Erakundeak

ARQUITECTURA NEO-VASCA

El estilo neo-vasco como objeto de estudio antropológico. "Si existe una obra humana que muestre el estado de una civilización, ésa es la vivienda" (1). Esta afirmación del arquitecto Viollet-Leduc ejemplifica una gran verdad antropológica: como superficie material más visible de una sociedad, la arquitectura ofrece los rasgos característicos de las diferentes clases, en su faceta práctica y retórica, el nivel de pericia de las mismas, muestra signos evidentes de su riqueza o pobreza correspondiente, el grado de fantasía o resignación social, y además, en las sociedades modernas, muestra la voluntad de mantener la tradición histórica como legado para las generaciones futuras. A consecuencia de esta voluntad se considera la arquitectura, como alarde de la imaginación y la pericia individuales, un objeto patrimonial ejemplar. Integrada plenamente en el pasado económico y social, la arquitectura se convierte en un medio de expresión privilegiado y de superación de preocupaciones fundamentales de una sociedad. Dichas preocupaciones son conocidas por todos, ya que son comunes a todas las sociedades y todas las épocas: la gestión de la temporalidad o la lucha entre pasado, presente y futuro o aún más entre la tradición y la modernidad, temas recurrentes y signos inequívocos de cambio social; las necesidades de invención social asociadas a las de la reproducción; la contraposición entre 'lo de aquí' y 'lo de fuera', entre lo conocido y lo desconocido; el establecimiento de un orden económico, político, social y cultural estable y a su vez estabilizador. ¿No son tales preocupaciones las mismas que aquellas que provocan la formación de políticas patrimoniales en las sociedades modernas? El surgimiento, a finales del siglo XIX, del denominado estilo neo-regional, y su influencia en la práctica arquitectónica contemporánea, ilustran bien a las claras ciertos factores socioculturales clave de dicho período:

a) La subordinación del entorno rural (conservador y observador privilegiado de las identidades regionales) a las exigencias del entorno urbano.
b) La reestructuración social (fundamentalmente el asentamiento de la burguesía, seguido de las clases medias) introducida por la sociedad industrial.
c) El traslado de los modelos culturales de origen popular hacia la esfera burguesa, como nueva tendencia elitista.

A lo largo del citado siglo XIX surge una reflexión acerca de la vivienda fundamentada claramente en argumentos de carácter filosófico y político. Los cambios sociales derivados de la industrialización provocan que los individuos burgueses de corte modernista reflexionen acerca de la naturaleza de los planes arquitectónicos existentes, en los que predominaba el modelo aristocrático, y comiencen a interesarse por el modelo de vivienda utilizado por las clases medias burguesas. La arquitectura rural popular se convierte de este modo en el modelo de referencia para el movimiento "vernacular revival" (renacimiento vernacular), que emprenderá una labor de teorización y se expandirá de Inglaterra a Bélgica, Francia, Holanda y Alemania, mediante exposiciones, publicaciones, viajes y la creación de escuelas. Al mismo tiempo, los arquitectos dominan el mercado inmobiliario, en vías de renovación debido a la presión ejercida por las nuevas demandas sociales de origen no-aristocrático, a lo que se añade el desarrollo novedoso del turismo. Esa tendencia, claramente instalada para mediados del XIX en París y las capitales regionales, aparece en el País Vasco a finales de siglo, con la construcción de urbanizaciones especulativas en la Costa Vasca.

Tal interés por las creaciones culturales regionales - apoyado por la ciencia antropológica en vías de creación- se organiza alrededor del pensamiento regionalista que pretende elaborar un compromiso de armonía entre la "nación grande" y la "nación pequeña" que constituye la región. El espectáculo de las culturas regionales -eminentemente rurales y populares- ofrece al burgués urbano una variedad ilimitada de sensaciones de encanto y exotismo, esto es, el fundamento estético e ideológico sobre el que surge el movimiento arquitectónico neo-regional.

Desde este punto de vista, el estilo neo-vasco surge de la convergencia de dos factores: el desarrollo de las actividades turísticas en la Costa Vasca, a raíz del primer viaje de la pareja imperial Napoleón III y Eugenia a Biarritz en 1854, que arrastró un flujo importante de nuevos residentes de origen burgués (2), y la afirmación de las ideas regionalistas a través de sus tradiciones arquitectónicas (neo-vasco labortano), museográficas (Musée basque), literarias (Académie Pyrénéenne) etc.

La creación del estilo neo-regional ilustra asimismo la formación, paralela a la arquitectura ordinaria -aquélla elaborada por albañiles y carpinteros-, de una arquitectura de opulencia o distinción -la desarrollada por los arquitectos- derivada de una demanda social de origen burgués.

Sin duda alguna, se ejerce el raciocinio gráfico en ambos casos: todos los constructores son capaces de concebir tanto lo grande como lo pequeño, reproducir, variar, sintetizar. Pero esta segunda forma arquitectónica se distingue por dos características propias:

a) La existencia de un propósito social claro: la construcción de un espacio adecuado para mostrar los nuevos rasgos de distinción de la burguesía.
b) La explicación de tal propósito mediante procedimiento discursivo (generalmente la escritura): el arquitecto analiza y justifica su proceder al tiempo que interpreta y toma a su cargo la demanda social.

La creación y posterior difusión del estilo neo-regional en general, y del vasco en particular, invitan a una reflexión más profunda de naturaleza teórica cuyo análisis justifica la continuidad de la investigación:

a) El trabajo de innovación cultural de la burguesía y el papel de intermediario asumido por el arquitecto.
b) El proceso de transformación de los esquemas culturales de origen popular en rasgos distintivos socialmente.
c) Los distintos modos de difusión geográfica y social de un modelo arquitectónico mediante el empobrecimiento semiológico continuo (paso de un neo-estilo primitivo ostentoso a un neo-actual democratizado).
d) La definición de la superficie semántica que engloba el concepto de neo en términos de continuidad/discontinuidad, tradición/modernidad u ortodoxia/heterodoxia.