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Bardenas Reales

Como bien puede comprenderse, un lugar poblado de frondosos bosques, situado en la raya fronteriza Aragón-Navarra y paso obligado de coches y diligencias rumbo a Castilla y Levante, sirvió de guarida temprana a los hombres que la dureza de la vida, más que cualquier otra cosa, arrojó fuera de la ley. Campión e Idoate nos relatan casos de bandidaje en las Bardenas de entre los que entresacamos varios. También Moret en sus Anales menciona el caso de los bandidos de este lugar, la gran mayoría, ex-soldados marginados de la sociedad después de las guerras con Castilla y Aragón. A efectos de vigilancia se formó una Hermandad al estilo de las guipuzcoanas o laburdinas, en la que entraron a formar parte de las localidades afectadas de Navarra y Aragón: Tudela, Murillo, Arguedas, Valtierra, Cadreita, Villafranca (ant. Alesvés), Milagro, Funes, Peralta, Falces, Caparroso, Santacara, Villaruruz, Murillo el Fruto (ant. Freyto), Carcastillo, Tauste, Ejea de los Caballeros, Luna, El Bayo, Luesia, Viosa, Erla y Sadaba, las 8 últimas de Aragón. La reunión fundacional tuvo lugar en La Estaca, el último jueves de enero de año 1204. En el reglamento, uno de sus artículos ordenaba que el malhechor cogido in fraganti fuera ahorcado en el momento. Sigue diciendo el P. Moret (Anales, t. VI, p. 140, núms. 10 y 11), del que hemos tomado estos datos, que el rey D. Sancho "El Fuerte" apuntaló la hermandad haciendo construir una fortaleza en el lugar llamado La Estaca. Mayor utilidad aun tuvo la hermandad en el agitado siglo XV navarro sumido en una guerra de bandos suicida; uno de estos bandidos, Santxikorrota, con una partida de más de dos docenas de foragidos tomó partido por el Príncipe de Viana. Acosado por su padre (hacia 1452), Juan II, en un rincón de las Bardenas, se quitó la vida después de la feroz resistencia de sus hombres. Su cuerpo permaneció en la horca de Tudela hasta que se lo comieron las aves rapaces. En el siglo XVI -cuenta Idoate- se cometió un crimen cerca de Caparroso por bandidos disfrazados de roncaleses, por lo que éstos se quejaron (1573). Los actos delictivos son frecuentes a lo largo de los siglos XVII y XVIII, aunque tanto las nuevas comunicaciones como el aniquilamiento del arbolado debido a las incesantes talas dan fin a lo largo del siglo XIX a este peligroso género de vida.