Comerciantes

Zulueta Amondo, Julián

Personalidad alavesa del siglo XIX. Nacido en 1814, fallecido en 1878.

Julián Zulueta Amondo nació en Anúcita, (Álava) el 9 de Enero de 1814. Se educó en Vitoria y llegó a Cuba hacia 1832 "pobre y animado" (Calcagno, 1978). Trabaja en casa de un tío suyo (Espadas, 1975) del que recibió una cuantiosa herencia. Introducido en el comercio de víveres, presumiblemente, muy pronto llegó a conectar con el comercio negrero en un momento de gran demanda de mano de obra barata. Se casó tres veces: el 1 de Octubre de 1842 con Francisca Dolores Samá y Mota, natural de Badajoz de la casa de los marqueses de Marianoa, hija de Jaime Samá Martí con quien compartía negocios de tráfico de negros. Las otras dos veces sucesivamente con dos sobrinas. Se han publicado interesantes y precisas investigaciones biográficas de algunos miembros del clan financiero Zulueta (Cayuela, 1988). Falleció en La Habana en 1878. El Diccionario biográfico cubano de Calcagno editado el año de su muerte (Calcagno, 1978) definió a J. Zulueta con la siguiente semblanza:

"Distinguido ciudadano que prestó notables servicios a esta ciudad (La Habana), y que debió más a su civismo y perspicacia que a sus millones el ser llamado a desempeñar los más honoríficos cargos de república"

(Moreno Fraginals, 1964; Marrero, 1987).

Pero al mismo tiempo se convirtió en el prototipo de traficante de esclavos, promotor y propietario de grandes ingenios azucareros de modo que encarnaba la figura del hacendado reaccionario y conservador que encabezara la política continuista del statu quo, y por ende de la férrea unión al Estado español y, en el supuesto que fuera preciso, proclive a la formación de un ente autónomo para salvaguardarse de las tímidas reformas propugnadas por los nuevos gobernantes del sexenio democrático (1868-1874).

Desde La Habana procuró influir en los designios del Gobierno español en Madrid y también en el de las Diputaciones vascas, siempre desde posiciones muy conservadoras-reaccionarias, coqueteando con el carlismo de Carlos VII. Al término de su vida defendió la Restauración de Alfonso XII, siendo cualificado representante del "trasfondo cubano de la restauración" (Espadas, 1975).