepción del tramo de los pies, que se corresponde con la ampliación proyectada por Martín de Carrera. La sacristía, por su parte, es una estancia rectangular, cubriéndose sus tramos por medio de bóvedas de arista.

En el interior del templo destaca sobremanera su excelente retablo mayor -recientemente restaurado-, empresa debida al insigne escultor romanista Ambrosio de Bengoechea, quien iniciaría su labor aquí en torno a 1603. Por lo que a su disposición arquitectónica se refiere, se halla emparentado con el retablo mayor de San Vicente de Donostia, anterior en el tiempo, contando igualmente con un banco, tres cuerpos con siete divisiones entre calles y entrecalles y remate. En el banco sobresalen los relieves del sagrario, mientras que en el resto del retablo hallamos cierta desigualdad en la factura, lo cual induce a pensar en una importante participación del taller. De todos modos, conviene resaltar la imagen de la Asunción, que preside el último cuerpo, obra que muestra evidentes influencias de las soluciones de Anchieta y que encuentra paralelismos con otras realizaciones del maestro de Alkiza. La policromía del retablo corresponde ya al siglo XVIII, encargándose Miguel de Ezcurra de esa labor en principio y Antonio de Alquizalete después. Estamos, en suma, ante uno de los conjuntos más destacados del periodo.

Situada junto a la iglesia, la casa-torre de los Berastegui es una construcción de planta cuadrangular que mantiene algunos elementos singulares, caso de una ventana con arco conopial. En la fachada orientada hacia la parroquia hay dos escudos unidos, concretamente los de los Berástegui y Lazcano. Con una cubierta a dos aguas, el edificio ha sufrido innumerables reformas y variaciones, circunstancia que ha propiciado una sustancial pérdida de entidad, dada la variación perceptible con respecto a los presupuestos originales de la edificación.

En el núcleo urbano propiamente dicho sobresale la casa consistorial, que fue inaugurada en 1731 y restaurada en 1973. La disposición de su fachada principal resulta propia del periodo, con el soportal en la planta baja, cinco huecos unidos por un balcón corrido y finalmente, en su última planta, cuatro balcones que escoltan el escudo situado en el centro, al cual se le ha superpuesto un reloj. En la plaza en la cual se ubica el consistorio hallamos también un arco de entrada, junto a la casa Ospeindegi, portal de entrada correspondiente al siglo XVIII. Más allá de este ámbito conviene destacar Sabilla Andiña, antiguo hospital que desempeñaría esa función entre los siglos XVI y XIX. En dirección a la parroquia sobresalen el caserío Mintxolo, construcción del siglo XVI que mantiene varios elementos del periodo, y Azpilleta, cuyo acceso se realiza por medio de un arco de medio punto.

Dejando el núcleo urbano, en Eguzki Alde encontramos el caserío Torre Luze, con ventanas geminadas cegadas que nos hablan de la antigüedad de su construcción. En Elduain Alde, Aiztun Alde, Izotzalde y Urdiñarrain se ubican construcciones de tipo rural con un valor desigual. De este modo, en el último de los lugares citados sobresale el caserío Meaka, con un arco carpanel en la entrada, elemento destacable que nuevamente nos informa del interés de algunas de estas edificaciones.

En el barrio de Eldua destaca la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, modesta realización de carácter rural, con una sola nave y torre a los pies. Con todo, conviene destacar el coro de madera y el retablo que alberga en su interior, cuya autoría correspondería al escultor romanista Pedro de Goicoechea, quien se concertó en 1591 a ejecutarlo. Además, la Casa Cural posee un acceso con un arco de medio punto, mientras que el resto de realizaciones muestran soluciones habituales a su función. El caserío Aldamuño se erigió a mediados del XVI, sufriendo una importante reforma a fines del siglo XVIII, si bien mantiene en su estructura interior elementos de un lagar de sidra. Por último, en Leizarán se conservan vestigios de las ferrerías de Ameraún y Plazaola.

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  • Ignacio CENDOYA ECHANIZ